viernes, 19 de diciembre de 2025

El escándalo Werner von Fritsch

 

El escándalo Werner von Fritsch: la caída del honor prusiano


General Werner von Fritsch en 1934

El escándalo que llevó a la destitución del general Werner von Fritsch en 1938 fue uno de los episodios más reveladores del proceso mediante el cual Adolf Hitler consolidó su control absoluto sobre el Ejército alemán. Bajo la apariencia de un caso moral y judicial, se escondía una maniobra política cuidadosamente calculada para someter a los mandos militares a la voluntad del Führer. El caso Fritsch no fue sólo la historia de una calumnia, sino también la del hundimiento de una casta militar que todavía soñaba con mantener su independencia frente al poder totalitario del Estado nazi.

Werner von Fritsch había nacido en 1880 en una familia aristocrática prusiana. Educado en la rígida disciplina del cuerpo de oficiales del Imperio, su carrera se desarrolló bajo los valores tradicionales del ejército alemán: honor, deber y obediencia. Tras la Primera Guerra Mundial, se mantuvo en la reducida Reichswehr de la República de Weimar, donde destacó por su profesionalismo y lealtad al código militar más que a cualquier ideología política. Cuando Hitler llegó al poder en 1933, Fritsch fue visto como un oficial de confianza, un hombre sin ambiciones políticas, ideal para garantizar la neutralidad del ejército frente al nuevo régimen. En 1934 fue nombrado comandante en jefe del Heer (el Ejército de Tierra), cargo desde el cual se convirtió en uno de los oficiales más influyentes de Alemania.

Sin embargo, la relación entre Hitler y los altos mandos del ejército nunca fue sencilla. Aunque ambos compartían el deseo de restaurar la grandeza militar de Alemania, sus objetivos divergían en cuanto a los tiempos y los métodos. Hitler aspiraba a una expansión rápida y agresiva, mientras que oficiales como Fritsch y el ministro de Guerra, el mariscal Werner von Blomberg, preferían una preparación más prudente. La tensión se hizo evidente en la célebre Conferencia Hossbach del 5 de noviembre de 1937, en la que Hitler reveló sus planes expansionistas para Austria y Checoslovaquia. Fritsch manifestó su desacuerdo, advirtiendo que el ejército no estaba preparado para una guerra de tal magnitud. Aquella oposición selló su destino. Hitler, que no toleraba la disidencia ni siquiera en sus aliados, decidió eliminar a los mandos que se interponían en su camino.

A comienzos de 1938, una serie de coincidencias y manipulaciones darían al Führer la oportunidad que buscaba. El primero en caer fue Blomberg, quien escandalizó a la élite militar al casarse con una joven que tenía un pasado comprometedor: la policía descubrió fotografías suyas en actitudes indecentes. Hitler aprovechó el escándalo para exigir su dimisión, quedando vacante el Ministerio de Guerra. Apenas unas semanas después, la Gestapo presentó a Hitler un informe aún más explosivo: el comandante en jefe del Ejército, Werner von Fritsch, supuestamente estaba implicado en un caso de homosexualidad, delito severamente castigado bajo el régimen nazi por el artículo 175 del Código Penal.

De izquierda a derecha General der Infanterie Gerd von Rundstedt, General der Artillerie Werner von Fritsch y  Generaloberst Werner von Blomberg

El informe provenía del jefe de las SS, Heinrich Himmler, y del director de la Gestapo, Reinhard Heydrich, quienes afirmaban haber identificado a Fritsch como un antiguo cliente de un conocido chantajista y proxeneta llamado Otto Schmidt. En realidad, la acusación era un error —o quizá una falsificación deliberada—, ya que el verdadero implicado era un oficial retirado con un nombre parecido, Rittmeister von Frisch. Sin embargo, Hitler no dudó en utilizar el caso para deshacerse de un subordinado incómodo. El 26 de enero de 1938 citó a Fritsch en la Cancillería del Reich y, en presencia de Göring, Himmler y otros jerarcas, le comunicó las acusaciones. Fritsch, sorprendido e indignado, negó categóricamente los hechos y exigió una investigación formal para limpiar su nombre. Pero la decisión estaba tomada. Hitler le ordenó presentar su dimisión inmediata y lo sustituyó por el general Walther von Brauchitsch, un oficial más dócil y dispuesto a cooperar con el régimen.

El escándalo causó una profunda conmoción en el ejército. Muchos oficiales comprendieron que las acusaciones eran falsas, pero nadie se atrevió a desafiar directamente al Führer. Hitler, por su parte, aprovechó el momento para realizar una reorganización total del mando militar, conocida como la crisis Blomberg-Fritsch. Suprimió el Ministerio de Guerra y creó en su lugar el Oberkommando der Wehrmacht (OKW), un alto mando directamente subordinado a él y encabezado por Wilhelm Keitel, un oficial sin carisma ni influencia que se convertiría en simple ejecutor de las órdenes de Hitler. De esta forma, el Führer se convirtió en el comandante supremo de las fuerzas armadas, eliminando cualquier resto de autonomía institucional.

Mientras tanto, Fritsch fue sometido a un consejo de guerra en marzo de 1938. Durante el juicio, el testimonio del chantajista Otto Schmidt se desplomó bajo el peso de las contradicciones. Los jueces descubrieron que había confundido a Fritsch con otro hombre, y el general fue absuelto de todos los cargos. Sin embargo, su restitución en el cargo resultaba ya imposible. Hitler no estaba dispuesto a reconocer públicamente su error, y aunque permitió que Fritsch apareciera en ceremonias oficiales, lo mantuvo apartado del mando real. El general, profundamente afectado, se retiró de la vida pública con un sentimiento de humillación y traición que lo acompañaría hasta el final de sus días.

En septiembre de 1939, cuando comenzó la invasión de Polonia, Fritsch pidió volver al servicio activo. Le fue asignado un puesto simbólico al mando de un regimiento de artillería, más por cortesía que por necesidad militar. El 22 de septiembre, mientras inspeccionaba posiciones en el frente de Varsovia, fue alcanzado por fuego enemigo y murió instantáneamente. Algunos testigos aseguraron que el propio Fritsch se había expuesto deliberadamente al peligro, buscando una muerte que restaurara su honor mancillado. Para muchos oficiales del viejo ejército, su caída simbolizó el fin de una era: la del honor prusiano sustituido por la obediencia ciega al Führer.

Monumento conmemorativo a von Fritsch en el lugar donde cayó muerto, un arrabal de Varsovia, que fue eliminado después de la guerra.

El caso Fritsch tuvo consecuencias profundas para la historia alemana. En primer lugar, permitió a Hitler consolidar su poder sobre las fuerzas armadas, eliminando a los últimos mandos que aún podían oponerse a sus planes de guerra. Tras su destitución, los oficiales comprendieron que la lealtad absoluta al líder era la única garantía de supervivencia. Además, el episodio demostró la eficacia del aparato policial de Himmler y Heydrich para fabricar pruebas y destruir reputaciones, consolidando el poder de la SS dentro del Estado. Desde ese momento, el ejército dejó de ser un contrapeso político y se convirtió en un instrumento del régimen, dispuesto a ejecutar sin cuestionamientos las órdenes que conducirían a Europa a la Segunda Guerra Mundial.

En retrospectiva, el escándalo de Werner von Fritsch revela la tragedia de una institución que, al renunciar a sus valores para adaptarse al poder totalitario, terminó siendo devorada por él. Fritsch fue una víctima de su tiempo, atrapado entre la lealtad al Estado y la fidelidad a su conciencia. Su historia muestra cómo el nazismo destruyó no sólo a sus enemigos, sino también a aquellos que, desde dentro, representaban una tradición de honor y responsabilidad. Cuando cayó abatido frente a Varsovia, no sólo moría un general prusiano: moría también la última ilusión de que el viejo ejército alemán podía sobrevivir al monstruo político que había ayudado, aunque involuntariamente, a crear.

lunes, 24 de noviembre de 2025

Churchill en Egipto

La visita de Churchill a Egipto en 1942

Winston S. Churchill con mienbros del Estado Mayor de las fuerza británicas en Egipto. 1942

La visita del primer ministro británico Winston S. Churchill a Egipto en agosto de 1942 fue uno de los momentos clave de la Segunda Guerra Mundial en el teatro mediterráneo. En un momento en que las fuerzas del Eje avanzaban peligrosamente hacia el Nilo, la presencia personal de Churchill respondió a la necesidad urgente de revisar el mando, evaluar la situación operativa y reafirmar la autoridad imperial británica en un territorio estratégico (Overy 1995, pp. 233-236).

A mediados de 1942, la campaña del Norte de África había alcanzado un punto de extrema vulnerabilidad para los Aliados. El avance del Afrika Korps de Erwin Rommel tras la batalla de Gazala y la caída de Tobruk en junio supusieron un golpe de enorme magnitud tanto militar como moral (Playfair 1966, pp. 259-264). Rommel empujó al Octavo Ejército británico hacia Egipto, obligándolo a establecer líneas defensivas cada vez más cerca de Alejandría. Churchill, consciente de que la pérdida del Canal de Suez podría fracturar las comunicaciones imperiales con el resto de Asia y el Pacífico, decidió viajar personalmente al frente (Churchill 1951, vol. IV, pp. 381-383).

Uno de los objetivos centrales de Churchill era revisar la estructura de mando en Oriente Medio. El general Claude Auchinleck, comandante en jefe del Mando de Oriente Medio, había logrado detener temporalmente a Rommel en la primera batalla de El-Alamein en julio de 1942, pero su estrategia defensiva y su ritmo operativo despertaron dudas en Londres (Barnett 1984, pp. 412-415). Churchill consideraba que Auchinleck había perdido autoridad sobre el Octavo Ejército y retrasaba innecesariamente la preparación de una ofensiva decisiva. Las tensiones entre el primer ministro y su comandante llevaban meses acumulándose (Smart 1998, pp. 169-171).

lunes, 17 de noviembre de 2025

Batalla de Milne Bay

 

Batalla de Milne Bay

“En Milne Bay, las tropas australianas infligieron a los japoneses su primera derrota indudable en tierra. Algunos quizá olviden que, de todos los Aliados, fueron los australianos quienes primero rompieron el hechizo de la invencibilidad japonesa.”
Mariscal de campo Sir William Slim

Con una densa vegetación selvática, un calor sofocante y la amenaza constante del enemigo, las condiciones en Nueva Guinea eran brutales incluso para los soldados más endurecidos.

Contexto

La bahía de Milne se encuentra en el extremo oriental de la isla de Nueva Guinea. Gracias a su buen puerto y ubicación estratégica, dominaba las rutas marítimas del noreste hacia Port Moresby y extendía el alcance de los aviones terrestres sobre los archipiélagos de islas vecinas y sobre el Mar del Coral.

En consecuencia, conforme las ambiciones japonesas se dirigieron hacia Nueva Bretaña, la costa norte de Nueva Guinea y el avance terrestre por Kokoda hacia Port Moresby —además de Guadalcanal—, Milne Bay se convirtió en un objetivo de gran valor estratégico.

La posición había sido desarrollada como base aliada, con tres pistas de aterrizaje y un puerto protegido.

martes, 11 de noviembre de 2025

Tropas francesas en la Wehrmacht

Tropas francesas en la Wehrmacht


Un cartel de la LVF, que muestra las banderas de las naciones que aportaron tropas para unirse a Alemania en la llamada “cruzada contra el bolchevismo”. Entre 1941 y principios de 1944 se publicaron diversos carteles de reclutamiento con distintos diseños; posteriormente fueron sustituidos por los dedicados a las Waffen-SS francesas.

El 10 de mayo de 1940, las fuerzas armadas alemanas (Wehrmacht) iniciaron su asalto sobre Europa Occidental. El 4 de junio, los Países Bajos y Bélgica se habían rendido, y la British Expeditionary Force (BEF) había escapado por poco al otro lado del Canal de la Mancha. Francia aún contaba con unas 60 divisiones operativas, pero el 14 de junio las tropas alemanas entraron en París sin encontrar resistencia.

El día 16, el primer ministro francés, Paul Reynaud, entregó el poder a un grupo de personalidades encabezado por el mariscal Philippe Pétain, un héroe de la Primera Guerra Mundial de 84 años, ya retirado, pero con gran prestigio popular. El 17 de junio, Pétain anunció por radio que había aceptado encabezar un gobierno que buscaría un armisticio con Alemania, el cual se firmó oficialmente el 22 de junio. Sus principales condiciones incluían la división de la Francia metropolitana en dos zonas: el norte, junto con toda la costa atlántica, quedó bajo ocupación militar alemana, mientras que la Zona No Ocupada, en el centro y sur, sería gobernada directamente por un régimen presidido por Pétain y con sede en la ciudad de Vichy. El gobierno de este “Estado Francés” (cuyo primer ministro de facto era un colaborador convencido, Pierre Laval) también conservó la autoridad sobre las colonias de ultramar. Además de las guarniciones coloniales de las Troupes Coloniales y el Armée d’Afrique, a Vichy se le permitió mantener un “Ejército del Armisticio” de 100.000 hombres en la Zona No Ocupada.

martes, 4 de noviembre de 2025

Shūmei Ōkawa

 

Shūmei Ōkawa: ideólogo del nacionalismo japonés durante la Segunda Guerra Mundial


Shūmei Ōkawa c. 1936

Shūmei Ōkawa (大川周明, 1886–1957) fue uno de los pensadores más influyentes del nacionalismo japonés en el primer tercio del siglo XX y una figura clave en la articulación del pensamiento que sustentó la expansión imperial del Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Filósofo, economista, orientalista y traductor del Corán, Ōkawa encarnó el intento de fusionar la tradición espiritual japonesa con una ideología política moderna que legitimara la hegemonía nipona sobre Asia. Su pensamiento, una síntesis de espiritualismo sintoísta y nacionalismo romántico, ejerció una influencia duradera sobre los militares y burócratas que guiaron al Imperio japonés hacia la guerra total (Saaler, 2007).

Orígenes y formación intelectual

Ōkawa nació el 6 de diciembre de 1886 en Sakata, prefectura de Yamagata, en el seno de una familia samurái de bajo rango. Su juventud transcurrió en un periodo de intensa transformación social, en el que Japón pasaba de ser un Estado feudal a una potencia industrial y militar moderna. Ingresó en la Universidad Imperial de Tokio, donde estudió Filosofía y se graduó en 1911. Allí se interesó por la filosofía alemana, el pensamiento religioso comparado y las corrientes nacionalistas europeas, en particular el romanticismo de Herder y Fichte (Hotta, 2007).

viernes, 31 de octubre de 2025

El ejército aleman ante el desembarco de Salerno

 

El ejército aleman ante el desembarco de Salerno

Cuando los aliados desembarcaron en Salerno, los alemanes ya llevaban la mayor parte de la semana combatiendo contra el 8º Ejército de Montgomery. Si bien en Sicilia las fuerzas alemanas habían sido gravemente diezmadas, el ejército alemán que debía enfrentarse a los aliados en la Italia meridional distaba mucho de la imagen de una fuerza derrotada sugerida por informes de inteligencia aliados. Aunque todavía no se había resarcido de las pérdidas en hombres, equipo y suministros sufridas durante la corta campaña siciliana, seguía siendo una fuerza bien dirigida, altamente motivada y sobre todo profesional. Más importante aún, a diferencia de la mayoría del 5º Ejército estadounidense de Clark, los hombres del AOK 10 eran soldados aguerridos que sabían perfectamente cómo realizar su trabajo.

La 16ª División Panzer fue desplegada unas semanas antes en la llanura de Salerno, procedente de la costa suroriental de Italia. Formada originalmente en 1940, la división había sido destruida en Stalingrado, sin embargo, en marzo de 1943 fue reformada alrededor de un grupo de veteranos. Con un cuadro de mando excelente tenía el hándicap de la carencia de tanques. Uno de sus dos batallones Panzer no existía tras el proceso de reequiparse con los nuevos tanques Panther. La división formó cuatro Kampfgruppen con la misión de sostener la posición ante el ejecito de Clark hasta que pudieran llegar los refuerzos.

 Un cañón de asalto StuG III de la 16ª División Panzer combatiendo en la cabeza de playa de Salerno, probablemente al sur de Paestum, detrás del río Solofrone.

sábado, 25 de octubre de 2025

Barnes Wallis

Barnes Wallis

Sir Barnes Neville Wallis (1887–1979) fue uno de los ingenieros británicos más innovadores del siglo XX, un hombre cuya imaginación y rigor técnico transformaron el diseño aeronáutico y las tácticas de bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial. Nacido en Derby, Inglaterra, el 26 de septiembre de 1887, creció en un ambiente modesto, pero desde niño mostró una extraordinaria inclinación por la mecánica y la resolución de problemas. Su curiosidad natural lo llevó a estudiar ingeniería en el University College de Nottingham, aunque su verdadera formación se forjó en los talleres y laboratorios donde la teoría debía enfrentarse a la realidad material.

Su carrera comenzó en los astilleros y fábricas de la compañía Vickers, donde trabajó inicialmente en el diseño de dirigibles. Este campo —en plena expansión en las primeras décadas del siglo XX— le permitió adquirir una comprensión única de la relación entre peso, estructura y resistencia. Durante la Primera Guerra Mundial participó en el desarrollo de dirigibles de combate y patrulla, y aunque estos aparatos pronto serían superados por los aviones, la experiencia dejó en Wallis una enseñanza decisiva: la importancia de la ligereza estructural y la distribución eficiente de las cargas.

Esa lección se convertiría en el núcleo de sus trabajos posteriores. En la década de 1930, cuando la aviación militar evolucionaba con rapidez, Wallis diseñó un sistema estructural revolucionario: la estructura geodésica. Inspirada en los principios geométricos de las cúpulas y los entramados reticulares, esta estructura empleaba una red de vigas ligeras entrecruzadas en forma de espiral para distribuir las tensiones. En lugar de confiar en una serie de largueros y costillas convencionales, el fuselaje se convertía en una malla continua de triángulos y rombos metálicos, que ofrecía una resistencia excepcional frente a impactos y daños.