lunes, 25 de mayo de 2020

La Marcha de la Muerte de Bataan.


La Marcha de la Muerte de Bataan.



Soldado japones vigilando a un grupo de prisioneros

La conocida como Marcha de la Muerte de Bataan fue la brutal marcha de prisioneros de guerra estadounidenses y filipinos durante la Segunda Guerra Mundial que se produjo en Filipinas de forma forzada tras la rendición aliada ante los japoneses. La marcha de 100 kilómetros comenzó el 9 de abril de 1942, con al menos 72,000 prisioneros de guerra desde el extremo sur de la península de Bataan en Filipinas. Algunas fuentes dicen que 75,000 soldados fueron hechos prisioneros después de la rendición en Bataan, desglosados en 12,000 estadounidenses y 63,000 filipinos. Las horribles condiciones y el trato duro de los prisioneros durante la Marcha de la Muerte de Bataan dieron como resultado una cifra aproximada de entre 7.000 a 10.000 muertos.

Rendición en Bataan

Solo unas horas después del ataque japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, los japoneses atacaron las bases aéreas en las Filipinas controladas por los estadounidenses. En un ataque aéreo por sorpresa llevado a cabo alrededor del mediodía del 8 de diciembre, la mayoría de los aviones militares en el archipiélago fueron destruidos.




A diferencia de Hawái, los japoneses continuaron su ataque aéreo en Filipinas con una invasión terrestre. Mientras las tropas terrestres japonesas se dirigían hacia la capital del país, Manila, las tropas estadounidenses y filipinas se retiraron el 22 de diciembre a la península de Bataan, en la parte occidental de la gran isla filipina de Luzón.

Desprovistos de alimentos y otros suministros al estar bloqueados por los japoneses, los  soldados estadounidenses y filipinos lentamente fueron agotando sus suministros, pasando de media ración al día a un tercio de ración y por último a un cuarto de ración. En abril, ya llevaban tres meses de duros combates en las selvas de Bataan y las tropas aliadas se encontraban hambrientos y sufriendo enfermedades.

No había otra opción que capitular. El 9 de abril de 1942, el general estadounidense Edward P. King firmó el documento de rendición, terminando así la llamada Batalla de Bataan. Los soldados estadounidenses y filipinos que quedaron fueron tomados por los japoneses como prisioneros de guerra. Casi de inmediato, comenzó la Marcha de la Muerte de Bataan.

Comienza la Marcha.

El propósito de la marcha era llevar a los  72,000 prisioneros de guerra desde Mariveles en el extremo sur de la península de Bataan hasta Camp O'Donnell en el norte. Los prisioneros debían marchar 88 kilómetros desde Mariveles a San Fernando, luego viajar en tren hasta Capas antes de caminar los últimos 12 kilómetros hasta Camp O'Donnell.



Recorrido de La Marcha de la Muerte de Bataan.  

Los prisioneros fueron separados en grupos de aproximadamente de 100, con sus asignados guardias japoneses y obligados a caminar. A cada grupo le costaba unos cinco días realizar el trayecto. El recorrido habría sido arduo para cualquier persona, pero los hambrientos  y débiles prisioneros soportaron además un trato cruel durante su largo viaje por parte de sus captores, haciendo que la marcha fuera mortal.

Los soldados capturados no recibieron agua y muy poca comida. Aunque pozos artesianos con agua potable se hallaban escalonados durante el camino, los guardias japoneses dispararon a los prisioneros que rompieron la fila e intentaron beber. Algunos prisioneros recogieron agua estancada mientras caminaban, dando lugar a que enfermaran lo que enfermó a muchos.

Los prisioneros recibieron un par de bolas de arroz durante su larga marcha. Los civiles filipinos intentaron entregar comida a los prisioneros que marchaban, pero los soldados japoneses mataron a los que intentaron ayudar.

Calor y brutalidad aleatoria

El intenso calor durante la marcha fue inmisericorde. Los japoneses exacerbaron el dolor al hacer que los prisioneros se sentaran al sol durante varias horas sin sombra donde cobijarse, una forma de tortura llamada "el tratamiento solar".

Sin comida ni agua, los prisioneros estaban extremadamente débiles mientras marchaban bajo el sol abrasador. Muchos estaban gravemente desnutridos; otros se encontraban heridos o sufrían enfermedades que habían contraído en la jungla. A los japoneses no les importó ninguna circunstancia personal: si alguien disminuía la velocidad o se retrasaba durante la marcha, fueron fusilados o muertos a bayonetazos. Un llamado "escuadrón de buitres" japonés siguió a cada grupo de prisioneros que marchaban para matar a los que no podían seguir el ritmo.

La brutalidad al azar era común. Los soldados japoneses frecuentemente golpeaban a los prisioneros con la culata de sus rifles. Matarlos a bayonetazos era común. Las decapitaciones prevalecieron. También se negaron a los prisioneros las más simples condiciones de higiene que a la vez otorgaban un mínimo sentimiento de dignidad. Los japoneses no ofrecieron letrinas ni descansos para realizar las necesidades fisiológicas lo largo de la larga marcha. Los prisioneros que tuvieron que defecar lo hicieron mientras caminaban.



 Soldados norteamericanos transportando a un compatriota herido

La llegada a Camp O'Donnell.

Cuando los prisioneros llegaron a San Fernando, fueron conducidos hasta la estación ferroviaria. Los japoneses forzaron a tantos prisioneros a entrar en cada vagón que solo había espacio para estar de pie. El calor y otras condiciones internas causaron más muertes.

Al llegar a Capas, los prisioneros restantes marcharon otros doce kilómetros. Cuando llegó el último prisionero al campamento O'Donnell, se descubrió que solo consiguieron finalizar la Marcha de la Muerte un total 54,000 prisioneros. Se estima que ente 7.000 a 10.000 soldados habían muerto en el camino, mientras que el resto de soldados desaparecidos presumiblemente escaparon a la selva y se unieron a grupos guerrilleros.

Las condiciones en Camp O'Donnell también fueron brutales, provocando en las primeras semanas miles de muertes de prisioneros que añadir al computo global.

Responsabilidades.

Después de la guerra, un tribunal militar estadounidense acusó al teniente general Homma Masaharu de las atrocidades cometidas durante la Marcha de la Muerte de Bataan. Homma estaba a cargo de la invasión de Filipinas y ordenó la evacuación de los prisioneros de guerra de Bataan.

Homma aceptó la responsabilidad de las acciones de sus tropas, pero afirmó que nunca ordenó tal crueldad. El tribunal lo encontró culpable. El 3 de abril de 1946, Homma fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento en la ciudad de Los Baños en Filipinas.



Estatua memorial


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