miércoles, 29 de noviembre de 2017

Prisioneros de guerra en el Frente Oriental I

Prisioneros de guerra en el Frente Oriental.

Soviéticos en Alemania.



Improvisado campo de prisioneros soviéticos 


La guerra entre la Alemania nazi y la URSS (1941-45) fue de lejos la más atroz y brutal de todas las acaecidas durante el siglo XX. Alentada por un antagonismo ideológico irreconciliable, la enorme crueldad en el frente se trasladó sin paliativos al tratamiento que ambos bandos otorgaron a los prisioneros de guerra. De los 5,7 millones de soldados soviéticos capturados, alrededor de 3,3 millones murieron en los campos alemanes; una bárbara proporción de mortalidad del 57%. Comparando esta cifra con el ratio de mortalidad entre prisioneros de guerra británicos y americanos que se sitúa entre un 3,5 % y un 5,1% aún ofrece una visión más dramática. Por el otro bando, un tercio de los 3 millones de soldados alemanes y austriacos que pasaron al cautiverio también perecieron. A los aliados de Alemania, la situación no les fue en absoluto diferente, 2 millones de soldados principalmente rumanos, húngaros checoslovacos e italianos fueron hechos prisioneros sufriendo un ratio de mortalidad similar a sus compañeros germanos. En los campos de prisioneros soviéticos y alemanes, las condiciones de vida de aquellos que fueron obligados a años de duro trabajo fueron casi insoportables. Frente a esta perspectiva, muchos soldados de ambos bandos decidieron luchar hasta el final, en lugar de renunciar al combate, intensificando y prolongando de esta manera la que ya era una guerra salvaje.

A primeras horas del 22 de junio de 1941, las fuerzas armadas de Alemania y sus aliados invadieron la Unión Soviética. Tomado por sorpresa, el Ejército Rojo solo ofreció esporádica resistencia en las fases iniciales de la campaña. Así, solo durante la primera semana de julio, el ejército alemán cercó y capturó cerca de 320.000 soldados soviéticos en Minsk y Biasystok. Con el avance posterior hacia el este, continuó la captura de gran número de tropas enemigas, sobre todo en las bolsas de Smolensk, Kiev y Bryansk. Cuando en diciembre d e1941, la Wehrmacht detuvo su avance ante las afueras de Moscú, aproximadamente 3,2 millones de soldados soviéticos habian pasado a la cautividad; en febrero de 1942 dos millones  de ellos habian perecido. Esta masiva mortalidad fue premeditada. Antes del ataque alemán, en marzo de 1941, Hitler relevó a sus tropas de la lealtad al tradicional código de honor militar: "Los comunistas, del primero al último, no son camaradas. Esta va a ser una guerra de exterminio". Y a pesar de ocasionales críticas, la Wehrmacht generalmente acató con estas premisas genocidas.

Debido a esta circunstancia, muchos soldados soviéticos fueron asesinados inmediatamente después de su captura, ya que si se cumplían las ordenes, los comisarios políticos debían ser fusilados en el acto y otros, especialmente los soldados judíos, debían ser entregados a los escuadrones de ejecución de las SS. Desnutridos y susceptibles de ser fusilados si eran físicamente incapaces de continuar, decenas de miles de soldados capturados perecieron durante las interminables marchas desde el frente a los campos de prisioneros en Polonia y Alemania. Cuando al fin pudieron llegar a su lugar de destino, se encontraron en la mayoría de los casos en que los campos están prácticamente desprovistos de cualquier edificación salvo un campo estéril rodeado de alambradas. En muchísimos casos para dormir, los prisioneros debieron cavar hoyos en la tierra. Sin instalaciones sanitarias, estos "campamentos" pronto se convirtieron en caldo de cultivo para el tifus y la disentería. La llegada del invierno acentuó aún más las deplorables condiciones de los prisioneros en sus refugios improvisados. La causa más común de muerte entre los prisioneros de guerra en aquel momento, sin embargo, no fue la congelación sino el hambre. Para mantener el suministro de alimentos a sus propias tropas y a la población civil alemana, los dirigentes del Tercer Reich decidieron inducir una eliminación "natural" de los prisioneros rusos, considerados como "infrahumanos" y bocas inútiles de alimentar. Incluso algunos prisioneros de guerra soviéticos se convirtieron en las primeras víctimas de las cámaras de gas instaladas en campos de concentración, incluido Auschwitz. De forma notoria, el tratamiento hacia los prisioneros de guerra soviéticos en 1941 – 1942 estaba acorde con la línea argumental diseñada por los nazis  de una guerra de conquista y exterminio con matices racistas en la que no existían reglas, ni legales ni éticas.



A principios de 1942, aumentó la presión por parte de las autoridades para hacer uso de los prisioneros de guerra como mano de obra en sectores industriales y agrícolas. En un principio y pensando en victorias rápidas y contundentes, la dirección de guerra alemana había planeado inicialmente desmovilizar a gran parte de la Wehrmacht con el fin de crear un fuerza de mano de obra encaminada a la industria bélica. Sin embargo cuando el avance se estancó, la desmovilización se convirtió en imposible. Por el contrario y con fines de suplir esa carencia, un primer contingente de 400.000 presos soviéticos fueron obligados a trabajar en áreas tales como la construcción de carreteras y la minería. Para cumplir con el trabajo físico se requería una fuerza de trabajo saludable, y esta circunstancia llevó a una gradual mejora de las condiciones de vida de los presos. En la primavera de 1942, la tasa de mortalidad en los campos de prisioneros de guerra comenzó a caer, si bien, esta situación no fue en su totalidad debida a la repentina benevolencia alemana: en esos momentos, muchos prisioneros ya habían muerto por lo que la asignación de alimentos llegó a ser suficiente para los supervivientes. De todas formas, no fue hasta julio de 1944 cuando el suministro de alimentos para los presos soviéticos alcanzó un nivel comparable al de los otros prisioneros de guerra cautivos en territorio nazi; británicos y norteamericanos.


Además de trabajo, para los presos soviéticos ingresar en las filas del ejército alemán fue otra forma de sobrevivir. En 1942, la SS y la Wehrmacht comenzaron a reclutar voluntarios entre los prisioneros de guerra. Apelando al sentimiento anticomunista y a la voluntad de sobrevivir entre los prisioneros, estos esfuerzos tuvieron éxito. Decenas de miles de antiguos soldados soviéticos sirvieron en batallones especiales bajo el mando de oficiales alemanes, así como dentro del ejército del Teniente General Andrei Vlasov, un ex comandante del Ejército Rojo que cambió de bando, y en batallones de trabajo alemanes. El número total de expresos soviéticos que formaron parte de las fuerzas armadas alemanas es desconocido, pero algunas estimaciones van desde los 250.000 hombres hasta aproximadamente 1 millón. Los restantes prisioneros de guerra formaron parte del gigantesco contingente de mano de obra forzada, diríase esclavizada, que sostuvo el sector industrial del Tercer Reich en los últimos años de la guerra. Sus condiciones de vida seguían siendo muy duras, por lo que 1,3 millones de prisioneros perecieron en cautiverio alemán entre 1942 y 1945. Paradójicamente y a pesar de la victoria aliada, las penurias de muchos presos soviéticos no acabaron con el fin de la guerra. De aproximadamente 1,8 millones de presos finalmente repatriados a la URSS, 150.000 fueron condenados a seis años de trabajos forzados por "ayudar al enemigo", y casi todos los demás experimentaron la hostilidad engendrada por la infame Orden 270 emitida por el líder soviético Josef Stalin, que señalaba a todos los soldados del Ejército Rojo capturados por el enemigo como "traidores a la patria".

Continúa en Prisioneros de guerra en el frente oriental II

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