Perspectiva táctica de la campaña de Túnez
Usando la ventaja de las líneas interiores, Rommel se retirò
rápidamente de sus posiciones en el suroeste para ir a enfrentarse a Montgomery
una vez más, lanzando un ataque importante en Medenine el 6 de marzo. Pero al
igual que en la posición “Snipe” durante la batalla del el Alamein, los cañones
antitanque del 8º Ejercito, incluyendo ahora el potente 17-pdr “Pheasant”, se
las arreglaron para rechazar el ataque sin la participación de la infantería o
de los carros de combate. Era la confirmación de que no solo los antitanques
eran el arma realmente decisiva en la guerra del desierto sino además por fin
los británicos habían comprendido como usarlos apropiadamente, al menos en su
papel defensivo, ya que nunca copiaron la táctica de los alemanes de llevar los
cañones antitanque en la vanguardia de cada ataque acorazado.
Tras Mededine, Montgomery continuó su ataque, flanqueando la Línea
Mareth el 20 de marzo, asaltando la posición de Wadi Akarit el 6 de abril y
llevando la persecución hasta Enfidaville. Mientras tanto, las tropas de
Eisenhower presionaron desde el oeste, desde Kasserine a través de Gafsa hacia
El Guettar, y desde la estación de Sened hasta Maknassy. En abril, los aliados
lanzaron otra nueva ofensiva en el norte hacia Bizerta, con efectos
devastadores. Las fuerzas del Eje fueron reducidas poco a poco y arrinconadas
en el perímetro alrededor de la propia Túnez, ciudad que de forma progresiva
también fue aislada por aire de su base logística en Sicilia. El final de la
campaña en el Norte de África llegó el 13 de mayo cuando las tropas del Eje por
fin se rindieron.
En términos tácticos, la campaña tunecina representa una sorprendente
mezcla de viejas y ultramodernas tácticas. Debido a que el terreno era
accidentado y montañoso, donde pocos vehículos motorizados podían aventurarse
lejos de los llanos valles, se usó de nuevo el transporte animal, por medio de
mulas; hasta incluso las tropas francesas utilizaron alguna unidad de caballería
en el campo de batalla. En cambio, al mismo tiempo y en la misma campaña,
apareció en combate el temible PzKpfw VI Tiger, concretamente el 28 de
noviembre de 1942. Carro pesado sumamente blindado y equipado esencialmente con
el mismo cañón antitanque de 8,8 cm que en su versión remolcada ya había
demostrado su letal efectividad contra las fuerzas blindadas aliadas. Sin
embargo el 28 de noviembre solo cuatro Tigers fueron destinados al combate y su
comportamiento no fue particularmente bueno. Posteriormente llegaron solamente
otros 22 tanque y esta cantidad fue reducida a ocho en abril de 1943. Eran
carros mecánicamente poco fiables y su punto débil eran sus cadenas y su motor
que si eran dañados por minas o por fuego artillero, solo podían ser reparados
si los alemanes conservaban el campo de batalla por la noche, una situación que
hacía mucho tiempo que no solía darse. Los nuevos y pesados cañones antitanque
aliados podían dañar al Tiger con disparos laterales o posteriores,
circunstancia que se daba a menudo en Túnez, cuando se disparaban desde
posiciones enemigas preparadas.
El 14 de febrero de 1943, a los Tigers se les sumo un nuevo acompañante,
El lanzacohetes de seis tubos, Nebelwefer, denominado “Screaming Meemie o
Moaning Minnie” por los soldados aliados. Hasta 1944 estas dos armas fueron un
azote de los ejércitos aliados, pero a principios de 1943 su número y uso no
era lo suficientemente elevado para afectar significativamente el resultado de una
batalla.
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