Campaña submarina; perspectiva
general.
La Segunda Guerra Mundial tiene
muchos puntos claves, la mayoría de ellos interrelacionados. Fue una guerra
total donde las estrategias globales se impusieron a las propias operaciones
militares geográficamente limitadas. Alemania perdió la guerra por igual número
de múltiplos factores, tal vez el más importante de todos sea una falta total
de estrategia global. Un aspecto discordante con esta visión fue el
planteamiento de la campaña submarina contra la marina mercante aliada que
abastecía a través de las rutas marítimas todos y cada uno de los frentes, ya
sean de guerra como económicos. Los aliados, y mas concretamente el Reino Unido, estuvieron
bajo las cuerdas en la primera mitad de conflicto. Solo la entrada en la guerra de los Estados Unidos
pudo aliviar la presión asfixiante que ejercían los submarinos alemanes al
cordón umbilical de suministros existentes entre las islas británicas y el gran
almacén de suministros que era América.
El alivio no vino al principio
desde el punto de vista militar con la destrucción de la flota submarina
alemana, sino más bien por la magnitud de la flota mercante norteamericana que
podía soportar las pérdidas y de esta manera permitir la existencia de
Inglaterra como tal. Las bajas en la flota de guerra aliada eran importantes
pero de alguna manera podían ser suplidas en cambio si la ratio existente entre
unidades mercantes hundidas y entre unidades construidas en los astilleros era
negativa y mantenida en el tiempo, los aliados no hubiesen tenido otra opción
más que la capitulación.
La Primera Guerra Mundial
demostró tanto a alemanes como a los aliados la importancia estratégica del
submarino en la guerra total por lo que es reseñable la pequeña proporción de
recursos destinados por parte de las autoridades alemanas hacia la construcción
de sumergibles en la decada de los años 30. Los existentes causaron graves pérdidas pero si en un
principio, cuando aun la maquinaria de construcción aliada no estaba en funcionamiento,
hubiese existido un número mayor de submarinos y todos oceánicos, la defensa
aliada hubiese sido colapsada.
Durante la guerra, los alemanes
se dieron cuenta de la importancia del arma submarina y se produjo una
evolución importante y eficiente en dos aspectos fundamentales en la guerra
submarina. El primero, aumentando la calidad técnica y las prestaciones de sus
buques y el segundo mejorando las tácticas de combate empleadas. Ninguno de los
dos aspectos estaba subordinado al otro
sino todo lo contrario, la conjunción de excelentes submarinos con tácticas efectivas
a punto estuvo de inclinar la balanza. Tan solo el poderío industrial de los
Estados Unidos, capaz de producir por ejemplo los Liberty Ships, barcos
mercantes construidos en cadena con gran capacidad de carga y en un tiempo record, asociado a medidas
defensivas como armamento antisubmarino, sistema de convoyes y como no, la gran
ventaja obtenida al violar las claves encriptadas de comunicación entre
submarinos por medio de la maquina descifradora Enigma, pudo al final ganar la
denominada Batalla del Atlántico.
U-Boot VII, el más común de los submarinos alemanes
La importancia y esfuerzo
demostrado por Alemania hacia su arma submarina, contrasta con la visión
ofrecida por sus dos principales aliados; Italia y Japón. Las dos naciones
aliadas disponían al principio de la guerra de una flota de submarinos
considerable y además, entraron en el conflicto meses o incluso años después de
Alemania, por lo que tuvieron más tiempo para adecuarse e intentar mitigar las
dificultades inherentes a la guerra submarina.
Sin embargo, Italia se
encontró con una flota compuesta por
naves de deficiente calidad y con unas tripulaciones escasamente entrenadas y
aquejadas en ocasiones de la misma falta de motivación y convicción que
afectaba a los integrantes de la flota de superficie.
El caso de Japón era
completamente distinto, en el país nipón no era la falta de coraje el problema
que se presentó durante la guerra sino una ineficaz y anacrónica visión de
combate del arma submarina que proporcionó ventaja a su adversario norteamericano.
Las acciones submarinas contra la marina mercante aliada eran observadas como
“guerra defensiva” y estaba en desacuerdo con la mentalidad de los oficiales navales
japoneses. Por esta razón, los submarinos japoneses actuaron durante el
conflicto casi de forma exclusiva contra buques
de guerra, muy al contrario que de los submarinos norteamericanos que si
atacaron y de forma muy efectiva las líneas de comunicación marítimas esenciales
para el suministro de materias primas al país asiático.
De todas formas nunca podrá
acusarse al las potencias del Eje de no sacrificarse pues fueron hundidos más
de 950 submarinos por acción bélica mas aquellos que se perdieron por otras
causas. Los alemanes fracasaron en el empeño de paralizar el envío de
suministros estratégicos a Gran Bretaña por las causas antes mencionadas y esta
circunstancia supuso en último término la concentración de tropas y material
necesario para el asalto a la “Fortaleza Europa” en 1944 y llevar a la victoria
final a las naciones aliadas.
Destino final de numerosas embarcaciones.
Esta victoria fue conseguida a
costa de grandes pérdidas materiales y por desgracia, humanas. Perdidas que
afectaron de forma considerable tanto a vencedores como vencidos. Entre 1939 y 1945,
de forma aproximada 3.500 mercantes aliados fueron hundidos con sus tripulaciones
y por ejemplo, por parte germana se perdieron 783 U-Boote llevándose con ello la
vida de 30.000 marineros de los 40.000 hombres que existieron en la flota submarina
alemana, una proporción de bajas, en este caso y de forma mayoritaria por fallecimiento,
del 75%, una cifra realmente abrumadora.
Bajas personales y materiales en la
guerra submarina.
Alemania
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Aliados
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30.000 marineros
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36.200 marineros
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783 submarinos
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36.000 marineros mercantes
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3.500 buques mercantes
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175 buques de guerra
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