Batalla de Milne Bay
“En Milne Bay, las tropas australianas infligieron a los
japoneses su primera derrota indudable en tierra. Algunos quizá olviden que, de
todos los Aliados, fueron los australianos quienes primero rompieron el hechizo
de la invencibilidad japonesa.”
— Mariscal de campo Sir William Slim
Con una densa vegetación selvática, un calor sofocante y la amenaza constante del enemigo, las condiciones en Nueva Guinea eran brutales incluso para los soldados más endurecidos.
Contexto
La bahía de Milne se encuentra en
el extremo oriental de la isla de Nueva Guinea. Gracias a su buen puerto y
ubicación estratégica, dominaba las rutas marítimas del noreste hacia Port
Moresby y extendía el alcance de los aviones terrestres sobre los archipiélagos
de islas vecinas y sobre el Mar del Coral.
En consecuencia, conforme las
ambiciones japonesas se dirigieron hacia Nueva Bretaña, la costa norte de Nueva
Guinea y el avance terrestre por Kokoda hacia Port Moresby —además de
Guadalcanal—, Milne Bay se convirtió en un objetivo de gran valor estratégico.
La posición había sido
desarrollada como base aliada, con tres pistas de aterrizaje y un puerto
protegido.
Primeros movimientos
La Batalla del Mar del Coral, a
comienzos de mayo de 1942, aunque fue una victoria estratégica (aunque no
táctica) para los Aliados, dejó en claro la vulnerabilidad de Port Moresby y la
importancia de Milne Bay.
El avance terrestre japonés a
través de la cordillera Owen Stanley por Kokoda comenzó en julio de 1942, y
para finales de agosto la situación era crítica para la milicia australiana que
defendía “el Sendero” (The Track). Se encontraban en retirada
combatiendo, superados en número, con tropas inexpertas, mal armadas y sin
apenas apoyo, cuando se abrió un nuevo frente.
Mapa ilustrativo de los avances japoneses previstos para tomar Port Moresby.
Para entonces, Milne Bay estaba,
sin que los japoneses lo supieran, defendida por dos brigadas de infantería: la
7ª Brigada de Milicia (Batallones 9.º, 25.º y 61.º) con sus unidades de apoyo,
llegada en julio, y la veterana 18.ª Brigada, recién regresada de Oriente
Medio, bajo el mando del brigadier George Wootten. Esta última contaba con los
batallones 2/9º, 2/10º y 2/12º, además de dos baterías antiaéreas, una batería
de artillería de campaña y otra antitanque.
Junto con ingenieros
estadounidenses, el contingente aliado sumaba unos 9.000 hombres, bajo el mando
del general de división “Silent” Cyril Clowes más dos escuadrones de cazas de
la RAAF (75º y 76º), con capacidad de ataque terrestre que luego resultaría
crucial.
Terreno y defensas
Las defensas se desplegaban a lo
largo del lado norte de la bahía. El terreno era muy difícil: una franja
costera estrecha y pantanosa, cubierta de selva densa y de apenas unos
kilómetros de ancho, ascendía abruptamente hacia montañas al norte. El clima era
caluroso, húmedo, y las lluvias torrenciales solían arrasar las carreteras,
dificultando enormemente el movimiento de vehículos. Aun así, las zonas más
llanas alrededor de las pistas y de la misión KB fueron escenario de los
combates más intensos.
El desembarco japonés
La inteligencia japonesa había
subestimado gravemente la fuerza aliada en la zona. A medianoche del 26 de
agosto de 1942, 2.000 marines japoneses desembarcaron en la orilla norte de la
bahía, a unos 11 km al este de los aeródromos, en una operación que debía
repetirse posteriormente contra Port Moresby.
Mapas de situación Milne Bay
Mientras los barcos japoneses se dirigían hacia Milne Bay, fueron interceptados, ametrallados y bombardeados por los aviones de los escuadrones 75º y 76º de la RAAF. Esta acción ocasionó que 350 hombres del convoy de invasión quedaran varados cerca de la isla Goodenough y sin que pudieran participar en la batalla. Una vez que la fuerza principal desembarcó, la RAAF redobló sus ataques.
Los japoneses, creyendo que las
pistas estaban débilmente defendidas, avanzaron a pesar de sufrir grandes
pérdidas. Al principio lograron superioridad numérica local y, apoyados por tanques
ligeros, arrollaron a las primeras unidades australianas que encontraron —los
batallones 61º, 25º y 2/10º— entre el río Gama, la misión KB y las pistas,
obligándolos a retroceder.
La aparición de tanques japoneses
sorprendió a los australianos, que creían que el terreno pantanoso los hacía
inutilizables. Carecían de vehículos blindados propios, aunque contaban con dos
baterías antitanque, una por cada brigada pero muy difíciles de mover en
aquellas condiciones.
Ataque y contrataque
La noche del 27 de agosto, el 2/10º
Batallón de infantería australiano, veterano del sitio de Tobruk, fue enviado a
establecer una posición de bloqueo cerca de la misión KB, mientras los
batallones 61º y 25º se retiraban. Cuando los japoneses atacaron con tanques a
las 20:00 h., los campos de tiro quedaron iluminados por las luces coaxiales de
sus ametralladoras.
“Muchos valientes muchachos
intentaron apagar esos faros de los tanques aquella noche, y no pocos hicieron
el supremo sacrificio al hacerlo...”,
dice un testimonio. Las granadas
antitanque adhesivas (“Sticky Bombs”) no se pegaban a los cascos de los
tanques, aunque los soldados lo intentaron desesperadamente. El historial del
batallón menciona a dos sobresalientes hombres; el teniente Mackie y el
sargento Spencer, que se distinguieron por su esfuerzo por detener a los
tanques enemigos.
Los japoneses rompieron el
perímetro australiano, y el comandante australiano, teniente coronel Dobbs,
ordenó la retirada detrás de un arroyo. El control se perdió cuando el segundo
al mando, el mayor Martin, que debía reorganizar las fuerzas en la nueva
posición, murió.
“Así, puede decirse que la
batalla pasó por encima del 2/10.º Batallón, dejándolo dividido en pequeños
grupos...”
Dos tanques y un batallón japonés
completo avanzaron, ignorando el caos en el que aún combatían los australianos.
Sorprendentemente, un pequeño grupo del 2/10º permaneció en la misión hasta la
mañana siguiente, donde eliminó a pequeños destacamentos japoneses antes de
regresar a las pistas de aterrizaje por el norte.
Los japoneses alcanzaron el borde
de la tercera pista al amanecer, donde se detuvieron esperando refuerzos. Un
intento de reabastecimiento por mar fracasó. Con la lluvia torrencial, los
tanques quedaron inmovilizados.
El 31 de agosto, al amanecer, los
japoneses atacaron las defensas del aeródromo, defendido por los batallones 61º
y 25º, que habían logrado reagruparse tras el 2/10º. El apoyo de artillería, la
aviación y la firme defensa australiana cambiaron el rumbo de la batalla. Los
japoneses sufrieron 300 bajas mortales y se retiraron al día siguiente.
Los australianos contraatacaron,
persiguiendo al enemigo con los batallones 2/12º y 2/9º. Los japoneses en
retirada ofrecieron resistencia encarnizada. Durante esta fase, la tarde del 4
de septiembre de 1942, el cabo John French del 2/9º batallón ordenó a sus
hombres cubrirse tras quedar inmovilizados por el fuego de varias
ametralladoras japonesas. Avanzó solo, destruyó un enclave con granadas y,
armado con una metralleta Thompson, atacó una segunda posición. Gravemente
herido, continuó hasta silenciar la tercera. Fue hallado muerto frente al
último nido enemigo, recibiendo por su valentía la Cruz Victoria de manera póstuma.
Entre el 4 y el 7 de septiembre,
menos de la mitad de la fuerza japonesa inicial fue evacuada. En total,
murieron 167 australianos y 14 estadounidenses en la batalla.
Un P-40 Kittyhawk del Escuadrón N.º 75, pilotado por el oficial de vuelo D. E. Pank, rueda hacia la zona de dispersión tras una misión en Milne Bay, en septiembre de 1942.
Consecuencias
El resultado final condujo a la primera
derrota terrestre de la guerra de los japoneses, y a manos de tropas
australianas. A partir de entonces, la atención se concentró en el Sendero de
Kokoda y en los estadounidenses presentes en Guadalcanal.
Después de la guerra, el Ejército
australiano otorgó la Distinción de Batalla “Milne Bay” a varias unidades
participantes: los batallones 9º, 25º, 61º, 2/9º, 2/10º y 2/12º de infantería. Los
dos escuadrones de cazas de la RAAF también recibieron elogios por su papel
decisivo.
El comandante de la Fuerza de
Nueva Guinea, teniente general Sydney Rowell, declaró:
“La acción de los escuadrones 75º
y 76º de la RAAF el primer día fue probablemente el factor decisivo”,
una opinión respaldada por el
propio comandante local, mayor general Clowes, en su informe.





No hay comentarios:
Publicar un comentario