La conferencia de Evian
Hotel Royal, lugar de las sesiones de la Conferencia de Evian
Adolf Hitler tomó el poder en
1933. Desde un primer momento tuvo a los judíos en su punto de mira. Si bien la
idea del exterminio globalizado que se puso en práctica años después no estaba
en su orden del día, si que existía la intención de hacer la vida imposible a
todos los judíos que vivían en Alemania. paulatinamente y en todos los sectores
de la vida social de Alemania, las ahora plenipotenciarias autoridades nazis
comenzaron a presionar a los judíos obligándoles a plantearse la salida de
Alemania. El objetivo de Hitler era conseguir una patria libre de judíos.
Desde y en un primer lugar, las
secciones de asalto de la SA comenzaron a coaccionar a los propietarios judíos de
comercios por medio de pintadas, actos violentos e incluso ataques físicos, con
el visto buenos de las fuerzas de seguridad que comenzaban a estar controladas
por miembros del propio partido nazi. La sociedad alemana si bien al principio podía
disgustarse con este tipo de actuaciones, poco a poco y con la maquinaria propagandística
detrás fue aceptándolas como algo casi ineludible.
Al hacerse con el control
legislativo y ejecutivo, Adolf Hitler y sus acólitos del partido nazi dieron un
paso más adelante en la coacción y exclusión social de los judíos. en primer
lugar con la Ley para la Restauración del Servicio Civil Profesional que
prohibía a los judíos ocupar cargo alguno en la administración pública y
posteriormente con la leyes de Nuremberg, ideadas y redactadas bajo la
inteligente y capaz mente del principal jurista del gobierno nazi; Wilhem Frick. Fue en septiembre de 1935 cuando estas leyes consiguieron socavar la
voluntad del pueblo judío que vivía en Alemania con la intención de forzar su
salida. Dichas leyes eran una vuelta más de tuerca para las condiciones
sociales y económicas de los judíos pues impedían los matrimonios entre judíos
y alemanes no judíos, impedían el ejercicio de profesiones liberales a los
judíos, impedían a empresarios alemanes
contratar en sus empresas a personal judío.
Todas estas presiones por parte
del propio gobierno nazi obligo a miles de judíos a emigrar de Alemania,
circunstancia buscada por Hitler desde un primer instante. Fueron los judíos de
la clase alta los que en primer lugar partieron de su patria pero poco a poco y
exponencialmente el numero de judíos iba aumentando, pasando de ser un fenómeno
puntual a ser un fenómeno a tener en cuenta que obligó en cierta manera a crear
algún tipo de reglamento que controlase dicho flujo de personas.
Mapa del flujo de exiliados judios de Alemania.
Por esta razón se produjo en la
localidad francesa de Évian-les-Bains a petición del presidente norteamericano
Franklin D. Roosevelt, una cumbre entre dirigentes de casi todos los países
influyentes de la época a nivel mundial, con la finalidad de discutir sobre los
permisos, cuotas y regulación de la emigración de ciudadanos alemanes de origen
judío y su acogida en las naciones de
destino. Dicha cumbre acabó denominándose como Conferencia de Evian.
A dicha conferencia acudieron
delegados de 32 países así como representantes de organismos internacionales judíos
como la Agencia Judía, el Congreso Judío Mundial y la Organización Sionista
Revisionista. Dentro del conjunto de delegados oficiales existió una gran
variedad de estereotipos; desde delegados
latinoamericanos cortados por el patrón de políticos más dados a pasar unos
días de vacaciones pagadas en un lujoso hotel hasta políticos más técnicos de
los países del norte de Europa, si bien a lo mejor más preocupados por la
cercanía del problema. Cabe destacar las delegaciones del Reino Unido, Francia
y los EEUU como numerosas y formadas por personas de amplia valía.
De la misma manera que a lo mejor
sucedía dentro de la mayoría de la población germana, el problema judío fue observado
por casi todos los asistentes a la Conferencia de Evian de forma similar. Casi todos los
asistentes demostraban buena voluntad y comprensión frente a los exiliados judíos
del Tercer Reich y poco más. Querían que la situación mejorase pero en cambio
no ofrecieron ninguna solución al conflicto, no dieron muestra alguna de acoger
a miles de personas que había que alimentar, dar trabajo dar alojamiento en
definitiva darles vida.
Myron Taylor, delegado de EEUU pronunciando un discurso
incluso el antisemitismo estaba
presente en estos países, seguramente no de la misma forma que en Alemania pero
sí que calaba hondo en algunas capas de la sociedad, a veces, capas poderosas.
Fuese por la razón que fuese, la Conferencia de Evian finalizó con un fracaso
rotundo. Nadie quiso acoger a los refugiados judíos de la Alemania de Hitler,
fue directamente una decepción mas de la Sociedad de Naciones o de lo que representaba este
ineficaz organismo internacional, es decir, la conjunción de intereses comunes de
países distintos para el beneficio común, sin embargo, si fue un éxito para
Hitler, ya que de forma indirecta pudo decir al mundo que las democracias que
se quejaban de la actuación del gobierno nazi frente a los judíos ni tan
siquiera habían podido conseguir dar una solución a dicho problema.
La frase publicada en The
Guardian por Jaim Weizmann resume claramente todo lo discutido en la
Conferencia de Evian:
"El mundo parece estar dividido en dos partes: Una donde los
judíos no pueden vivir y la otra donde no pueden entrar".
Seguramente, ninguno de los
asistentes al lujoso hotel de la turística localidad gala podía pensar, ni
siquiera imaginarse las consecuencias de su propias decisiones pero hoy en día
nadie discute de la trascendencia para miles, incluso centenares de miles de judíos,
de las nefastas deliberaciones que tuvieron lugar en Evian entre el 6 y el 14
de julio de 1938. Fue dar la espalda a las acciones genocidas que ya estaban
produciendo en Alemania y que acabaron, tras la conferencia de Wansee de 1942 con
la denominada Solución Final.
Fue tal vez el antisemitismo
pasivo de las naciones que no vieron o no quisieron ver los sufrimientos de los
judíos quien dio fuerzas a Hitler y sus seguidores a la hora de tomar
decisiones de mayor magnitud y naturaleza mas inhumana para el destino de los
judíos. Sea como fuese, está más que claro que el porvenir de millones de
personas, por desgracia, comenzó a orillas del lago Leman, en el verano de 1938.
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