Guerra anfibia durante la Segunda Guerra Mundial
El Primer Ministro Winston L. S.
Churchill instó el desarrollo de la guerra anfibia en Gran Bretaña con la
formación del Mando de Operaciones Combinadas. Creada en junio de 1940, esta
organización llevó a cabo incursiones anfibias de comando a lo largo de las
costas de la Europa ocupada por los alemanes. Tales incursiones anfibias se convirtieron
gradualmente, en instrumentos más eficaces tal y como se fueron aprendieron
lecciones, ampliando conocimientos y mejorando el entrenamiento. Sin embargo,
las tácticas de asalto y el equipamiento de Gran Bretaña fueron impulsados
principalmente por las lecciones aprendidas tras la fracasada incursión de
Dieppe, en agosto de 1942. Los obstáculos de la playas, los extensos campos de
minas y la superposición de las áreas de defensas anti-tanque y del fuego de artillería
resultaron devastadores, provocando en los británicos la necesidad de equipo y
vehículos especializados. Los "funnies"
de Hobart estuvieron preparados para el desembarco de Normandía de 1944, pero
no a tiempo para las anteriores invasiones anfibias de África del Norte e
Italia.
El ejército de los Estados
Unidos, presente sólo de forma más que
limitada en Dieppe, vio poco requirimentos en cuanto al equipo anfibio
especializado, salvo en referencia a las lanchas de desembarco, pero si observó
la necesidad de eliminar los obstáculos de la playa y aislar la cabeza de playa
de posteriores refuerzos del enemigo. Áreas de desembarco más pequeñas y la
falta de una amenaza por medio de un contraataque mecanizado obvió la necesidad
de aislar de posteriores refuerzos las playas del Pacífico. Por lo tanto, las
operaciones aéreas de apoyo táctico no fueron tan necesarias en los asaltos
anfibios del teatro Pacífico, aunque sí estuvieron planeadas en la invasión de
Japón, operación que al final no se produjo.
Operacion Torch
La Operación Torch llevada a cabo
en África del norte, en noviembre de 1942, fue el primer asalto anfibio de los
aliados occidentales contra una playa defendida en el teatro europeo. Aunque
los combates no fueron muy significativos si proporcionaron los fundamentos
para la doctrina de guerra anfibia estadounidense en Europa. Los desembarcos de
Torch vieron el primer empleo de los equipos de demolición submarina y las
naves de desembarco anfibio especializadas que posteriormente fueron tan
importantes para que las tropas se desplazasen rápidamente tierra adentro. Las
naves de desembarco de tanques (LST) fueron particularmente importantes al
permitir a los carros llegar directamente a la playa y entrar en combate sin pérdida
de tiempo. Aunque se produjeron muchos errores en la planificación y en la
ejecución de Torch, se establecieron las bases para todo futuro asalto anfibio
aliado en occidente. Todos los desembarcos posteriores fueron precedidos por acciones
llevadas a cabo por fuerzas especiales, como los equipos de demolición
submarino y los propios comandos y rangers, cuya misión era eliminar los
obstáculos y ocupar posiciones clave y
terreno defensivo antes de que la fuerza de asalto principal se acercase
a la playa.
La Operación Torch también expuso
la necesidad de realizar ejercicios de maniobras previos a los desembarcos
reales y así aumentar la rapidez de accion y seguridad del desembarco.
Lecciones adicionales en referencia al apoyo naval y aéreo fueron adquiridas
tras los desembarcos de Sicilia y Salerno, donde la resistencia enemiga fue
mayor que en el norte de África. Más significativamente fue el desarrollo de
procedimientos y equipamiento necesario para acelerar el ritmo de acumulación
de fuerzas y material en tierra tras las primeras horas de asalto. La implementación
eficaz de todas estas medidas fue claramente expuesta tras el resultado con
éxito del desembarco de Normandía, cuando seis divisiones desembarcaron en
menos de 24 horas y casi 1 millón de hombres y su equipo en menos de una
semana, un logro fenomenal.
Tarawa
El desembarco, casi acabado en
desastre, de Tarawa fue la experiencia que fundamentó la doctrina de guerra
anfibia en el Pacífico y la estrecha colaboración del binomio Cuerpo de Marines
- Armada. El fracaso en el estudio y trazado de las aguas costeras significó
que cientos de marines debieron caminar casi un kilometro dentro del agua bajo
el fuego pesado del enemigo. Las bajas en la primera oleada ascendieron a más
del 85 por ciento entre muertos o heridos. El apoyo aéreo y el fuego naval estuvieron
mal planificados y coordinados, dejando a los infantes de marina conseguir sus
objetivos solo a base de fuerza de voluntad y de una superior cohesión de
combate. Todos los desembarcos posteriores gozaron de amplios estudios del
terreno por parte de los equipos submarinos realizados antes del asalto. El
apoyo de fuego naval y aéreo fue
ajustado y las operaciones con fuerzas avanzadas desembarcadas antes del asalto
principal comenzaron a ser más importantes. La potencia de fuego de las
tropas fue incrementada substancialmente
por medio de un aumento de armas automáticas, explosivos y lanzallamas. Después
de Tarawa, como en Europa después de Sicilia, los asaltos anfibios en el
Pacífico fueron ensayados previamente mediante ejercicios de maniobra. A
diferencia de Europa, los marines desarrollaron equipo específico para
facilitar su movimiento en tierra tras el desembarco en las playas y apoyo por
parte de vehículos blindados desembarcados en la primera oleada así como
vehículos anfibios especializados tipo tractores anfibios como los LVT o
Landing Vehicle Tracked.
Las operaciones anfibias fueron
importantísimas al esfuerzo bélico aliado. Los aliados nunca podrían haber
derrotado a Alemania ni Japón sin tener la doctrina de la guerra anfibia
desarrollada y perfectamente dominada, al ser esta la más compleja de todas las
operaciones militares. La Segunda Guerra Mundial estableció los procedimientos
de las operaciones anfibias que hoy en día aun siguen siendo utilizados por
todas las naciones occidentales.
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