La conocida como Marcha de la
Muerte de Bataan fue la brutal marcha de prisioneros de guerra estadounidenses
y filipinos durante la Segunda Guerra Mundial que se produjo en Filipinas de
forma forzada tras la rendición aliada ante los japoneses. La marcha de 100 kilómetros
comenzó el 9 de abril de 1942, con al menos 72,000 prisioneros de guerra desde
el extremo sur de la península de Bataan en Filipinas. Algunas fuentes dicen
que 75,000 soldados fueron hechos prisioneros después de la rendición en
Bataan, desglosados en 12,000 estadounidenses y 63,000 filipinos. Las horribles
condiciones y el trato duro de los prisioneros durante la Marcha de la Muerte
de Bataan dieron como resultado una cifra aproximada de entre 7.000 a 10.000
muertos.
Rendición en Bataan
Solo unas horas después del
ataque japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, los japoneses atacaron
las bases aéreas en las Filipinas controladas por los estadounidenses. En un
ataque aéreo por sorpresa llevado a cabo alrededor del mediodía del 8 de
diciembre, la mayoría de los aviones militares en el archipiélago fueron
destruidos.
A diferencia de Hawái, los
japoneses continuaron su ataque aéreo en Filipinas con una invasión terrestre.
Mientras las tropas terrestres japonesas se dirigían hacia la capital del país,
Manila, las tropas estadounidenses y filipinas se retiraron el 22 de diciembre
a la península de Bataan, en la parte occidental de la gran isla filipina de
Luzón.
Desprovistos de alimentos y otros
suministros al estar bloqueados por los japoneses, los soldados estadounidenses y filipinos
lentamente fueron agotando sus suministros, pasando de media ración al día a un
tercio de ración y por último a un cuarto de ración. En abril, ya llevaban tres
meses de duros combates en las selvas de Bataan y las tropas aliadas se
encontraban hambrientos y sufriendo enfermedades.
No había otra opción que capitular.
El 9 de abril de 1942, el general estadounidense Edward P. King firmó el
documento de rendición, terminando así la llamada Batalla de Bataan. Los
soldados estadounidenses y filipinos que quedaron fueron tomados por los
japoneses como prisioneros de guerra. Casi de inmediato, comenzó la Marcha de
la Muerte de Bataan.
Comienza la Marcha.
El propósito de la marcha era
llevar a los 72,000 prisioneros de
guerra desde Mariveles en el extremo sur de la península de Bataan hasta Camp
O'Donnell en el norte. Los prisioneros debían marchar 88 kilómetros desde
Mariveles a San Fernando, luego viajar en tren hasta Capas antes de caminar los
últimos 12 kilómetros hasta Camp O'Donnell.
Recorrido de La Marcha de la Muerte de Bataan.
Los prisioneros fueron separados
en grupos de aproximadamente de 100, con sus asignados guardias japoneses y
obligados a caminar. A cada grupo le costaba unos cinco días realizar el
trayecto. El recorrido habría sido arduo para cualquier persona, pero los
hambrientos y débiles prisioneros
soportaron además un trato cruel durante su largo viaje por parte de sus
captores, haciendo que la marcha fuera mortal.
Los soldados capturados no
recibieron agua y muy poca comida. Aunque pozos artesianos con agua potable se
hallaban escalonados durante el camino, los guardias japoneses dispararon a los
prisioneros que rompieron la fila e intentaron beber. Algunos prisioneros
recogieron agua estancada mientras caminaban, dando lugar a que enfermaran lo
que enfermó a muchos.
Los prisioneros recibieron un par
de bolas de arroz durante su larga marcha. Los civiles filipinos intentaron
entregar comida a los prisioneros que marchaban, pero los soldados japoneses
mataron a los que intentaron ayudar.
Calor y brutalidad aleatoria
El intenso calor durante la
marcha fue inmisericorde. Los japoneses exacerbaron el dolor al hacer que los
prisioneros se sentaran al sol durante varias horas sin sombra donde cobijarse,
una forma de tortura llamada "el tratamiento solar".
Sin comida ni agua, los
prisioneros estaban extremadamente débiles mientras marchaban bajo el sol
abrasador. Muchos estaban gravemente desnutridos; otros se encontraban heridos
o sufrían enfermedades que habían contraído en la jungla. A los japoneses no
les importó ninguna circunstancia personal: si alguien disminuía la velocidad o
se retrasaba durante la marcha, fueron fusilados o muertos a bayonetazos. Un
llamado "escuadrón de buitres" japonés siguió a cada grupo de
prisioneros que marchaban para matar a los que no podían seguir el ritmo.
La brutalidad al azar era común.
Los soldados japoneses frecuentemente golpeaban a los prisioneros con la culata
de sus rifles. Matarlos a bayonetazos era común. Las decapitaciones
prevalecieron. También se negaron a los prisioneros las más simples condiciones
de higiene que a la vez otorgaban un mínimo sentimiento de dignidad. Los
japoneses no ofrecieron letrinas ni descansos para realizar las necesidades fisiológicas
lo largo de la larga marcha. Los prisioneros que tuvieron que defecar lo
hicieron mientras caminaban.
Soldados norteamericanos transportando a un compatriota herido
La llegada a Camp O'Donnell.
Cuando los prisioneros llegaron a
San Fernando, fueron conducidos hasta la estación ferroviaria. Los japoneses forzaron
a tantos prisioneros a entrar en cada vagón que solo había espacio para estar
de pie. El calor y otras condiciones internas causaron más muertes.
Al llegar a Capas, los
prisioneros restantes marcharon otros doce kilómetros. Cuando llegó el último
prisionero al campamento O'Donnell, se descubrió que solo consiguieron
finalizar la Marcha de la Muerte un total 54,000 prisioneros. Se estima que
ente 7.000 a 10.000 soldados habían muerto en el camino, mientras que el resto
de soldados desaparecidos presumiblemente escaparon a la selva y se unieron a
grupos guerrilleros.
Las condiciones en Camp O'Donnell
también fueron brutales, provocando en las primeras semanas miles de muertes de
prisioneros que añadir al computo global.
Responsabilidades.
Después de la guerra, un tribunal
militar estadounidense acusó al teniente general Homma Masaharu de las
atrocidades cometidas durante la Marcha de la Muerte de Bataan. Homma estaba a
cargo de la invasión de Filipinas y ordenó la evacuación de los prisioneros de
guerra de Bataan.
Homma aceptó la responsabilidad
de las acciones de sus tropas, pero afirmó que nunca ordenó tal crueldad. El
tribunal lo encontró culpable. El 3 de abril de 1946, Homma fue ejecutado por
un pelotón de fusilamiento en la ciudad de Los Baños en Filipinas.
Estatua memorial
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