lunes, 17 de noviembre de 2025

Batalla de Milne Bay

 

Batalla de Milne Bay

“En Milne Bay, las tropas australianas infligieron a los japoneses su primera derrota indudable en tierra. Algunos quizá olviden que, de todos los Aliados, fueron los australianos quienes primero rompieron el hechizo de la invencibilidad japonesa.”
Mariscal de campo Sir William Slim

Con una densa vegetación selvática, un calor sofocante y la amenaza constante del enemigo, las condiciones en Nueva Guinea eran brutales incluso para los soldados más endurecidos.

Contexto

La bahía de Milne se encuentra en el extremo oriental de la isla de Nueva Guinea. Gracias a su buen puerto y ubicación estratégica, dominaba las rutas marítimas del noreste hacia Port Moresby y extendía el alcance de los aviones terrestres sobre los archipiélagos de islas vecinas y sobre el Mar del Coral.

En consecuencia, conforme las ambiciones japonesas se dirigieron hacia Nueva Bretaña, la costa norte de Nueva Guinea y el avance terrestre por Kokoda hacia Port Moresby —además de Guadalcanal—, Milne Bay se convirtió en un objetivo de gran valor estratégico.

La posición había sido desarrollada como base aliada, con tres pistas de aterrizaje y un puerto protegido.


Primeros movimientos

La Batalla del Mar del Coral, a comienzos de mayo de 1942, aunque fue una victoria estratégica (aunque no táctica) para los Aliados, dejó en claro la vulnerabilidad de Port Moresby y la importancia de Milne Bay.

El avance terrestre japonés a través de la cordillera Owen Stanley por Kokoda comenzó en julio de 1942, y para finales de agosto la situación era crítica para la milicia australiana que defendía “el Sendero” (The Track). Se encontraban en retirada combatiendo, superados en número, con tropas inexpertas, mal armadas y sin apenas apoyo, cuando se abrió un nuevo frente.

Mapa ilustrativo de los avances japoneses previstos para tomar Port Moresby.

Para entonces, Milne Bay estaba, sin que los japoneses lo supieran, defendida por dos brigadas de infantería: la 7ª Brigada de Milicia (Batallones 9.º, 25.º y 61.º) con sus unidades de apoyo, llegada en julio, y la veterana 18.ª Brigada, recién regresada de Oriente Medio, bajo el mando del brigadier George Wootten. Esta última contaba con los batallones 2/9º, 2/10º y 2/12º, además de dos baterías antiaéreas, una batería de artillería de campaña y otra antitanque.

Junto con ingenieros estadounidenses, el contingente aliado sumaba unos 9.000 hombres, bajo el mando del general de división “Silent” Cyril Clowes más dos escuadrones de cazas de la RAAF (75º y 76º), con capacidad de ataque terrestre que luego resultaría crucial.

Terreno y defensas

Las defensas se desplegaban a lo largo del lado norte de la bahía. El terreno era muy difícil: una franja costera estrecha y pantanosa, cubierta de selva densa y de apenas unos kilómetros de ancho, ascendía abruptamente hacia montañas al norte. El clima era caluroso, húmedo, y las lluvias torrenciales solían arrasar las carreteras, dificultando enormemente el movimiento de vehículos. Aun así, las zonas más llanas alrededor de las pistas y de la misión KB fueron escenario de los combates más intensos.

El desembarco japonés

La inteligencia japonesa había subestimado gravemente la fuerza aliada en la zona. A medianoche del 26 de agosto de 1942, 2.000 marines japoneses desembarcaron en la orilla norte de la bahía, a unos 11 km al este de los aeródromos, en una operación que debía repetirse posteriormente contra Port Moresby.

Mapas de situación Milne Bay

Mientras los barcos japoneses se dirigían hacia Milne Bay, fueron interceptados, ametrallados y bombardeados por los aviones de los escuadrones 75º y 76º de la RAAF. Esta acción ocasionó que 350 hombres del convoy de invasión quedaran varados cerca de la isla Goodenough y sin que pudieran participar en la batalla. Una vez que la fuerza principal desembarcó, la RAAF redobló sus ataques.

Los japoneses, creyendo que las pistas estaban débilmente defendidas, avanzaron a pesar de sufrir grandes pérdidas. Al principio lograron superioridad numérica local y, apoyados por tanques ligeros, arrollaron a las primeras unidades australianas que encontraron —los batallones 61º, 25º y 2/10º— entre el río Gama, la misión KB y las pistas, obligándolos a retroceder.

La aparición de tanques japoneses sorprendió a los australianos, que creían que el terreno pantanoso los hacía inutilizables. Carecían de vehículos blindados propios, aunque contaban con dos baterías antitanque, una por cada brigada pero muy difíciles de mover en aquellas condiciones.

Ataque y contrataque

La noche del 27 de agosto, el 2/10º Batallón de infantería australiano, veterano del sitio de Tobruk, fue enviado a establecer una posición de bloqueo cerca de la misión KB, mientras los batallones 61º y 25º se retiraban. Cuando los japoneses atacaron con tanques a las 20:00 h., los campos de tiro quedaron iluminados por las luces coaxiales de sus ametralladoras.

“Muchos valientes muchachos intentaron apagar esos faros de los tanques aquella noche, y no pocos hicieron el supremo sacrificio al hacerlo...”,

dice un testimonio. Las granadas antitanque adhesivas (“Sticky Bombs”) no se pegaban a los cascos de los tanques, aunque los soldados lo intentaron desesperadamente. El historial del batallón menciona a dos sobresalientes hombres; el teniente Mackie y el sargento Spencer, que se distinguieron por su esfuerzo por detener a los tanques enemigos.

Los japoneses rompieron el perímetro australiano, y el comandante australiano, teniente coronel Dobbs, ordenó la retirada detrás de un arroyo. El control se perdió cuando el segundo al mando, el mayor Martin, que debía reorganizar las fuerzas en la nueva posición, murió.

“Así, puede decirse que la batalla pasó por encima del 2/10.º Batallón, dejándolo dividido en pequeños grupos...”

Dos tanques y un batallón japonés completo avanzaron, ignorando el caos en el que aún combatían los australianos. Sorprendentemente, un pequeño grupo del 2/10º permaneció en la misión hasta la mañana siguiente, donde eliminó a pequeños destacamentos japoneses antes de regresar a las pistas de aterrizaje por el norte.

Tropas australianas avanzan junto a tanques ligeros japoneses atascados. La lluvia y el barro de Milne Bay detuvieron a los tanques allí donde las explosivos anticarro de la infantería habían fracasado.

Los japoneses alcanzaron el borde de la tercera pista al amanecer, donde se detuvieron esperando refuerzos. Un intento de reabastecimiento por mar fracasó. Con la lluvia torrencial, los tanques quedaron inmovilizados.

El 31 de agosto, al amanecer, los japoneses atacaron las defensas del aeródromo, defendido por los batallones 61º y 25º, que habían logrado reagruparse tras el 2/10º. El apoyo de artillería, la aviación y la firme defensa australiana cambiaron el rumbo de la batalla. Los japoneses sufrieron 300 bajas mortales y se retiraron al día siguiente.

Los australianos contraatacaron, persiguiendo al enemigo con los batallones 2/12º y 2/9º. Los japoneses en retirada ofrecieron resistencia encarnizada. Durante esta fase, la tarde del 4 de septiembre de 1942, el cabo John French del 2/9º batallón ordenó a sus hombres cubrirse tras quedar inmovilizados por el fuego de varias ametralladoras japonesas. Avanzó solo, destruyó un enclave con granadas y, armado con una metralleta Thompson, atacó una segunda posición. Gravemente herido, continuó hasta silenciar la tercera. Fue hallado muerto frente al último nido enemigo, recibiendo por su valentía la Cruz Victoria de manera póstuma.

Entre el 4 y el 7 de septiembre, menos de la mitad de la fuerza japonesa inicial fue evacuada. En total, murieron 167 australianos y 14 estadounidenses en la batalla.

Un P-40 Kittyhawk del Escuadrón N.º 75, pilotado por el oficial de vuelo D. E. Pank, rueda hacia la zona de dispersión tras una misión en Milne Bay, en septiembre de 1942.

Consecuencias

El resultado final condujo a la primera derrota terrestre de la guerra de los japoneses, y a manos de tropas australianas. A partir de entonces, la atención se concentró en el Sendero de Kokoda y en los estadounidenses presentes en Guadalcanal.

Después de la guerra, el Ejército australiano otorgó la Distinción de Batalla “Milne Bay” a varias unidades participantes: los batallones 9º, 25º, 61º, 2/9º, 2/10º y 2/12º de infantería. Los dos escuadrones de cazas de la RAAF también recibieron elogios por su papel decisivo.

El comandante de la Fuerza de Nueva Guinea, teniente general Sydney Rowell, declaró:

“La acción de los escuadrones 75º y 76º de la RAAF el primer día fue probablemente el factor decisivo”,

una opinión respaldada por el propio comandante local, mayor general Clowes, en su informe.


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