La ofensiva soviética contra
Finlandia fue llevada a cabo desde el Distrito Militar de Leningrado bajo el
mando de Meretskov, un antiguo trabajador de una fabrica y comisario político
que se había distinguido por su servicio en el contingente soviético que ayudo
a la República durante la guerra civil española. Esta fuerza, compuesta por 25
divisiones con un contingente blindado considerable, sobrepasaba numérica y
materialmente a las fuerzas finlandesas desplegadas en contra. La Fuerza Aérea
Soviética también disfrutaba de una notable superioridad.
La ofensiva del Ejército Rojo no solo se
desarrolló en el área de Leningrado y el lago Ladoga sino que también se
produjeron combates en Uktha, Finlandia Central y en el zona de Petsamo, en el Ártico.
Las tropas finesas, a pesar de hallarse en inferioridad numérica y con escaso
apoyo de artillería y acorazado, estaban mejor entrenadas y de lejos mejor
dirigidas que el enemigo soviético. Las jornadas con pocas horas de luz diurna
y las amplías y espesas zonas boscosas restringieron y privaron al Ejército
Rojo del beneficio de su apoyo aéreo, artillero y acorazado. Las condiciones climáticas
fueron particularmente más duras de lo normal y las columnas soviéticas realizaron
exiguos progresos, sufriendo derrotas que casi llegaron a la aniquilación por
parte de un número insignificante de soldados finlandeses. El pobre rendimiento
del Ejército Rojo no paso desapercibido en Berlín.
A finales de diciembre de 1939,
el Alto Mando del Ejército Rojo fue reorganizado en un intento de remediar la situación
desastrosa que se avecinaba. Meretskov fue "degradado" a un destino inferior
como jefe de ejército. Una nueva unidad denominada Frente Noroccidental fue
creada para el control operacional y bajo el mando global de Timoshenko. Se desplazaron
más tropas a la frontera finesa hasta llegar a la suma de un millón de hombres aproximadamente.
Tras un periodo de reorganización
y entrenamiento, se reanudo la ofensiva a principios de febrero con intensos y
bien coordinados apoyos de artillería. Después de un mes de duros combates las
exhaustas tropas finesas, provenientes de un país de tan solo cuatro millones de
habitantes, se vieron obligadas a entablar negociaciones para la firma de un
armisticio.
Semion Timoshenko, el gran beneficiado de la Guerra Ruso-Finesa
Las derrotas iniciales del Ejército
Rojo en Finlandia fueron ampliamente malinterpretadas en el extranjero. Las
duras condiciones del terreno y climáticas no fueron correctamente
consideradas, ni su efecto sobre las tropas ucranianas, la mayoría no
acostumbradas a los bosques ni montañas. El liderazgo militar del Ejército
Rojo, aprisionado por su propia escasa experiencia de la Guerra Civil, fue
admitido como poco efectivo. Sin embargo muy pocos observadores extranjeros
fueron conscientes del excelente entrenamiento y las altas cualidades de
combate y moral de las tropas finlandesas. Operando en sus propios bosques,
montañas y pantanos, fueron muy superiores a los rusos y también, como se demostró
en acciones posteriores, a los mismos alemanes.
Sin embargo, en Moscú las
lecciones no fueron ignoradas. Se llevo a cabo una investigación tras la finalización
de la guerra de invierno para determinar las deficiencias mostradas y un número
de importantes reformas fueron introducidas. Voroshilov perdió el puesto de
Comisario de Defensa, destino ocupado durante más de cinco años sin gran distinción,
a favor de Timoshenko. Se hizo un intento de aumentar el estatus, y
presumiblemente la moral de los altos comandantes del Ejército Rojo y de la
Armada restaurando los rangos zaristas del generalato y almirantazgo. Hubo posteriores
mejoras en el sueldo y las condiciones de los comandantes de alta graduación y los
comisarios políticos fueron degradados a posiciones subordinadas a los
comandantes militares. Timoshenko, junto con Shaposhnikov, Jefe de Estado
Mayor, y Kulik, un viejo revolucionario, mediocre oficial de artillería y
antiguo miembro del grupo de Tsaritsyn y por lo tanto de máxima confianza de Stalin,
fueron ascendidos a Mariscales de la Unión Soviética ocupando los huecos de los
"desaparecidos" Tukhachevsky,
Egorov y Blukher.
La consecuencia directa de la
guerra ruso-finesa fue una reorganización, en algunos casos positiva y en otros
no, de oficiales de alto mando que mantuvieron sus destinos hasta el inicio de
la guerra con Alemania. Meretskov reemplazó a Shaposhnikov como Jefe de Estado
Mayor cuando la salud de este ultimo empeoró; Vatutin fue nombrado Vicejefe de
Estado Mayor y Golikov al mando de la GRU, la inteligencia militar. Zhukov
reemplazó a Timoshenko como Comandante del Distrito Militar de Kiev. Dos
oficiales que se distinguieron en la guerra contra Finlandia, Kirponos y
Pavlov, ascendieron rápidamente; el primero al mando del Distrito de Leningrado
y Pavlov al Distrito Militar Occidental de Bielorrusia. Si bien Meretskov fue reemplazado como Jefe de
Estado Mayor en febrero de 1941 tras probar su ineficacia en dicho puesto, por
Zhukov que dejó su destino a Kirponos. Algunos de estos oficiales alcanzarían
posteriormente fama y fortuna, otros en cambio morirían en el campo de batalla
o serían "eliminados" por
la NKVD tras caer en desgracia a los ojos de Stalin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario