La recuperación soviética de 1942.
I
Si bien la operación Barbarossa
puede considerarse como un fracaso a nivel estratégico pues realmente las
fuerzas armadas alemanas no consiguieron
alcanzar los objetivos previstos, no hay duda alguna de las impresionantes victorias
operacionales conseguidas. En las diversas operaciones de cerco, centenares de
miles de soldados soviéticos fueron puestos fuera de combate durante el verano
y principios de otoño de 1941. Cualquier otra nación ante esas pérdidas hubiese
capitulado pero La URSS no lo hizo. Se recuperó y al final venció al invasor. Sin
embargo, y teniendo en cuenta que en 1942, concretamente en el periodo de
primavera y verano el Ejército Rojo aun sufrió grandes perdidas, fue en ese
mismo año cuando se produjeron acciones que indicaban la recuperación soviética.
Por si mismo, la magnitud del Ejército Rojo, numéricamente hablando, no pudo únicamente
salvar a la Unión Soviética de una derrota frente a los nazis. Ya a principios
de 1941 el Ejército Rojo disponía en su arsenal de una serie de equipamiento
que en cierta manera igualaba al de la Wehrmacht. Solo era necesario que el
tiempo y las lecciones aprendidas con el paso de los combates indiciasen a las
autoridades rusas la manera más eficaz de usar dicho armamento y conseguir
revertir la situación.
Con la invasión germana de la
"Madre Patria" es más que seguro afirmar que los alemanes se hallaron
con una de sus peores sorpresas al enfrentarse con dos excelentes carros de
combate soviéticos, el tanque pesado KV1 y el soberbio tanque medio T-34. Con
cada mes que pasaba mejoraba la fiabilidad del T-34 y también aumentaba la
destreza de los propios comandantes de carro en el uso de sus vehículos en sus
enfrentamientos con el enemigo. En el verano de 1941 el Ejército Rojo también
adquirió un nuevo cañón antitanque, de muy alta eficacia; concretamente el cañón
Zis-2 de 57 mm de tubo largo. De esta pieza de artillería podría fácilmente
decirse que era fácilmente capaz de destruir cualquier tanque que el Ostheer
podría situar en el campo de batalla. Desafortunadamente para las fuerzas
soviéticas, el elevado coste de producción produjo que su entrega fuese discontinuada
hasta finales de noviembre de 1941, circunstancia también apoyada por la
creencia errónea que el cañón antitanque estándar de 45mm era suficiente para
los propósitos actuales y futuros.
La infantería Soviética también disponía
en su arsenal de excelente nuevo armamento. Para combates a corta distancia y
lucha urbana, el sobresaliente subfusil PPSh se introdujo en 1940 y, tras el
propio desarrollo del arma, permaneció en servicio durante toda la guerra. Es
posible que en algunos aspectos el PPSh fuese superado por su equivalente alemán,
el subfusil MP40, pero a diferencia del MP40 el subfusil soviético tenía un
proceso de fabricación simple, barato y sobre todo rápido; gracias a ello fue
producido y entregado a las fuerzas soviéticas en cantidades realmente astronómicas.
Otra arma de infantería de gran
rendimiento introducida en 1940 fue el mortero pesado de 120 mm. Este mortero
fue tan eficaz que los alemanes lo copiaron casi en su totalidad. En 1941 se
introdujeron dos tipos de fusil anticarro de 14,5 mm de calibre, el PTRS y el más
común PTRD. Estas armas, de las que casi se fabricaron medio millón de unidades
durante la guerra, eran razonablemente eficaces contra tanques ligeros y contra
los tanques medios alemanes si los valientes soldados de infantería eran capaces
de impactar sobre los lados y la parte posterior. Con el estallido de la
guerra, la artillería de campaña soviética también se actualizó y mejoró con el
caño divisional F-22 USV de 76 mm, el obús M-30 de 122 mm y el cañon-obús ML-20
de 152 mm desplegado a nivel de cuerpo. Todas estas piezas prontamente se
hallaron en plena producción.
La disponibilidad continua de
estas armas dependía totalmente de la capacidad de la industria soviética para
mantener su producción. Esta circunstancia se vio amenazada rápidamente tan
solo en unas semanas de la invasión tras el imparable avance alemán. Tanto
Ucrania y como grandes territorios de la Rusia Occidental tenían grandes probabilidades
de caer bajo dominio alemán incluyendo por supuesto sus centros industriales.
Desmantelar las industrias y trasladarlas a la seguridad de zonas más allá del
Volga e incluso de los Urales fue tal vez uno de los mayores logros de la URSS durante
la guerra. A pesar de estas vicisitudes, ya durante la segunda mitad de 1941 la
industria soviética produjo 4.177 tanques, cifra que superó los 3.796 tanques y
cañones autopropulsados producidos en Alemania en el total de ese año. A
finales de marzo de 1942 la producción soviética mensual de carros ascendía a
casi 2.000 unidades, un ritmo de producción que Alemania no pudo igualar nunca.
Otro factor clave en la
supervivencia de la Unión Soviética en 1941 fue la velocidad con la que el
ejército rojo adaptó su estructura en respuesta a las realidades de los
conflictos con la Wehrmacht. En fecha tan temprana como fue el 15 de julio de
1941, tan solo veintitrés días del inicio de la invasión alemana, Zhukov emitió
la primera de lo que sería una serie de directivas relativas a la revisión de
la estructura orgánica de las unidades soviéticas. Los cuerpos de ejército
mecanizados fueron disueltos, y las divisiones de infantería motorizadas pasaron a convertirse en divisiones
convencionales. Las divisiones acorazadas y posteriormente las divisiones de infantería
fueron reducidas en tamaño hasta un número aproximado de 10.000 efectivos, si
bien en la batalla de Moscú una división estándar disponía de la mitad de esa cifra. Sólo unas pocas de las nuevas
divisiones acorazadas se regían bajo el nuevo organigrama ya que las nuevas formaciones seguían estando
basadas en la pequeña brigada acorazada de nueve compañías, seis de las cuales disponían
de tanques ligeros, y el tamaño de una compañía acorazada, particularmente la
compañía "media" estaba estandarizado a 10 tanques. Todo este proceso
se formalizó en la orden del 23 de agosto de 1942.
Continúa en La recuperación soviética de 1942. II
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