Proviene de La epopeya de la Fuerza Z II
Postal japonesa conmemorativa del hundimiento de la Fuerza Z
El segundo ataque fue llevado a
cabo por 17 Nell equipados con torpedos del grupo Genzan. Ocho aviones lanzaros
sus torpedos a 600-1500 metros del Prince of
Wales. Los japoneses afirmaron tres impactos, pero sólo dos fueron
confirmados por los británicos. Pero esas dos explosiones, ambas a las 11:44 h.
condenaron al "insumergible" Prince of Wales. Los torpedos explotaron por el lado de
babor por detrás de la torreta trasera de 14 in, dañando el eje de la hélice
exterior e inundando varios compartimientos. La inundación ocasiono una escora
de 11,5 grados, una disminución de la velocidad hasta los 15 nudos y dejo fuera
de acción a los principales cañones antiaéreos. Mientras tanto, nueve aviones
torpederos atacaron al Repulse, pero según los británicos ninguno explotó, a
pesar de la reclamación japonesa de cuatro impactos. En ese preciso momento,
seis aviones del Grupo Aéreo Mihoro también estaban atacando el Repulse con
bombas pero ninguna explotó sobre el crucero de batalla.
El tercer ataque duró desde las
11:57h. hasta las12:02 h. fue realizado por con ocho torpederos Nell del Grupo
Mihoro, que lanzó sus torpedos contra el Repulse. Las perfectas maniobras
evasivas del crucero de batalla impidieron cualquier impacto. La siguiente
oleada, llevado a cabo por 26 Betty del
Grupo Aéreo Kanoya, ocurrió desde las 12:20 hasta las 12:32 h. Seis aviones
atacaron al maltrecho Prince of Wales lisiado y 20 al aún ágil Repulse. El
acorazado, incapaz de maniobrar fue
alcanzado por cuatro torpedos por su costado de estribor. Un bien ejecutado
ataque de pinza sobre el Repulse presentó a su capitán una situación imposible
de salvar. Cinco torpedos explotaron en los costados del crucero de batalla
escorándose de forma muy acusada y rápidamente. El barco se hundió a las 12:32
h.
Hundimiento del HMS Repulse
La siguiente oleada de aviones
japoneses compuesta por nueve bombarderos de nivel del Grupo Aéreo Mihoro se
centró en atacar los destructores de escolta. Ninguna bomba alcanzó objetivo
alguno. El ataque final de los Nell del Grupo Mihoro tuvo al Prince of Wales
como blanco. Siete aviones lanzaron bombas de 1100 lb. Una alcanzó al acorazado
en la cubierta superior de la catapulta, penetrando sobre la cubierta principal
donde estalló provocando graves bajas.
A partir de ese momento,
simplemente era cuestión de tiempo que se hundiera el acorazado. Su velocidad
se había reducido a tan solo 6 nudos, y el ángulo de escora del barco aumentaba rápidamente. La
orden de abandonar el barco fue dada a las 13:15 h. Cinco minutos después, el
Prince of Wales se hundía. Tan solo quedaban los tres destructores cuya misión
pasó a ser la de rescatar a los supervivientes del agua; acción que realizaron
sin ser atacados por aviones enemigos. Del Repulse se perdieron 513 marineros
siendo rescatados 796, las cifras fueron mejores en el caso del Prince of Wales
ya que se rescataron 1285 marineros y perdieron la vida 327. Los japoneses tan
solo perdieron 21 aviadores, tres aviones derribados y 27 dañados.
El hundimiento del Prince of
Wales y del Repulse marcó no sólo el final de la era del acorazado Dreadnought sino también el fin de la
hegemonía británica como potencia marítima en el Lejano Oriente. Como la Royal
Air Force también fue rápidamente puesta fuera de combate, el destino de
Singapur recayó únicamente sobre el ejército británico.
La pérdida de la fuerza Z fue
recibida en Gran Bretaña con gran consternación. ¿Pero era inevitable? Antes de
zarpar Phillips se hallaba ante tres opciones: permanecer en Singapur y ser
bombardeado, trasladarse a una posición más segura y mantener su flota para
posteriormente llevar a cabo alguna acción o atacar la invasión japonesa,
sabiendo que sólo la potencia marítima
podría derrotar a los japoneses. No en vano, eligió esta última. Cuando
su plan fue discutido con su estado mayor el 8 de diciembre, nadie disintió.
Phillips era consciente de los riesgos, pero confiaba en que podría ocuparse de
cualquier flota de superficie japonesa que se encontrara en la zona, era
sabedor de la solitaria presencia de un crucero de batalla de la clase Kongo y
de varios cruceros y más que nada no sopeso la amenaza que suponía un ataque
aéreo. Con el elemento sorpresa a su favor, pensaba que podía asestar un serio
golpe a la fuerza de invasión japonesa en la mañana del 10 de diciembre. Con la
base más cercana de bombarderos de la Armada Imperial japonesa a 400 millas de
Singora y a 370 millas de Kota Bharu, Phillips minimizó el peligro de un ataque
con aviones torpederos. El bombardeo de
la flota a alta cota ni llego a plantearse.
Después de la tragedia, parece ser que se dio un sentimiento generalizado acerca de la inevitable e inútil perdida del Prince of Wales y del Repulse. La fuerza enviada a Extremo Oriente era insuficiente para actuar como elemento de disuasión, e igualmente inadecuada como flota equilibrada con la potencia necesaria para interrumpir la invasión japonesa. No hay duda que Phillips o cualquier otro almirante de la Royal Navy habría decidido correr un riesgo calculado al atacar la fuerza de invasión japonesa. También es indudable que ningún almirante británico era consciente del poder y del alcance de los grupos aéreos de la armada nipona basados en tierra. Así mismo, el factor de la falta de protección aérea sobre la Fuerza Z también en cierta manera es despreciable pues aunque un escuadrón de mal armados y poco resistencia cazas Buffalo hubiesen estado presente, el resultado no habría cambiado, solo hubiese variado el coste para los japoneses.
Después de la tragedia, parece ser que se dio un sentimiento generalizado acerca de la inevitable e inútil perdida del Prince of Wales y del Repulse. La fuerza enviada a Extremo Oriente era insuficiente para actuar como elemento de disuasión, e igualmente inadecuada como flota equilibrada con la potencia necesaria para interrumpir la invasión japonesa. No hay duda que Phillips o cualquier otro almirante de la Royal Navy habría decidido correr un riesgo calculado al atacar la fuerza de invasión japonesa. También es indudable que ningún almirante británico era consciente del poder y del alcance de los grupos aéreos de la armada nipona basados en tierra. Así mismo, el factor de la falta de protección aérea sobre la Fuerza Z también en cierta manera es despreciable pues aunque un escuadrón de mal armados y poco resistencia cazas Buffalo hubiesen estado presente, el resultado no habría cambiado, solo hubiese variado el coste para los japoneses.
No hay comentarios:
Publicar un comentario