lunes, 28 de mayo de 2018

Krystyna Skarbek.

Krystyna Skarbek.



Nacida dentro de una familia de la aristocracia polaca, Krystyna Skarbek se convirtió en una de las agentes más importantes y audaces del servicio secreto británico durante la Segunda Guerra Mundial.

Krystyna Skarbek nació el 1 de mayo de 1908 cerca de Varsovia. Sus padres eran el conde Jerzy Skarbek y Stefania Goldfeder, hija de un banquero judío. Ya a temprana edad dio muestras de un carácter carismático y talentoso con gran facilidad para los idiomas, dominando con fluidez el polaco, inglés, francés y alemán, circunstancia posteriormente de gran utilidad.  Sin embargo, el decadente estilo de vida de su padre arruinó financieramente a la familia y a su muerte en 1930 casi dejó a la familia en la pobreza.

Después de un breve y fracasado matrimonio, Krystyna trabajó como secretaria en un concesionario de Fiat pero los gases de la combustión afectaron seriamente su salud causando una afección pulmonar con lesiones permanentes. Dejó su trabajo y, por consejo médico, pasó un tiempo en las montañas de Tatra en busca de terapéutico aire puro. Fue allí donde Krystyna conoció a su segundo marido, el diplomático Jerzy Giżycki casándose en noviembre de 1938 y trasladándose a Etiopía donde su marido fue destinado en misión diplomática como cónsul general hasta el inicio de la guerra cuando el matrimonio llegó a Kenia y después a Gran Bretaña.

En Londres Krystyna Skarbek estaba decidida a presentarse como voluntaria y prestar sus servicios en la lucha contra los nazis. A los pocos días de llegar, Krystyna se presentó en el MI6 (servicio de espionaje británico) donde impresionó a sus oficiales. Pronto se convirtió en parte del SOE, la organización creada para llevar a cabo a misiones de reconocimiento, sabotaje y espionaje en la Europa ocupada.

En diciembre de 1939 lleva a cabo su primera misión. Krystyna vuela a Budapest para establecerse como periodista. Desde el país magiar emprende viaje a través de los Cárpatos  hasta la Polonia ocupada por los nazis. Allí ayudó a establecer un sistema de correos, suministro de fondos y propaganda a la resistencia polaca así como facilitar el escape de los refugiados de alto riesgo. También al llegar a Varsovia, Krystyna se reencontró con su madre, a quien suplicó en vano que se abandonara Polonia. Fue la última vez que se vieron. Al poco tiempo la condesa fue arrestada por la Gestapo, muriendo tiempo después en la prisión Pawiak de Varsovia, que por paradoja del destino había sido diseñada por un antepasado de Krystyna, Fryderyk Skarbek Florian, reformador de prisiones y padrino de Frederick Chopin.

Krystyna realizó valiosos informes de inteligencia sobre la situación en Polonia así como recopiló información crucial sobre las conexiones logísticas entre Rumanía y Alemania. En una ocasión salió esquiando de Polonia con vitales microfilmes que detallaban los preparativos alemanes para la Operación Barbarossa, la invasión propuesta de la Unión Soviética, escondidos en su ropa. De esta audaz operación se comentó que dejó tan impresionado a Churchill que calificó a Krystyna Skarbek como su espía favorita.


Krystyna Skarbek junto a Andrzej Kowerski

En ese periodo, Krystyna se encontró con Andrzej Kowerski, ex-oficial del ejército polaco y amigo de la infancia y que además, también era un agente británico y comenzaron a trabajar juntos. En enero de 1941, junto a Kowerski, Krystyna fue capturada e interrogada por la Gestapo. Decididos a escapar, Krystyna se mordió en su lengua y fingió tener hemoptisis. Temiendo que tenía tuberculosis, el médico de la prisión la envió para que se hiciese una radiografía tal y como ella sabía que pasaría, y al ver las lesiones en sus pulmones y creyendo estar peligrosamente enferma, el médico insistió que tanto ella como Kowerski fueran liberados inmediatamente.

Después de un período en El Cairo donde comenzó a utilizar el alias Christine Granville, regresó a Gran Bretaña y en 1944 Krystyna se lanzó en paracaídas sobre Francia para unirse al equipo del SOE, que se hallaba preparando a las fuerzas de liberación. No sólo estableció el primer contacto entre la resistencia francesa y partisanos italianos sino que fue en Francia donde logró su hazaña más notable.

En Digne, en agosto de 1944, al saber que su comandante de SOE, Francis Cammearts, había sido capturado por los nazis junto con dos otros agentes ya la espera de ejecución, Krystyna se dirigió directamente a los captores de Cammearts, presentándose como agente británica y como la sobrina del general Montgomery. Se las arregló para convencerles de que los aliados se hallaban a pocas horas de distancia y amenazando a los alemanes sobre las represalias que caerían sobre ellos consiguió que los tres hombres fueran puestos en libertad.

Las impresionantes acciones de guerra de Krystyna fueron reconocidas con la George Medal y el nombramiento como Oficial de la Orden del Imperio Británico y, en reconocimiento a su contribución a la liberación de Francia, recibió la Croix de Guerre del gobierno francés. Sin embargo y casi vergonzosamente, una vez que la guerra terminó, y sólo unas semanas después del armisticio, Krystyna fue despedida del SOE con una indemnización de un mes de sueldo. Inicialmente fue rechazada su solicitud de ciudadanía británica, a pesar de no poder volver a Polonia, ahora bajo control soviético. Finalmente, las autoridades concedieron su ciudadanía británica, pero olvidada por todos, la antigua espía fue incapaz de encontrar empleo y casi se encontró en la miseria.




Krystyna Skarbek se vio obligada trabajar como limpiadora en un crucero donde, tras entablar una relación y romper con un mayordomo llamado Dennis Muldowney, éste se obsesionó con ella de tal forma que en 1952  tras un regreso a Londres por descanso de un crucero, la siguió hasta su apartamento donde la apuñaló hasta la muerte en un crimen pasional, acabando así, de esta forma tan trágica la vida de una de las más notables espías de la Segunda Guerra Mundial.

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