jueves, 11 de mayo de 2017

La epopeya de la Fuerza Z III

La epopeya de la Fuerza Z III

Proviene de La epopeya de la Fuerza Z II


 Postal  japonesa conmemorativa del hundimiento de la Fuerza Z


El segundo ataque fue llevado a cabo por 17 Nell equipados con torpedos del grupo Genzan. Ocho aviones lanzaros sus torpedos a 600-1500 metros del Prince of  Wales. Los japoneses afirmaron tres impactos, pero sólo dos fueron confirmados por los británicos. Pero esas dos explosiones, ambas a las 11:44 h. condenaron al "insumergible" Prince of  Wales. Los torpedos explotaron por el lado de babor por detrás de la torreta trasera de 14 in, dañando el eje de la hélice exterior e inundando varios compartimientos. La inundación ocasiono una escora de 11,5 grados, una disminución de la velocidad hasta los 15 nudos y dejo fuera de acción a los principales cañones antiaéreos. Mientras tanto, nueve aviones torpederos atacaron al Repulse, pero según los británicos ninguno explotó, a pesar de la reclamación japonesa de cuatro impactos. En ese preciso momento, seis aviones del Grupo Aéreo Mihoro también estaban atacando el Repulse con bombas pero ninguna explotó sobre el crucero de batalla.

El tercer ataque duró desde las 11:57h. hasta las12:02 h. fue realizado por con ocho torpederos Nell del Grupo Mihoro, que lanzó sus torpedos contra el Repulse. Las perfectas maniobras evasivas del crucero de batalla impidieron cualquier impacto. La siguiente oleada, llevado a cabo por  26 Betty del Grupo Aéreo Kanoya, ocurrió desde las 12:20 hasta las 12:32 h. Seis aviones atacaron al maltrecho Prince of Wales lisiado y 20 al aún ágil Repulse. El acorazado, incapaz de maniobrar  fue alcanzado por cuatro torpedos por su costado de estribor. Un bien ejecutado ataque de pinza sobre el Repulse presentó a su capitán una situación imposible de salvar. Cinco torpedos explotaron en los costados del crucero de batalla escorándose de forma muy acusada y rápidamente. El barco se hundió a las 12:32 h.



Hundimiento del HMS Repulse

La siguiente oleada de aviones japoneses compuesta por nueve bombarderos de nivel del Grupo Aéreo Mihoro se centró en atacar los destructores de escolta. Ninguna bomba alcanzó objetivo alguno. El ataque final de los Nell del Grupo Mihoro tuvo al Prince of Wales como blanco. Siete aviones lanzaron bombas de 1100 lb. Una alcanzó al acorazado en la cubierta superior de la catapulta, penetrando sobre la cubierta principal donde estalló provocando graves bajas.

A partir de ese momento, simplemente era cuestión de tiempo que se hundiera el acorazado. Su velocidad se había reducido a tan solo 6 nudos, y el ángulo  de escora del barco aumentaba rápidamente. La orden de abandonar el barco fue dada a las 13:15 h. Cinco minutos después, el Prince of Wales se hundía. Tan solo quedaban los tres destructores cuya misión pasó a ser la de rescatar a los supervivientes del agua; acción que realizaron sin ser atacados por aviones enemigos. Del Repulse se perdieron 513 marineros siendo rescatados 796, las cifras fueron mejores en el caso del Prince of Wales ya que se rescataron 1285 marineros y perdieron la vida 327. Los japoneses tan solo perdieron 21 aviadores, tres aviones derribados y 27 dañados.

El hundimiento del Prince of Wales y del Repulse marcó no sólo el final de la era del acorazado  Dreadnought sino también el fin de la hegemonía británica como potencia marítima en el Lejano Oriente. Como la Royal Air Force también fue rápidamente puesta fuera de combate, el destino de Singapur recayó únicamente sobre el ejército británico.



La pérdida de la fuerza Z fue recibida en Gran Bretaña con gran consternación. ¿Pero era inevitable? Antes de zarpar Phillips se hallaba ante tres opciones: permanecer en Singapur y ser bombardeado, trasladarse a una posición más segura y mantener su flota para posteriormente llevar a cabo alguna acción o atacar la invasión japonesa, sabiendo que sólo la potencia marítima  podría derrotar a los japoneses. No en vano, eligió esta última. Cuando su plan fue discutido con su estado mayor el 8 de diciembre, nadie disintió. Phillips era consciente de los riesgos, pero confiaba en que podría ocuparse de cualquier flota de superficie japonesa que se encontrara en la zona, era sabedor de la solitaria presencia de un crucero de batalla de la clase Kongo y de varios cruceros y más que nada no sopeso la amenaza que suponía un ataque aéreo. Con el elemento sorpresa a su favor, pensaba que podía asestar un serio golpe a la fuerza de invasión japonesa en la mañana del 10 de diciembre. Con la base más cercana de bombarderos de la Armada Imperial japonesa a 400 millas de Singora y a 370 millas de Kota Bharu, Phillips minimizó el peligro de un ataque con aviones torpederos.  El bombardeo de la flota a alta cota ni llego a plantearse.




Después de la tragedia, parece ser que se dio un sentimiento generalizado acerca de la inevitable e inútil perdida del Prince of Wales y del Repulse. La fuerza enviada a Extremo Oriente era insuficiente para actuar como elemento de disuasión, e igualmente inadecuada como flota equilibrada con la potencia necesaria para interrumpir la invasión japonesa. No hay duda que Phillips o cualquier otro almirante de la Royal Navy habría decidido correr un riesgo calculado al atacar la fuerza de invasión japonesa. También es indudable que ningún almirante británico era consciente del poder y del alcance de los grupos aéreos de la armada nipona basados en tierra. Así mismo, el factor de la falta de protección aérea sobre la Fuerza Z también en cierta manera es despreciable pues  aunque un escuadrón de mal armados y poco resistencia cazas Buffalo hubiesen estado presente, el resultado no habría cambiado, solo hubiese variado el coste  para los japoneses.

En un análisis final, la decisión de enviar una fuerza totalmente inadecuada y desequilibrada a una base insegura fue desde un principio errónea. La premisa para toda la operación, que una fuerza de dos acorazados podría actuar como elemento disuasorio para los japoneses, que ciertamente iban a la guerra por su supervivencia nacional, no tenía ninguna base en realidad. Realmente, la responsabilidad por la pérdida de la Fuerza Z fue solo de Churchill.

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