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miércoles, 1 de junio de 2016

Guerra anfibia durante la Segunda Guerra Mundial. II

Guerra anfibia durante la Segunda Guerra Mundial



Desastre en Dieppe.

El Primer Ministro Winston L. S. Churchill instó el desarrollo de la guerra anfibia en Gran Bretaña con la formación del Mando de Operaciones Combinadas. Creada en junio de 1940, esta organización llevó a cabo incursiones anfibias de comando a lo largo de las costas de la Europa ocupada por los alemanes. Tales incursiones anfibias se convirtieron gradualmente, en instrumentos más eficaces tal y como se fueron aprendieron lecciones, ampliando conocimientos y mejorando el entrenamiento. Sin embargo, las tácticas de asalto y el equipamiento de Gran Bretaña fueron impulsados principalmente por las lecciones aprendidas tras la fracasada incursión de Dieppe, en agosto de 1942. Los obstáculos de la playas, los extensos campos de minas y la superposición de las áreas de defensas anti-tanque y del fuego de artillería resultaron devastadores, provocando en los británicos la necesidad de equipo y vehículos especializados. Los "funnies" de Hobart estuvieron preparados para el desembarco de Normandía de 1944, pero no a tiempo para las anteriores invasiones anfibias de África del Norte e Italia.

El ejército de los Estados Unidos, presente  sólo de forma más que limitada en Dieppe, vio poco requirimentos en cuanto al equipo anfibio especializado, salvo en referencia a las lanchas de desembarco, pero si observó la necesidad de eliminar los obstáculos de la playa y aislar la cabeza de playa de posteriores refuerzos del enemigo. Áreas de desembarco más pequeñas y la falta de una amenaza por medio de un contraataque mecanizado obvió la necesidad de aislar de posteriores refuerzos las playas del Pacífico. Por lo tanto, las operaciones aéreas de apoyo táctico no fueron tan necesarias en los asaltos anfibios del teatro Pacífico, aunque sí estuvieron planeadas en la invasión de Japón, operación que al final no se produjo.



Operacion Torch

La Operación Torch llevada a cabo en África del norte, en noviembre de 1942, fue el primer asalto anfibio de los aliados occidentales contra una playa defendida en el teatro europeo. Aunque los combates no fueron muy significativos si proporcionaron los fundamentos para la doctrina de guerra anfibia estadounidense en Europa. Los desembarcos de Torch vieron el primer empleo de los equipos de demolición submarina y las naves de desembarco anfibio especializadas que posteriormente fueron tan importantes para que las tropas se desplazasen rápidamente tierra adentro. Las naves de desembarco de tanques (LST) fueron particularmente importantes al permitir a los carros llegar directamente a la playa y entrar en combate sin pérdida de tiempo. Aunque se produjeron muchos errores en la planificación y en la ejecución de Torch, se establecieron las bases para todo futuro asalto anfibio aliado en occidente. Todos los desembarcos posteriores fueron precedidos por acciones llevadas a cabo por fuerzas especiales, como los equipos de demolición submarino y los propios comandos y rangers, cuya misión era eliminar los obstáculos y ocupar posiciones clave y  terreno defensivo antes de que la fuerza de asalto principal se acercase a la playa.

La Operación Torch también expuso la necesidad de realizar ejercicios de maniobras previos a los desembarcos reales y así aumentar la rapidez de accion y seguridad del desembarco. Lecciones adicionales en referencia al apoyo naval y aéreo fueron adquiridas tras los desembarcos de Sicilia y Salerno, donde la resistencia enemiga fue mayor que en el norte de África. Más significativamente fue el desarrollo de procedimientos y equipamiento necesario para acelerar el ritmo de acumulación de fuerzas y material en tierra tras las primeras horas de asalto. La implementación eficaz de todas estas medidas fue claramente expuesta tras el resultado con éxito del desembarco de Normandía, cuando seis divisiones desembarcaron en menos de 24 horas y casi 1 millón de hombres y su equipo en menos de una semana, un logro fenomenal.



Tarawa

El desembarco, casi acabado en desastre, de Tarawa fue la experiencia que fundamentó la doctrina de guerra anfibia en el Pacífico y la estrecha colaboración del binomio Cuerpo de Marines - Armada. El fracaso en el estudio y trazado de las aguas costeras significó que cientos de marines debieron caminar casi un kilometro dentro del agua bajo el fuego pesado del enemigo. Las bajas en la primera oleada ascendieron a más del 85 por ciento entre muertos o heridos. El apoyo aéreo y el fuego naval estuvieron mal planificados y coordinados, dejando a los infantes de marina conseguir sus objetivos solo a base de fuerza de voluntad y de una superior cohesión de combate. Todos los desembarcos posteriores gozaron de amplios estudios del terreno por parte de los equipos submarinos realizados antes del asalto. El apoyo de fuego naval y aéreo  fue ajustado y las operaciones con fuerzas avanzadas desembarcadas antes del asalto principal comenzaron a ser más importantes. La potencia de fuego de las tropas  fue incrementada substancialmente por medio de un aumento de armas automáticas, explosivos y lanzallamas. Después de Tarawa, como en Europa después de Sicilia, los asaltos anfibios en el Pacífico fueron ensayados previamente mediante ejercicios de maniobra. A diferencia de Europa, los marines desarrollaron equipo específico para facilitar su movimiento en tierra tras el desembarco en las playas y apoyo por parte de vehículos blindados desembarcados en la primera oleada así como vehículos anfibios especializados tipo tractores anfibios como los LVT o Landing Vehicle Tracked.

Las operaciones anfibias fueron importantísimas al esfuerzo bélico aliado. Los aliados nunca podrían haber derrotado a Alemania ni Japón sin tener la doctrina de la guerra anfibia desarrollada y perfectamente dominada, al ser esta la más compleja de todas las operaciones militares. La Segunda Guerra Mundial estableció los procedimientos de las operaciones anfibias que hoy en día aun siguen siendo utilizados por todas las naciones occidentales.

lunes, 30 de mayo de 2016

Guerra anfibia durante la Segunda Guerra Mundial. I

Guerra anfibia durante la Segunda Guerra Mundial.




La Segunda Guerra Mundial fue la mayor contienda bélica de la historia. En casi todos los campos militares se dieron o bien novedades o bien grandes avances sobre doctrinas ya existentes, es decir, tanto en el armamento, como la logística, la información, el mando, las comunicaciones y por supuesto la propia manera de combatir. La guerra anfibia en sí, no podía verse alejada de esta circunstancia. Si bien desembarcar en la orilla tropas dispuestas a la lucha es una práctica militar muy antigua, fue durante la Segunda Guerra Mundial cuando alcanzó su máxima expresión.

Fueron los Aliados quienes demostraron finalmente el verdadero dominio de la guerra anfibia. Llegaron a desembarcar más de cuatro millones de soldados a lo largo de la costa europea defendida por alemanes mediante cinco grandes desembarcos anfibios y decenas de incursiones, de estas últimas no todas con éxito. Realmente para estadounidenses y británicos, las operaciones anfibias eran la única forma de entrar en combate con las tropas del Eje por motivos geográficos obvios. Situación similar se dio en el Pacífico, donde salvo el teatro de China-India-Birmania, no hubo victoria alguna aliada sin la presencia de desembarcos.

Los desembarcos anfibios al igual que el resto de operaciones militares se desarrollaron en tres niveles; estratégico, operacional y táctico, dependiendo de los objetivos deseados. Por ejemplo, los desembarcos aliados en Francia, Filipinas e Italia e incluso la invasión prevista de Japón serian operaciones a nivel estratégico pues se diseñaron para proporcionar un impacto decisivo en la guerra. El desembarco realizado a finales de 1942 en África del norte, operación Torch o los asaltos alemanes en las islas del Dodecaneso y la mayoría de los ataques aliados en el Pacífico fueron operaciones anfibias de nivel operativo que apoyaban una campaña específica, cada una como parte de un esfuerzo estratégico global. Los desembarcos soviéticos y los ataques de comandos aliados fueron operaciones tácticas contra objetivos limitados, aunque algunos de forma tangencial si podían tener cierto impacto estratégico como por ejemplo, capturar códigos alemanes, instalaciones de radar etc. Las evacuaciones de Dunkerque y Creta son difíciles de categorizar, pero la mayoría de los observadores las describiría como esfuerzos a nivel operativo.




La operaciones anfibias también pueden catalogarse según el tipo en cuatro categorías; incursiones, asaltos, evacuaciones y desembarco no combatiente. La primera de ellas es la más peligrosa ya que generalmente se produce en una zona con superioridad del enemigo y consiste en un asalto y su posterior retirada. Llevada a cabo por un grupo reducido de tropas, se realiza en un espacio geográfico muy limitado y en un corto periodo de tiempo; una incursión de comando seria el patrón típico de este tipo de operación anfibia. Un desembarco no combatiente es la operación más segura, ya que se produce sin presencia enemiga, los desembarcos nocturnos de agentes de inteligencia sería un buen ejemplo o el desembarco de los marines en Guadalcanal. Asaltos y evacuaciones se enfrentan a diferentes niveles de riesgo, dependiendo de la fuerza defensiva y sus posteriores apoyos. La invasión alemana de Noruega es un ejemplo de asalto, aunque la mayoría de sus tropas desembarcaron bajo circunstancias cercanas a las de un desembarco no combativo. La retirada de las tropas britanicas en Dunkerque fue la primera y tal vez la más notoria evacuación de combate de la guerra, mientras que la evacuación naval de las fuerzas alemanas cercadas en el Báltico al final de la guerra fue la operación de este tipo de mayor magnitud de la guerra.

Las fases de las operaciones anfibias evolucionaron mientras iba progresando la guerra. En 1939 el Heer alemán era el único ejército en reconocer la necesidad de ensayar desembarcos y procedimientos de asalto anfibio pero tal vez por falta de elementos materiales y también por estrechez de miras estratégicas apenas utilizaron posteriormente este tipo de operaciones. A mediados de  la guerra, todos y cada uno de los Estados Mayores ya se habian dado cuenta de la necesidad práctica de desarrollar programas de asalto anfibio específicos. Entonces, como sucede actualmente, las operaciones anfibias se dividieron en cinco fases: (1) planificación, (2) embarque, ensayo (3), (4) movimiento a la zona objetivo y (5) el asalto. La doctrina soviética añadió una sexta fase, el desembarco de las fuerzas armadas de seguimiento.

Necesariamente, el ejército japonés estuvo desde un principio muy interesado en la guerra anfibia. Los japoneses fueron pioneros en el desarrollo de la rampa abatible en las lanchas de desembarco,  posteriormente  copiada por los ejércitos de los restantes países incluyendo los Estados Unidos. El Ejército Imperial Japonés utilizó desembarcos anfibios para flanquear las fuerzas británicas en Malasia y para invadir las Filipinas y otras islas del Pacífico. En Malasia y las Filipinas, el ejército utilizó sus propios barcos y aviones basados en tierra para apoyar dichas operaciones, recibiendo poca o ninguna ayuda por parte de la Marina de Guerra ya que los buques de guerra japoneses sólo tenían la misión de atacar las fuerzas navales enemigas. Es un ejemplo que escenifica la poca o nula colaboración entre las distintas ramas de las fuerzas armadas niponas. La marina de guerra japonesa tenía sus propias tropas especializadas de desembarco naval en ejecutar sus asaltos anfibios como los realizados en Wake y otras islas del Pacífico. El asalto en las Indias Orientales de Holanda fue la única vez en que las dos fuerzas armadas de Japón cooperaron en la ejecución de una invasión anfibia, y allí, como en Malasia, las playas del desembarco no encontraron resistencia. En los casos donde se vieron enfrentados a tropas defensivas, como en Wake, los japoneses sufrieron pérdidas considerables.



Es justo también señalar que entre los aliados apenas se produjeron intercambios de información en referencia a las lecciones aprendidas sobre desembarcos anfibios, particularmente entre las operaciones llevadas a cabo en los teatros europeo y del Pacífico. Esta deficiencia tal vez fue debida a la antipatía y la estrechez de miras entre los líderes militares, pero el factor principal de esta falta de comunicación se debió a la propia idiosincrasia de cada teatro de operaciones. En el Pacifico, los marines se enfrentaron a un ejército japonés muy poco mecanizado, sin tanques pesados y con una artillería débil, sin embargo si se hallaron ante un enemigo mucho mejor camuflado y en posiciones defensivas muy difíciles de salvar, como bunkers y sobre todo cuevas, a diferencia de alemanes e italianos. Los alemanes, por el contrario, rápidamente reforzaron sus defensas en las playas de desembarco con la presencia de tropas muy mecanizadas así como de artillería pesada. Además emplearon extensos campos de minas y obstáculos en la propia playa, tácticas que apenas hicieron los japoneses. Estas diferencias modificaron la doctrina y el modo de actuar de los aliados según sus respectivos teatros, sin embargo, esta circunstancia no es suficiente para justificar el casi inexistente flujo de información "anfibia" entre Europa y el Pacifico.

Continúa en Guerra anfibia durante la Segunda Guerra Mundial. II

lunes, 30 de abril de 2012

Dieppe: resultados y lecciones



Soldados canadienses en Dieppe
Dieppe: resultados y lecciones

La incursión de Dieppe del 19 de agosto de 1942 fue considerada un desastre. A pesar de ello, diversas conclusiones de los resultados obtenidos fueron utilizadas posteriormente con optimas consecuencias. Son las denominadas Lecciones de Dieppe.

La invasión de Dieppe ha sido observada y estudiada con detalle. Planeada como un reconocimiento en fuerza, es decir, una operación con vistas a reunir toda la información posible sobre la forma de actuar del enemigo acabó pagando un precio demasiado elevado sobre todo en Canadá, pues fue mayoritariamente esta nación norteamericana quien tuvo más bajas.

Respecto  al los resultados de la operación, ningún objetivo fue alcanzado y de los 6.000 hombres que participaron solo volvieron a Inglaterra 2.078. Canadá perdió 3.367 hombres entre fallecidos, heridos y prisioneros, un número de bajas mayor que el sufrido en toda la campaña italiana. Los comandos tuvieron 270 muertos, heridos y desaparecidos, así como las 550 bajas de la Royal Navy.  En contraposición, las fuerzas armadas alemanas solo tuvieron 600 bajas, repartidas entre 333 bajas del Heer, 113 de la Marina y 162 de la Luftwaffe, incluyendo  personal de tierra.