Prisioneros de guerra en el Frente Oriental.
Soviéticos en Alemania.
Improvisado campo de prisioneros soviéticos
La guerra entre la Alemania nazi
y la URSS (1941-45) fue de lejos la más atroz y brutal de todas las acaecidas durante
el siglo XX. Alentada por un antagonismo ideológico irreconciliable, la enorme
crueldad en el frente se trasladó sin paliativos al tratamiento que ambos
bandos otorgaron a los prisioneros de guerra. De los 5,7 millones de soldados soviéticos
capturados, alrededor de 3,3 millones murieron en los campos alemanes; una bárbara
proporción de mortalidad del 57%. Comparando esta cifra con el ratio de
mortalidad entre prisioneros de guerra británicos y americanos que se sitúa
entre un 3,5 % y un 5,1% aún ofrece una visión más dramática. Por el otro
bando, un tercio de los 3 millones de soldados alemanes y austriacos que
pasaron al cautiverio también perecieron. A los aliados de Alemania, la situación
no les fue en absoluto diferente, 2 millones de soldados principalmente
rumanos, húngaros checoslovacos e italianos fueron hechos prisioneros sufriendo
un ratio de mortalidad similar a sus compañeros germanos. En los campos de
prisioneros soviéticos y alemanes, las condiciones de vida de aquellos que
fueron obligados a años de duro trabajo fueron casi insoportables. Frente a
esta perspectiva, muchos soldados de ambos bandos decidieron luchar hasta el
final, en lugar de renunciar al combate, intensificando y prolongando de esta
manera la que ya era una guerra salvaje.
A primeras horas del 22 de junio
de 1941, las fuerzas armadas de Alemania y sus aliados invadieron la Unión Soviética.
Tomado por sorpresa, el Ejército Rojo solo ofreció esporádica resistencia en
las fases iniciales de la campaña. Así, solo durante la primera semana de
julio, el ejército alemán cercó y capturó cerca de 320.000 soldados soviéticos
en Minsk y Biasystok. Con el avance posterior hacia el este, continuó la
captura de gran número de tropas enemigas, sobre todo en las bolsas de
Smolensk, Kiev y Bryansk. Cuando en diciembre d e1941, la Wehrmacht detuvo su
avance ante las afueras de Moscú, aproximadamente 3,2 millones de soldados soviéticos
habian pasado a la cautividad; en febrero de 1942 dos millones de ellos habian perecido. Esta masiva
mortalidad fue premeditada. Antes del ataque alemán, en marzo de 1941, Hitler
relevó a sus tropas de la lealtad al tradicional código de honor militar:
"Los comunistas, del primero al último,
no son camaradas. Esta va a ser una guerra de exterminio". Y a pesar
de ocasionales críticas, la Wehrmacht generalmente acató con estas premisas
genocidas.
Debido a esta circunstancia,
muchos soldados soviéticos fueron asesinados inmediatamente después de su
captura, ya que si se cumplían las ordenes, los comisarios políticos debían ser
fusilados en el acto y otros, especialmente los soldados judíos, debían ser
entregados a los escuadrones de ejecución de las SS. Desnutridos y susceptibles
de ser fusilados si eran físicamente incapaces de continuar, decenas de miles
de soldados capturados perecieron durante las interminables marchas desde el
frente a los campos de prisioneros en Polonia y Alemania. Cuando al fin
pudieron llegar a su lugar de destino, se encontraron en la mayoría de los
casos en que los campos están prácticamente desprovistos de cualquier edificación
salvo un campo estéril rodeado de alambradas. En muchísimos casos para dormir,
los prisioneros debieron cavar hoyos en la tierra. Sin instalaciones
sanitarias, estos "campamentos"
pronto se convirtieron en caldo de cultivo para el tifus y la disentería. La
llegada del invierno acentuó aún más las deplorables condiciones de los
prisioneros en sus refugios improvisados. La causa más común de muerte entre
los prisioneros de guerra en aquel momento, sin embargo, no fue la congelación
sino el hambre. Para mantener el suministro de alimentos a sus propias tropas y
a la población civil alemana, los dirigentes del Tercer Reich decidieron
inducir una eliminación "natural"
de los prisioneros rusos, considerados como "infrahumanos" y bocas inútiles de alimentar. Incluso algunos
prisioneros de guerra soviéticos se convirtieron en las primeras víctimas de
las cámaras de gas instaladas en campos de concentración, incluido Auschwitz.
De forma notoria, el tratamiento hacia los prisioneros de guerra soviéticos en
1941 – 1942 estaba acorde con la línea argumental diseñada por los nazis de una guerra de conquista y exterminio con
matices racistas en la que no existían reglas, ni legales ni éticas.
A principios de 1942, aumentó la presión
por parte de las autoridades para hacer uso de los prisioneros de guerra como
mano de obra en sectores industriales y agrícolas. En un principio y pensando
en victorias rápidas y contundentes, la dirección de guerra alemana había
planeado inicialmente desmovilizar a gran parte de la Wehrmacht con el fin de
crear un fuerza de mano de obra encaminada a la industria bélica. Sin embargo
cuando el avance se estancó, la desmovilización se convirtió en imposible. Por
el contrario y con fines de suplir esa carencia, un primer contingente de
400.000 presos soviéticos fueron obligados a trabajar en áreas tales como la
construcción de carreteras y la minería. Para cumplir con el trabajo físico se requería
una fuerza de trabajo saludable, y esta circunstancia llevó a una gradual
mejora de las condiciones de vida de los presos. En la primavera de 1942, la
tasa de mortalidad en los campos de prisioneros de guerra comenzó a caer, si
bien, esta situación no fue en su totalidad debida a la repentina benevolencia
alemana: en esos momentos, muchos prisioneros ya habían muerto por lo que la asignación
de alimentos llegó a ser suficiente para los supervivientes. De todas formas,
no fue hasta julio de 1944 cuando el suministro de alimentos para los presos
soviéticos alcanzó un nivel comparable al de los otros prisioneros de guerra
cautivos en territorio nazi; británicos y norteamericanos.
Además de trabajo, para los
presos soviéticos ingresar en las filas del ejército alemán fue otra forma de sobrevivir.
En 1942, la SS y la Wehrmacht comenzaron a reclutar voluntarios entre los
prisioneros de guerra. Apelando al sentimiento anticomunista y a la voluntad de
sobrevivir entre los prisioneros, estos esfuerzos tuvieron éxito. Decenas de
miles de antiguos soldados soviéticos sirvieron en batallones especiales bajo
el mando de oficiales alemanes, así como dentro del ejército del Teniente
General Andrei Vlasov, un ex comandante del Ejército Rojo que cambió de bando,
y en batallones de trabajo alemanes. El número total de expresos soviéticos que
formaron parte de las fuerzas armadas alemanas es desconocido, pero algunas estimaciones
van desde los 250.000 hombres hasta aproximadamente 1 millón. Los restantes
prisioneros de guerra formaron parte del gigantesco contingente de mano de obra
forzada, diríase esclavizada, que sostuvo el sector industrial del Tercer Reich
en los últimos años de la guerra. Sus condiciones de vida seguían siendo muy duras,
por lo que 1,3 millones de prisioneros perecieron en cautiverio alemán entre
1942 y 1945. Paradójicamente y a pesar de la victoria aliada, las penurias de
muchos presos soviéticos no acabaron con el fin de la guerra. De
aproximadamente 1,8 millones de presos finalmente repatriados a la URSS,
150.000 fueron condenados a seis años de trabajos forzados por "ayudar al enemigo", y casi todos
los demás experimentaron la hostilidad engendrada por la infame Orden 270
emitida por el líder soviético Josef Stalin, que señalaba a todos los soldados del
Ejército Rojo capturados por el enemigo como "traidores a la patria".
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