Portaaviones alemanes e
italianos.
Las dos naciones europeas del
Eje, Alemania e Italia, fueron incapaces de proporcionar durante toda la guerra
cobertura aérea embarcada a sus flotas simplemente por el hecho de no tener
portaaviones. Esta circunstancia originó una merma táctica importante que
supuso tanto la imposibilidad de usar la flota a plena capacidad como la
perdida de buques de guerra. Irónicamente, ambas Marinas de Guerra reconocieron
la necesidad de portaaviones antes de la guerra pero tal exigencia fue relegada
a un segundo término a favor de la construcción de acorazados que gozaban de
mayor prioridad.
La Luftwaffe realmente desarrolló aviones específicos para su
uso desde portaaviones mientras la fuerza aérea italiana rehusó desarrollar
cualquier proyecto de aviación embarcada hasta que en 1941 Mussolini dio
órdenes para ello. Demasiado tarde y por esta causa ni portaaviones ni sus
dotaciones aéreas estuvieron preparados antes de que Italia firmase el armisticio
con los aliados en septiembre de 1943. Por parte alemana, fue el propio estado
mayor naval quien pospuso y después canceló la puesta en servicio de
portaaviones.
Los alemanes comenzaron la
construcción de portaaviones en primer lugar. El programa de construcción naval
de 1934 incluía tres buques de este tipo. A los dos primeros, denominados
Portaaviones A y B, se pusieron en quilla respectivamente el 28 de diciembre de 1935 y 30 de septiembre de 1936. Se programaron para su entrada en servicio
como muy tarde en 1939 pero retrasos en la entrega del equipamiento y otros
programas de construcción naval dificultaron desde un principio todo el
proceso. En 1938, a once meses de la
entrega prevista, ambos buques estaban retrasados y la carestía de soldadura
amenazaba con adicionales periodos de retraso. La limitada mano de obra fue
asignada a los prioritarios programas de construcción de acorazados y
submarinos. Como consecuencia, el Portaaviones A, posteriormente denominado Graf Zeppelin, no fue botado hasta
diciembre de 1938 y su fecha de entrega llevada hasta mayo de 1940, trece meses
más tarde. La fecha del Portaaviones B, cuyo nombre previsto seria Peter Strasser fue retrasada a julio de
1940.
El estallido de la guerra
exacerbó aun más el gran problema de la escasez de mano de obra de tal forma
que los trabajadores disponibles en los astilleros fueron concentrados en la
construcción del Bismark, Prinz Eugen,
Seydlitz y los submarinos cuya construcción ya estaba comenzada para en un
esfuerzo completarla lo más pronto posible. El rechazo de Adolf Hitler en
reducir la distribución de acero al sector civil implicaba el racionamiento del
acero restante entre los distintos servicios de la Wehrmacht. En mayo de 1940,
el almirante Erich Raeder decidió desguazar el Portaaviones B y suspender la
construcción del Graf Zeppelin. Este
último se hallaba completado al 85% y con el componente aéreo creado y
asignado. Sin embargo, Raeder distribuyó el "acero naval" entre
submarinos, acorazados de la nueva clase H, cruceros y destructores. De todos,
solo submarinos y destructores acabaron construyéndose. Mientras la flota aérea
de la Luftwaffe dirigida a ser utilizada en los portaaviones cambió de destino
y fue utilizada en la campaña contra Francia.
La Marina de Guerra italiana ya
consideró convertir dos buques de pasajeros oceánicos en portaaviones a
principios de los años 30 pero se encontró de cara con la resistencia por parte
de la Regia Aeronautica. En 1923 un real decreto asignó todos los aviones a las
fuerzas Aéreas y Mussolini apoyó en un primer momento el rechazo de las
autoridades aéreas a desarrollar aviones destinados a ser embarcados. La armada
utilizo el presupuesto "extra" en modernizar los viejos acorazados.
Ante esta situación ni Alemania ni Italia disponían de portaaviones ni en
servicio ni en construcción en el segundo año de guerra. Sin embargo, los
acontecimientos harían cambiar rápidamente esta situación, al menos en teoría.
Aquila
Hitler y Mussolini cambiaron su
criterio ante los éxitos de la aviación embarcada de los aliados y japoneses en
los años 1940 y 1941. Los italianos retomaron sus planes de preguerra y
requisaron los buques de pasajeros, SS
Roma y SS Augustus, para su reconversión renombrándolos respectivamente Aquila y
Falco. Desafortunadamente, copiaron casi al pie de la letra a los alemanes
y adoptaron la idea de emplazar en pesadas torretas acorazadas una batería de 8
cañones de superficie de 150 mm. Este hecho aumentaba de forma considerable el
peso del buque por lo que fueron instalados en su lugar cañones de 130 mm. en
montajes abiertos. En relación a la estabilidad y la protección interna también
se produjeron modificaciones como la adición de un cinturón de 60 cm. en la
línea de flotación. Este adicional aumento de peso y manga redujo la velocidad
de los barcos en dos nudos pero en contraposición se ganó en estabilidad y
supervivencia. También se añadió blindaje en otras áreas al añadir una cubierta
blindada de 8 cm. sobre los depósitos de combustible y las bodegas. El
componente aéreo previsto para estos
barcos estaba compuesto por un numero entre 36 y 51 cazas Re.2001, dependiendo
si el mecanismo de pliegue de las alas de los aviones pudiese ser desarrollado
o no. En su última configuración, los portaviones de la Regia Marina tendrían
un desplazamiento cercano a las 32.000 tn. y una velocidad máxima de 29-30
nudos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario