Consideraciones al ataque sobre
Pearl Harbor. 1ª parte.
Insatntes previos al ataque japonés sobre Pearl Harbor
Durante los años anteriores a la
guerra, la Armada japonesa había preparado minuciosamente su flota para una
estrategia particular: la denominada "batalla decisiva". Esta ación se
llevaría a cabo en sus aguas territoriales, después de que la flota de los EE.
UU. hubiera sido diezmada por aviones y submarinos durante su largo tránsito
desde Pearl Harbor hasta las aguas japonesas. La flota fue diseñada para esta
tarea, y así el combustible mínimo necesario, la habitabilidad y en algunos
casos la estabilidad de los barcos se sacrificó por la velocidad y la potencia
de fuego. Los buques de logística, los buques nodriza, los buques de reparación
y el desarrollo de las bases de apoyo avanzadas no eran necesarios en esta
estrategia. Las bases debían recibir un desarrollo mínimo, suficiente para
acoger aviones de reconocimiento y bombarderos de largo alcance así como una
guarnición dispuesta al sacrificio. Solo eran obstáculos en el camino de la
flota estadounidense y probablemente se perderían con el avance del adversario.
No se necesitaban flotas auxiliares, porque se esperaba que el combate más
intenso se produjera cerca de la patria japonesa en una batalla decisiva.
Cuando el gobierno japonés
decidió llevar a cabo una guerra de conquista, la estrategia debía reajustarse.
En ese momento, se requeriría que la Armada tomara y mantuviera las islas
periféricas como una forma de evitar que los Aliados recuperaran las vitales
áreas de recursos naturales que los japoneses conquistarían para mantener su
máquina de guerra. El lugar previsto para la batalla decisiva se trasladó cada
vez más lejos de las aguas del Imperio hasta que finalmente estuvo cerca de las
Islas Marshall, a 4250 km de Japón. Por esta razón se necesitarían bases y se
encargarían fuerzas auxiliares para atender a la flota situada lejos de sus
puertos de origen, pero la falta de recursos que obligaría a Japón a entrar en
la guerra también le impediría establecer las bases y las fuerzas auxiliares
necesarias.
Pero primero, los japoneses
tuvieron que lograr las conquistas deseadas, un proceso que, incluso en el
vacío de fuerzas en el Pacífico causado por la guerra en Europa, probablemente
llevaría meses. Los japoneses necesitarían la mayor parte de su flota para esta
ofensiva, dispersa a lo largo de miles de millas soportando múltiples avances
simultáneos. El factor clave era la Flota del Pacífico de los Estados Unidos.
Si bien consistía en menos de la mitad de los buques de guerra comisionados por
los estadounidenses, podría reforzarse, y un movimiento de la flota hacia
Filipinas cortaría las líneas de comunicación japonesas en su avance del sur,
cortaría los recursos en su trayecto hacia Japón y amenazaría el imperio con la
derrota.
Almirante Isoroku Yamamoto
Yamamoto propuso un ataque contra
la base principal de la Flota del Pacífico en Pearl Harbor, utilizando toda la
fuerza disponible de sus portaaviones. Lo que está claro es que Yamamoto
buscaba los acorazados, principalmente para asestar un golpe psicológico contra
Estados Unidos, con la esperanza de que resultaría en una paz negociada después
de que los japoneses hubieran asegurado sus conquistas. A la sombra de los
resultados históricos del ataque de Pearl Harbor, lo que se entiende poco es
que Yamamoto y el resto de la estructura de mando japonesa esperaba sacrificar
al menos dos portaaviones para este objetivo y quizás más, convirtiéndolo en un
cambio de "portaaviones por acorazados". Esta comprensión desmiente
la suposición general anterior de que Yamamoto era un visionario de la aviación
que creía que los acorazados eran obsoletos. Esta teoría está confirmada por
las instrucciones de Yamamoto al Kido Butai, ordenándoles que continuaran
avanzando en su ataque incluso si fueron detectados 24 horas antes de la
incursión, y que atacaran incluso si no había portaaviones anclados en Pearl
Harbor. Claramente, Yamamoto estaba dispuesto a poner en peligro a sus frágiles
portaaviones a cambio de destruir los acorazados.
Testimonios japoneses indican que
necesitaban destruir cuatro acorazados estadounidenses. Este número
probablemente estaba basado en los cálculos utilizados para determinar las
proporciones de fuerza necesarias para derrotar a la flota estadounidense
después de un avance a través del Pacífico. Este número se confirma al volver a
calcular las proporciones específicas que los japoneses intentaron obtener en
las negociaciones durante las diversas conferencias de limitación del poder
naval entre 1922 y 1936. Incluso de esta manera, habría poco margen para una
victoria japonesa: admitieron que si la confrontación ocurriera según lo
planeado, tenían solo una probabilidad de 50% de victoria, una probabilidad
bastante baja de éxito considerando que el destino del país estaba en riesgo.
El objetivo declarado de Yamamoto
era paralizar la Flota del Pacífico lo suficiente como para evitar que actuara
contra el flanco del avance japonés durante al menos seis meses. Lo que no se
reconoce comúnmente es que este objetivo echaba por la borda los convencionales
planes japoneses para una batalla decisiva entre las flotas contrarias que
permitiría una victoria japonesa. De hecho, si los estadounidenses se demoraran
seis meses, no tendrían ningún incentivo para involucrar a los japoneses en una
acción de flota hasta que su fuerza se reforzara lo suficiente por la inminente
llegada de nuevos buques construidos. Un ataque exitoso contra Pearl Harbor
forzaría a los estadounidenses a una estrategia de "guerra larga"
desde el principio, exactamente el tipo de guerra que los japoneses sabían que
no podían ganar. Yamamoto lo reconoció. Después de la conquista de las áreas de
recursos, tuvo que forzar la confrontación con los estadounidenses. Necesitaba
una batalla decisiva por cualquier medio posible. Trató de forzar una en el
medio del Pacífico, que luego condujo a la derrota en la Batalla de Midway.
Ataque a Pearl Harbor
La acusación más contundente
contra los estrategas japoneses y el servicio de inteligencia es que no
necesitaban un ataque contra Pearl Harbor para obtener sus necesarios seis
meses. A los estadounidenses les habría llevado seis meses reunir suficientes
petroleros y buques auxiliares para poder lanzar significativas operaciones
ofensivas, suponiendo que el curso de la guerra en Europa permitiera tal
concentración. Las incursiones habrían sido posibles, pero no lo suficientemente
graves como para influir en el devenir y el resultado de la fase uno de
expansión del Japón hacia el sudeste asiático. Generalmente ciegos a las
restricciones logísticas, a los japoneses no les importaba visualizar o
comprender las restricciones bajo las cuales los estadounidenses operarían.
Continúa en Consideraciones al ataque sobre Pearl Harbor. 2ª parte
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