Tácticas antiaéreas en la guerra
del Pacífico.
Una de las imágenes mas icónicas
de la guerra naval en el Pacifico tal vez pueda ser la de un enjambre de
aviones aproximándose entre toda una barrera de explosiones producida por los
cañones antiaéreos de la flota objetivo del ataque aéreo. La táctica de defensa
antiaérea utilizada por las marinas de guerra japonesa y norteamericano tuvo
gran importancia en el frente del Pacifico donde al guerra aeronaval llego a su
máximo exponente.
La doctrina antiaérea de la US
Navy estaba basada en el uso de pesados cañones antiaéreos para poder
proporcionar defensa tanto contra objetivos individuales por medio del
"fuego continuo acentuado" o "disparo e impacto" como el
uso de barreras de fuego contra formaciones enemigas aproximándose. Esta última
opción quedo superada con la introducción de proyectiles equipados con
espoletas de proximidad. Los cañones pesados por lo general no abrían fuego
hasta que los objetivos estaban en un rango de inclinación de alrededor de 9000
metros. En estas distancias, los cercanos buques en misión de pantalla
realizarían una importante contribución a la defensa de los principales
objetivos. La artillería ligera antiaérea era eficaz solamente en distancias
inferiores a 1.800 m., por lo que tan solo la antiaérea ligera del buque que es
atacado tendría posibilidad real de impactar el avión que ataca. Además, esos
1800 m eran la distancia aproximada a la que los bombarderos en picado y los
torpederos lanzaban su mortal carga, por lo que la mayoría de aviones
derribados por la artillería ligera antiaérea eran "derribos de
venganza" hacia aviones que ya habían
realizado sus ataques.
Los japoneses, con su falta de
proyectiles con espoletas de proximidad y un control de fuego generalmente
inferior, casi siempre empleaban barreras de fuego con sus cañones antiaéreos
pesados. Esta táctica resultó tan ineficaz para los japoneses como lo había
sido para los americanos y sumándose a la insuficiencia de las armas antiaéreas
ligeras de calibre inferior a 25 mm, dio lugar a que la artillería antiaérea
naval japonesa fuera convirtiéndose en más inadecuada tal y como los aviones
norteamericanos fueron tornándose más rápidos y más resistentes.
Una diferencia importante e
irónica en la doctrina entre la armada japonesa y la estadounidense fue el uso
de la maniobra para evitar el ataque aéreo. En las flotas norteamericanas con
portaaviones, los buques de escolta sabían que su función principal era
proteger a toda costa a los portaviones sin moverse de su posición, confiando
en sus armas antiaéreas para la defensa. En cambio, los buques de escolta
japoneses tendían a maniobrar independientemente de sus portaviones bajo los ataques
aéreos, rompiendo la formación, complicando el control de incendios y dejando
los portaviones en una posición vulnerable. La amenaza de un ataque aéreo
llevaba a modificar las propias tácticas de la flota. Los estadounidenses
adoptaron una formación circular para sus Task Force que maximizaba la eficacia
de sus baterías antiaéreas, y los japoneses siguieron la misma táctica. Tal y
como las flotas estadounidenses fueron incrementándose en el número de barcos,
las doctrinas de control de fuego se establecieron con la premisa de asegurar
que los mismos buques fueran capaces de
que barcos de concentrar su fuego sin impactar a aviones propios. En 1944, la combinación de Hellcats y
mejoradas tácticas de defensa antiaérea hicieron a las Task Forces inexpugnables
ante un convencional ataque aéreo.
Formación circular de la Task Force
Una respuesta japonesa a la
optimización de las tácticas antiaéreas aliadas fue la introducción de ataques
nocturnos mediante torpedos realizados por aviones de largo alcance basados en
tierra como el G4M "Betty". Esta táctica resultó eficaz en la batalla
de la isla Rennell y siguió siendo una amenaza casi hasta el final de la
guerra. La respuesta fue enviar avanzadillas equipadas con radares lo
suficientemente lejos de la Task Force y dar aviso en tiempo y forma adecuado.
Los ataques Kamikaze fueron un
tema completamente distinto de tratar. Los radares avanzados situados lejos del
corazón de la flota no podrían contribuir con su fuego antiaéreo contra ataques
en picado o en planeo y eran altamente vulnerables por si mismos a los ataques.
Además, un ataque kamikaze solo podría ser rechazado cuando el avión recibía
tal cantidad de daño que era forzado a variar de trayectoria, muy a su pesar,
es decir, solo cuando el avión era literalmente destrozado. El cañón Oerlikon
demostró ser inadecuado para esta tarea, e incluso el Bofors no siempre llegaba
a desintegrar el avión a tiempo. La marina de guerra de os Estados Unidos
comenzó a desarrollar un cañón antiaéreo de 76.2 mm auto recargable y con una
cadencia de tiro de 50 disparos por
minuto y cuya granada era lo suficientemente grande como para usar una espoleta
de proximidad de radiofrecuencia, pero
la guerra terminó antes de que entrara en producción.
Una táctica ideada para
contrarrestar los ataques de kamikazes fue usar conjuntamente un destructor
avanzado junto con los cazas de las patrullas de combate aéreo. Un solo
destructor equipado con un moderno radar se desplegaba a lo largo de un
probable eje de amenaza a cierta distancia de la flota principal, y dos o más
cazas fueron asignados a sobrevolar en continua patrulla dicho destructor. En
teoría, el destructor daba la alerta temprana de la presencia de aviones
enemigos en formación de ataque mientras los cazas protegían al destructor. En
la práctica, la alerta temprana resultó muy útil, pero los kamikazes comenzaron
a atacar al destructor avanzado en lugar de los objetivos más valiosos más
lejanos y la cobertura aérea de los cazas mas la defensa antiaérea del propio
destructor a menudo resultaba insuficiente. Como resultado, estos destructores
avanzados sufrieron terribles bajas y hubo claros indicios de la disminución de
la moral entre las tripulaciones de destructores por ejemplo en la batalla de
Okinawa, ampliamente castigada por el uso de ataques kamikaze.
Ataque Kamikaze
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