Estrategia aeronáutica en Japón;
Perspectiva general.
Antes y durante la Segunda Guerra
Mundial, las fuerzas armadas japonesas no estaban divididas en tres armas,
tierra mar y aire, como no era habitual en otros países, como sus aliados
Alemania e Italia. Por el contrario, el Ejército y la Marina de guerra, cada
uno por separado tenían su propio servicio aéreo. Al trabajar
independientemente uno del otro, el ejército y la armada crearon fuerzas aéreas
separadas y adecuadas a sus necesidades específicas. El Ejército diseñó y
construyó aviones que debían enfrentarse a priori con su enemigo natural del
continente asiático; la URSS mientras que la Marina planificó todo su trabajo
con vistas a combatir en mar abierto
contra norteamericanos y británicos en el Pacífico y el área del sudeste
asiático.
Mitsubishi A6M Zero. en su estado no natural, basados en tierra.
Esta organización o mejor dicho
esta separación de los recursos aéreos japoneses fue desde casi un primer
momento perjudicial para el país nipón por razones obvias. Algunas
circunstancias difíciles de imaginar exacerbaron el problema. Por ejemplo:
fábricas de avión del Ejército y la Marina se mantuvieron separadas unas de
otras. Actuaron como competidores. Ambas ramas mantuvieron sus secretos de diseño
entre ellas, no hubo ninguna normalización referente a aspectos mecánicos tan simples
como por ejemplo el tamaño y grosor de los tornillos y el montaje en sí de los
aviones, incluso los sistemas eléctricos eran diferentes entre los modelos
"terrestres" y los modelos "aeronavales".
Un ejemplo clásico de este
problema primordial fue la superioridad del Mitsubishi A6M Zero de la Marina sobre Nakajima Ki-43 Hayabusa del Ejército. si la Marina hubiese estado dispuesta a
compartir el Zero y el ejército
dispuesto a aceptar dicha ayuda, Japón
podría haberse ahorrado todos los esfuerzos dedicados al Hayabusa e incluso dedicar más recursos en las mejoras necesarias
en el propio Zero. Una economía de
guerra más simplificada habría significado un número mucho mayor de cazas de
combate muy necesarios para el esfuerzo de guerra Japonés. Además, ninguno de
los dos servicios aéreos desarrolló el diseño y producción de un bombardero
pesado como si lo hicieron Gran Bretaña o Estados Unidos, hasta que finalmente
cooperaron en 1944 en la creación del enorme bombardero hexamotor Nakajima G10N
Fugaku. Esta conjura de intereses fue demasiado escasa, demasiado tarde y además
infructuosa ya que el Fugaku nunca llegó
a entrar en servicio.
Además de esta terquedad en lo
que respecta a la cooperación, las dos ramas también escondieron sus
debilidades y la comunicación de sus propias pérdidas de aparatos al servicio
"competidor". Por ejemplo, el Ejército no tuvo conocimiento de la
derrota de la Marina en Midway hasta 1945, y eso que se produjo en junio de
1942, tres años antes.
Nakajima Ki-43 Hayabusa en formación
Ambas fuerzas aéreas japonesas
estaban muy bien entrenados y ambas obtuvieron grandes éxitos en la guerra chino-japonesa y en el comienzo
de la campaña del Pacífico tempranas. Japón ganó fácilmente la superioridad
aérea sobre China. En 1941, los pilotos japoneses tenían en su historial entre
500 y 800 horas de entrenamiento previo al bautismo de fuego. Aproximadamente
la mitad de los pilotos del Ejército ya habían entrado en combate contra el
enemigo en China y Rusia, alrededor del 10% en la Marina de Guerra al inicio de
la segunda Guerra mundial, el 7 de diciembre de 1941. Lamentablemente, Japón no
tenía un plan previsto para reemplazar los pilotos perdidos en combate y en el
año 1944, debido a las limitaciones de tiempo
y combustible, la mayoría de los pilotos de reemplazo podrían considerarse
muy afortunados si llegaban a
acreditar 120 horas de vuelo antes de
entrar en combate por primera vez.
Si bien los problemas existieron
desde un principio por la falta de coordinación entre los servicios, no es
menos cierto que al principio de las hostilidades, los aviones japoneses eran
verdaderos instrumentos letales. El 7 de
diciembre de 1941 la aviación naval atacó por sorpresa Pearl Harbour, marcando
el comienzo de una nueva era de la aviación naval. Pocos días más tarde aviones
de la Marina hundieron el acorazado británico Príncipe de Gales y el crucero
Repulse cerca de Malaya. Japón había creado un nuevo paradigma: el apoyo aéreo
se convirtió en una necesidad para flotas navales.
A medida que la guerra avanzaba
rápidamente las fuerzas aéreas japonesas perdieron terreno rápidamente, la
fuerza aérea estadounidense consiguió diseñar y producir aviones cada vez más
fuertemente armados y blindados.. Cuando los bombarderos cuatrimotores B-29
estadounidenses comenzaron a bombardear las islas japonesas, los cazas
japoneses ligeramente armados tuvieron dificultades incluso para derribarlos.
Los aviones japoneses también carecían de la ventaja del radar
aerotransportado. todas estas deficiencias llevaron al Japón a comenzar a plantearse
la utilización de aviones kamikaze, la táctica suicida que consistía en hacer
estrellar un avión cargado con explosivos directamente en su objetivo, lógicamente
los buques de la Marina de los Estados Unidos.
Ataque kamikaze sobre un portaaviones norteamericano
Un éxito, si desesperado pero en
cierta manera un éxito, los ataques kamikazes causaron a los Estados Unidos mas
pérdidas navales que la suma de los ataques convencionales. Los ataques se
utilizaron por primera vez en la batalla del Golfo de Leyte, pero fueron más
notorios en la batalla de Okinawa. de todas maneras los ataques kamikaze fueron
de una magnitud demasiado escasa y
demasiado tarde para que la nación nipona focalizase por completo las fuerzas
militares estadounidenses tras la rendición alemana.
Entre 1940 y 1945 Japón produjo
casi 75.000 aviones. Los Estados Unidos produjeron casi 300.000. Las pérdidas
japonesas en el momento de la rendición alcanzaron las 43.110 unidades. Al
principio los diseños y la producción aeronáutica japonesa podían ser
suficientes para enfrentarse al enemigo gracias a la superior calidad de los
aviones y a la destreza y experiencia de
los pilotos, sin embargo, una vez sobrepasadas las etapas iníciales, los
aliados, en especial, los norteamericanos con nuevos aviones, más eficaces y a
un mayor numero gracias a su gran capacidad industrial pudieron doblegar a las
fuerzas aéreas niponas, que no pudieron sobreponerse debido sobre todo a la
nefasta e ineficaz planificación y diseño de aeronáutico agravada al final de
la guerra por los incesantes bombardeos sobre las industrias de producción de
aviones.
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