Proviene de Portaaviones alemanes e italianos I.
El Aquila ya estaba preparado para sus pruebas en alta mar cuando
Italia firmó el armisticio en septiembre de 1943 y su componente aéreo lo
hubiese estado nueve meses más tarde. El Falco,
rebautizado como Sparviero, apenas
había progresado su construcción mas allá de los trabajos de las etapas
iniciales cuando se firmó el armisticio. Los alemanes tomaron el control de
ambos buques pero la falta de combustible y de tripulación impidió su uso
activo en operación alguna.
Mientras, Hitler ordenó a la
Kriegsmarine retomar los trabajos sobre el Graf Zeppelin en agosto de 1942. Aparte
de esto, se propuso la construcción de dos nuevos portaaviones y un crucero que
ya estaba en los astilleros también paso a estudio de reconversión en
portaaviones. Como los italianos, los alemanes consideraron la opción de
transformar dos buques de pasajeros en portaaviones, mientras, la Luftwaffe
retomaba el diseño de una versión naval del Ju-87 y se preparaba para la
producción del Messerschmidt Bf-109 embarcado. Ninguno de estos planes alcanzó
la luz ya que las prioridades del tejido productivo de Alemania estaban
encaminadas a hacer frente a las consecuencias que el bombardeo estratégico
aliado estaba produciendo, es decir, la mayoría de la producción industrial fue
para la construcción de cazas que defendieran los cielos de Alemania y para
reponer las perdidas en material que sufría el ejercito en el frente del este.
Planos y fotografía del Ju-87 adaptado para ser embarcado.
También existían problemas más
focalizados sobre la misma construcción de los portaaviones alemanes. El diseño
de construcción del Graf Zeppelin estaba basado en un balance defectuoso y
debía ser reconstruido añadiendo 9000 tn. de desplazamiento extra y por ello se
retrasaría su finalización aun más en el tiempo. La fecha límite se demoró
incluso a finales de 1943. Esta circunstancia y la escasez de combustible
fueron un obstáculo tan grande que se dieron muy pocas probabilidades a que el
buque fuese algún día operativo, incluso contado que el componente aéreo
pudiese estar en condiciones de uso. El plan alemán de construcción y empleo de
portaaviones fue cancelado de nuevo con la misma rapidez con la que fue
retomado.
Es interesante reseñar la intensa
cooperación existente entre Alemania e Italia en referencia al diseño,
construcción y equipamiento de sus respectivos portaaviones. Los ascensores,
las catapultas y las técnicas de apontaje eran de diseño alemán. Así tanto el
Graf Zeppelin como el Aquila fueron equipados con dos elevadores y dos
catapultas. La catapulta estaba diseñada para ser accionada mediante aire
comprimido y podía lanzar un avión de cinco toneladas cada treinta segundos.
Sin embargo los depósitos de aire necesitaban recargarse, operación que duraba
50 minutos, necesariamente tras solo nueve lanzamientos. Aun peor, los buques
carecían de radar y además los cañones estaban emplazados a lo largo de los
laterales de los hangares, reduciendo el número de aviones que el portaaviones
podía transportar y mantener al mismo tiempo. Ante esta circunstancia, que fue
vista como un fallo de estabilidad por
parte italiana, se aligeró el peso de los montajes de artillería
mientras que los alemanes decidieron expandir el volumen del casco para así conservar
la batería de cañones. Sin embargo, ningún diseño fue optimizado buscando un
rendimiento alto para las operaciones
aéreas y por ello es acertado pensar que los dos portaaviones hubiesen
estado muy limitados si alguna vez hubiesen entrado en combate, tanto
defensivamente como en tareas ofensivas.
Ju-87 catapultado.
De todas formas, es justo indicar
que aun con portaaviones bien diseñados el resultado para alemanes e italianos también
hubiese sido negativo. En 1943, la situación en el Atlántico y en el Mediterráneo
donde los aliados disfrutaban de la ventaja proporcionada por el conocimiento
de los códigos navales enemigos mas la escasez de combustible aseguraban de antemano
la casi total destrucción de cualquier portaaviones que hubiese podido
salir a alta mar. Los portaaviones del
Eje hubiesen podido realizar un impacto significativo en la guerra en 1941 pero
su uso en fechas posteriores más que beneficios es casi seguro que hubiese sido
perjudicial, debido ala pérdida tanto en recursos humanos, materiales y tecnológicos.
El componente aéreo de un portaaviones requiere constante práctica para ser
efectivo y ninguna nación europea del Eje disponía de suministro de fuel
suficiente para mantener dicha efectividad. Más aun, ninguna fuerza aérea tenia
los recursos o la disposición necesaria para proporcionar aviones de reemplazo
o modernizar su flota aérea naval tal y como avanzaba la contienda y las
propias armadas situaban el desarrollo aéreo naval al final de la cola de
prioridades. Los portaaviones son una amalgama de tecnología naval y aérea que
requiere una fuente de recursos constante y comprometida. Ni Alemania ni Italia
disfrutaron en ningún momento de ese compromiso en referencia a la aviación
embarcada.