miércoles, 25 de mayo de 2016

Leopoldo III de Bélgica durante la Segunda Guerra Mundial. 2º parte.

Leopoldo III de Bélgica durante la Segunda Guerra Mundial.

Provienen de Leopoldo III de Bélgica durante la Segunda Guerra Mundial.1º parte.

Como se ha comentado la decisión de rendir el ejército fue criticado tanto por los aliados como por compatriotas pero no todos los belgas estuvieron en contra de tal acción. Existen fuentes que elogiaron la decisión al permitir la salvación de más de 2 millones de belgas encerrados dentro de la bolsa creada por el avance alemán además la gran mayoría de los belgas flamencos apoyaron al rey.

Hay que reconocer que el rey Leopoldo vio la situación muy desesperada. Así, decidió que no se diese más derramamiento de sangre ante una causa perdida. Hubo algún apoyo para este punto de vista. El propio almirante Sir Roger Keyes que se encontraba en el cuartel general del ejército belga durante los intensos combates insistió que el rey Leopoldo no tenía ninguna opción militar salvo la rendición. Seguramente sea cierto, pero unos días más de resistencia habría hecho más fácil la evacuación británica y francesa en Dunkerque. Por supuesto los aliados fueron especialmente críticos con las acciones del rey. Reynaud difundió una diatriba mordaz considerando  a su majestad como un traidor. También es posible que ante la desintegración de su ejército, los franceses buscasen un chivo expiatorio. Hay una razonable pregunta sobre ¿Quién abandonó a quién? Los belgas nunca fueron informados de que la fuerza expedicionaria británica (BEF) fuese a evacuarse dejando a su suerte a las tropas belgas. Sin duda el análisis final es muy complicado ya que la BEF pudo ser evacuada más o menos correctamente. Si los alemanes hubiesen destruido la BEF en Dunkerque, sería muy difícil aceptar la liberación de Bélgica en 1944. Por supuesto todo aparece de forma muy distinta con el paso del tiempo.

Los representantes gubernamentales de Bélgica después de la rendición del ejército por parte del rey Leopoldo se reunieron en Limoges, Francia. Condenaron más la acción del rey que ayudar a la formación de un gobierno en el exilio.  Algunos belgas también son críticos sobre la manera en que se formó dicho gobierno en el exilio. Un lector informa, "el gobierno en el exilio dio tres  bandazos tres veces durante la ocupación. Fue el mismo gobierno que para salvar la cara se deshizo del rey Leopoldo. Se halló ante un problema constitucional". De todas formas el 18 de junio estableció un gobierno belga en el exilio, temporalmente en Burdeos, Francia. Declaró la destitución del rey y cuando Francia también se vio obligada a buscar un armisticio, sus líderes políticos, Spaak y Pierlot, huyeron a Londres. Allí se creó la Legión Belga. El gobierno en el exilio mantuvo el control del Congo belga y Ruanda y reclutó una pequeña fuerza.


Tropas de caballería  alemanas desfilando enfrente del Parlamento belga.

El rey Leopoldo pidió un armisticio a los alemanes el 27 de mayo, ordenó a su ejército la entrega de las armas al día siguiente y se negó a huir con los ministros para formar un gobierno en el exilio en Inglaterra. El rey compartió con valentía el destino de sus tropas y sus súbditos y realizó una promesa solemne a sus tropas "pase lo que pase compartiré su destino". Leopoldo se reunió con Adolf Hitler en noviembre de 1940 en Berchtesgaden. Fuentes contemporáneas  indicaron que se las arregló para conseguir la liberación de 50.000 prisioneros de guerra belgas y la promesa de mejores condiciones de vida para la población belga, sobre todo referentes a la alimentación, siempre desde una posición igualatoria, nunca subordinada y con la intención de influir para conseguir mejores términos de  negociación para Bélgica en comparación con situaciones similares de otros países ocupados". Sin embargo, los aliados occidentales y muchos belgas no dejaron de considerar como un colaborador. No obstante, debe decirse que Leopoldo demostró gran valentía negándose posteriormente a administrar su país bajo control alemán y dar una apariencia de legitimidad al Gobierno de ocupación nazi.

Tras la ocupación y de forma nada sorprendente, algunos grupos fascistas  y políticos como Hendrik de Man, decidieron colaborar con los nazis. Muchos pensaron que las sorprendentes victorias alemanas en 1939-40 no dejaban otra opción y así De Man lideró el régimen colaboracionista belga. La Wehrmacht, bajo el mando del general Alexander von Falkenhausen y su jefe administrativo Eggert Reeder, controló y administraron el régimen de ocupación. De hecho, el gobierno militar alemán administró los asuntos civiles incluso la mayoría de los asuntos de índole personal.

La figura del rey pasó a un segundo plano, sin embargo retomó notoriedad cuando volvió a casarse. El rey Leopoldo despertó más críticas con su matrimonio en 1941 con una dama flamenca de origen no nobiliario, es decir, plebeya. Leopoldo se casó con Marie Lilianne Baels (1916-2002), más adelante princesa de Rethy, en una ceremonia religiosa el 11 de septiembre de 1941. La ceremonia civil tuvo lugar el 6 de diciembre de 1941 en el castillo de Laeken. Su padre era Henri Baels y su madre Anne Marie De Visscher. Esta unión no  fue bajo ningún aspecto popular entre la población belga. No sólo su esposa era de origen plebeyo, y en cierto modo reemplazaba la figura de la muy querida primera esposa del rey, sino que ciertas facciones vieron un carácter pronazi en la figura de la segunda esposa del rey aunque realmente no existen evidencias de tal comportamiento.

Leopoldo III y su segunda esposa, Lilian Baels.

Conforme los aliados iban avanzando hacia la victoria, el rey Leopoldo fue hecho prisionero por los alemanes hasta el final de la guerra. Estuvo confinado en un principio en su propio castillo de Laeken, Bruselas. Sin embargo, tal y como los aliados se acercaron a Bélgica, los alemanes detuvieron al rey y su familia y fueron trasladados en primer lugar a Alemania, concretamente en Hirschein, Sajonia y después a Strobl Austria de donde finalmente fueron liberados por soldados estadounidenses.


Tras la guerra, la situación respecto a la figura de Leopoldo III no había cambiado existiendo controversia sobre su papel durante la ocupación alemana, y por ello los aliados se abstuvieron de apoyar su retorno a Bélgica para así evitar desórdenes internos. Fue nombrado regente el hermano del rey, el príncipe Carlos, y se acusó a Leopoldo III de incapacidad para reinar por ordenar en 1940 la capitulación del ejército belga ante los alemanes, por incluirse él mismo como Jefe de Estado en semejante rendición y por negarse a seguir al gobierno legítimo hacia el exilio estando en condiciones de hacerlo. Al faltar una decisión rápida sobre la denominada cuestión real, Leopoldo III se instala en Suiza pero sin abdicar. Sin embargo, en 1946 el Parlamento inicia una investigación sobre las determinaciones de Leopoldo en 1940 sin que al final pueda asegurarse la existencia de una deslealtad que impida al monarca ejercer sus derechos.

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