Hechos controvertidos
Desde el día 28 de julio de 1945,
cuando el USS Indianapolis zarpó de Guam hacia el golfo de Leyte muchas
circunstancias confluyeron en el fatal desenlace del buque, antes y después del
ataque. La mayoría de estas condiciones fueron desconocidas por el capitán McVay,
por lo tanto, no era culpable de las consecuencias que siguieron, en cambio las
autoridades navales si eran conscientes de esas amenazas y no se realizó
ninguna precaución al respecto. La lista de incidencias obviadas por la Marina es
la siguiente:
1.-
el global estado de relajamiento existente en el Océano Pacifico a finales de
la guerra ocasionó una disminución en las medidas preventivas de ataque de la
flota en general.
2.-
el 24 de julio, cuatro días antes de zarpar el “Indy”, el destructor USS Underhill
había sido atacado y hundido en la misma zona donde el crucero tendría que
navegar posteriormente. Esta circunstancia no le fue advertida al capitán
McVay.
3.-el
código de desciframiento ULTRA advirtió la presencia de un submarino japonés y
tampoco se transmitió esta información al USS Indianapolis. Este hecho al ser
clasificado como “alto secreto” tampoco se mencionó en el posterior consejo de
guerra.
4.-si
bien ningún gran buque (acorazado o crucero) había realizado la travesía desde
Guam a las Filipinas sin escolta alguna, la petición de un destructor de
escolta por parte de McVay fue denegada.
5.-a
pesar de ser conscientes de las amenazas existentes en la trayectoria del
Indianapolis las autoridades oficiales comentaron que la presencia de un
destructor de escolta “no era necesaria”, incluso en el consejo de guerra se
añadió que el riesgo de ataque submarino a lo largo del itinerario del buque
“era muy ligero”.
6.- aunque al
capitán se le dijo que se habían producido “avistamientos de submarinos”
ninguno fue confirmado. Este hecho fue normal durante la guerra e ignorado por
los comandantes de las naves a no ser que hubiese una ratificación oficial.
7.- las
ordenes de McVay eran “navegar en zigzag bajo su consideración”. Navegar
zigzagueando era una práctica naval normal para evitar el ataque con torpedos,
sobretodo una vez lanzados desde el submarino. Ninguna ordenanza naval
recomendaba, ni mucho menos ordenaba navegar en zigzag de noche y con mala
visibilidad.
Todos estos factores fueron decisivos en la suerte del USS Indianapolis
antes del ataque por parte del submarino japonés I-58 pero no fueron las únicas
consecuencias desastrosas, ya que a continuación se produjo una cadena de errores
que supusieron la pérdida de vidas humanas tras el lanzamiento de los torpedos:
1.- existía
confusión de la posible área donde el USS Indianapolis debía llegar, es decir,
no se sabía con exactitud a que zona de las Filipinas el crucero debía arribar.
2.- no existía
directiva alguna para informar de la no llegada de ningún barco, es decir, si
un buque no llegaba a su destino no había orden de preguntar qué había
sucedido.
3.- no hubo
petición alguna de retransmitir el mensaje ilegible del “Indianapolis”
advirtiendo la hora de llegada.
Todos estos errores impidieron un rápido rescate de los supervivientes
y de este modo permanecieron hasta las 11 horas del jueves día 2 de julio
abandonados en el mar siendo atacados y la mayoría de ellos devorados por los
tiburones.
Consejo de guerra
La marina era consciente de la repercusión social, militar y mediática
que ocasionaría la noticia del hundimiento del USS Indianapolis, por esta razón
la fecha pública del anuncio del comunicado se produjo el 15 de agosto, días después del lanzamiento atómico
con la intención de ensombrecer la desgraciada información. Oficialmente dos
días antes, el día 13, se formó una comisión de investigación ordenada por el
jefe de la flota, almirante Chester Nimitz, con vistas al esclarecimiento de
los hechos. Esta comisión recomendó la posibilidad de un consejo de guerra
contra el capitán Charles McVay incluso reconociendo que “se iniciaba el
proceso sin disponer de todos los datos necesarios”, circunstancia a la que
Nimitz estuvo en desacuerdo desde el principio, incluso el 6 de septiembre se
opuso a la posible corte marcial instando por escrito al juez supremo de la
Marina de Guerra, que en el peor de los casos McVay fuese culpable de un error
de juicio y no acusarle de negligencia grave, hecho que le ocasionaría una
simple amonestación en lugar de arruinar su carrera, como al final se produjo.
El propio almirante Nimitz en un informe señaló que las ordenes de
navegar en zigzag no se aplicaron en ningún caso y que tras la orden de aplicar
la navegación bajo criterio del capitán, esta ultima prevalecía sobre la
anterior, este informe no se presento en el consejo de guerra posterior. De
todas formas, con la oposición contundente de los almirantes Nimitz y Spruance,
este último jefe de la V Flota cuyo buque insignia era el Indianapolis, las
autoridades navales de Washington personalizadas en las figuras del Secretario
de la Armada, James Forrestal y el jefe de operaciones Navales, el almirante
Ernest King fijan la fecha de celebración del consejo de guerra contra el
capitán McVay en la capital estadounidense para el día 3 de diciembre de 1945.
Muchas irregularidades se cometieron antes y durante el proceso, los
cargos de los que se acusaba al capitán fueron presentados tan solo cuatro días
antes del comienzo del juicio, tal vez porque la propia Marina no supiese con
exactitud de que culpar al capitán McVay. Dos fueron las acusaciones:
·
No emitir las ordenes de abandono del buque.
·
Arriesgar el barco al no navegar en zigzag con
buena visibilidad
Al capitán se le denegó en un
principio los defensores elegidos por el mismo, en contra se le asignó de
oficio para la defensa posterior al capitán John P. Cady, un oficial sin
experiencia judicial, oficial que demandó un aplazamiento del juicio para
preparar la defensa de forma más efectiva, circunstancia también denegada. Por
lo tanto, el capitán McVay se presenta ante su consejo de guerra con un abogado
defensor novel y con tan solo cuatro días para preparar su alegato
exculpatorio.
Sobre el primer cargo resulta
difícil explicar la razón por la que al Marina lo incluyó en el proceso, el
ataque con torpedos deshabilitó enseguida el sistema interno de comunicación
del buque, la única forma de informar el estado del buque y su posterior abandono
fue con el boca a boca, circunstancia que se produjo con normalidad y
diligencia como demuestra el alto número
inicial de supervinientes, es por esta razón que el capitán McVay fue
encontrado inocente de esta acusación
Fue en la acusación de arriesgar el
navio al no zigzaguear donde surgieron las controversias y la forma más o menos
tibia de llevar la defensa. El capitán del I-58, Mochitura Hashimoto, declaró que hubiese sido indiferente el resultado si el USS
Indianapolis navegase en zigzag o no, esta aseveración importante no fue
presionada por parte del abogado defensor. A continuación paso a declarar por parte de la fiscalía, Glynn
Donaho, tripulante de submarinos condecorado con cuatro Navy Cross y se le
pregunto; si hubiese sido más o menos difícil lograr impactar al objetivo con
las condiciones existentes y si el Indianapolis navegase en zigzag; la
respuesta fue; no, siempre que el objetivo estuviese fijado, la dificultad es
la misma; esta respuesta fue obviada por el tribunal y tampoco recalcada por la defensa.
Machitura Hashimoto Durante el juicio a McVay
Existió también un informe no revelado a la defensa. Consistía en las
declaraciones del capitán Oliver Naquin, encargado de realizar los preparativos
del itinerario del USS Indianapolis, en él se pregunta por el riesgo de
actividad submarina en la ruta del buque y se responde que es bajo, además
también aparece la negativa de la solicitud del destructor de escolta.
A la suma de todos estos hechos contradictorios, hay que añadir el más
flagrante de todos; fue un defecto de forma en la enunciación del cargo más
importante, en él se encontraba la coletilla de “navegar con buena visibilidad”.
Según todos los datos aportados por los supervivientes, que en el juicio no se expusieron por estar
clasificados, indicaban que la visibilidad era muy limitada debido al tiempo
nublado, además como ya se ha comentado, no existía orden directa de navegar en
zigzag y más aun cuando el propio capitán del barco tenía la posibilidad de
navegar “a su discreción”, fue por lo tanto un procedimiento no culposo dejar
de navegar en zigzag al caer la noche cubierta y con visibilidad reducida.
Ante todos estos indicios es posible pensar que el capitán Charles
McVay ya era considerado culpable antes de comenzar el consejo de guerra. McVay
fue encontrado culpable del cargo de arriesgar el barco al dejar de navegar en
zigzag y su pena consistió en perder 100 puntos temporales en el rango como
capitán y 100 puntos permanentes en el rango como comandante, condena que
supuso su ruina como militar. En 1946 Nimitz, sustituto del almirante Ernest
King como Jefe de Operaciones Navales, restauro al comandante del Indianapolis
como jefe del distrito naval de Nueva Orleans, destino de su jubilación en 1949
como contraalmirante. En 1968 El capitán
Charles McVay se suicidio pero su historia, por suerte, no acabo en ese
momento.
Exoneración y
rehabilitación
Aunque los primeros pasos para
limpiar el nombre del capitán Mcvay se dieron en la década de los 60 al
constituirse la asociación de supervivientes del USS Indianapolis, no fue hasta
la segunda mitad de las década de los 90 cuando, de forma indirecta Steven
Spielberg, consiguió sin querer que la figura del malogrado capitán fuese
rehabilitada y exonerada de cualquier culpa. La explicación es tan sencilla
como increíble. Un chaval de 11 años, Hunter Scott, natural de Pensacola,
Florida, vio la película “Tiburón” y como muchísimas personas más se quedo
impresionado de la escena en la que se comenta el ataque de los tiburones a los
náufragos del USS Indianapolis. Esta situación no hubiese pasado de simple
anécdota si el muchacho no hubiese perseverado en la investigación de los
hechos, se reunió con los supervivientes del hundimiento, todos unánimemente le
comentaron que el capitán Mcvay no tuvo culpa alguna de lo acaecido, y ninguno
justifico la necesidad de realizar el consejo de guerra posterior. Lógicamente
la juventud del chavalote junto con la presión de los supervivientes llamarón
la atención en primer lugar de los medios y a continuación de Joe Scarborough,
Representante del Congreso de los estados Unidos.
Joe Scarborough prometió llevar
un proyecto de ley para exonerar al capitán McVay en el año 1998, Scott y un
grupo de supervivientes viajaron a la capital con intención de apoyar dicho
proyecto; se reunieron con representantes del congreso y del senado instando al
indulto presidencial del capitán. Involuntariamente, no tuvieron en cuenta el
hecho que el almirante Nimitz en 1946 ya había indultado al capitán Mcvay por
lo que Scarborough, Scott y los supervivientes dieron una vuelta de mas sobre
el tema pidiendo entonces que “ el consejo de guerra sobre el capitán Mcvay fue
moralmente insostenible y su condena un acto voluntario de injusticia”.
Hunter Scott y el hijo de capitan McVay
Para ejercer mayor presión se
persuadió al senador Bob Smith para que presentase en el senado una medida
idéntica, tras varios meses aproximadamente 100 representantes del congreso y
16 senadores se habían unido a las respectivas iniciativas. El espaldarazo
final se dio cuando el senador Smith persuadió al senador John Warner, presidente de la Comisión de
Servicios Armados del Senado, a celebrar una vista de la resolución. La
audiencia se inicio el 14 de septiembre de 1999 y fueron las declaraciones
elocuentes y emotivas de los supervivientes así como la incapacidad de
los testigos de la Marina lo que llevaron a buen término todas las alegaciones
presentadas tras meses de comparecencias. Hubo reticencias de la Marina en
introducir en el informe final palabras tales como consejo de guerra moralmente
insostenible o condena injusta pero sí que apareció de forma clara que “el
capitán Mcvay se halla exonerado de la pérdida del USS Indianapolis” ("he
is exonerated for the loss of the USS Indianapolis”)
Conclusiones
y valoración personal.
La mayor parte de la información utilizada
en la redacción de estos dos artículos proviene de la página oficial creada por
la organización de supervivientes del USS Indianapolis, es por lo tanto, una
información muy cargada de subjetividad. Ante este hecho me pregunté si ese
aspecto sentimental podría interferir en la veracidad de las opiniones y de los
hechos mostrados. La respuesta bajo mi opinión es clara y viene dada por el
sentido común, es evidente que el factor humano interfiere en la visión de la
realidad pero hay una verdad que siempre se cumple, “no se puede engañar a todo
el mundo todo el tiempo” y en este caso la opinión unánime de los
supervivientes de la tragedia fue que el capitán McVay no era culpable de la
suerte del buque, además existe una razón más; razón que deriva de la siguiente
pregunta. ¿Qué ganaban los supervivientes defendiendo al hombre que dirigió los
últimos instantes del barco? La respuesta es clara, nada, más aun cuando, si
hubiese una pequeña sombra de duda en el comportamiento del capitán, serian los
propios supervivientes las personas más interesadas en esclarecer las
circunstancias y culpar al desgraciado comandante si procediese, porque fueron
ellos los protagonistas del desastre, fueron ellos los que perdieron a sus
compañeros y los que quedaron, se encontraron con una experiencia tan
traumática que ha marcado de forma contundente el resto de sus vidas. La misma
pregunta formulada a la parte contraria también puede tener una respuesta
diáfana, es decir, ¿Qué ganaba la US Navy culpando al hombre que dirigió los
últimos instantes del barco?, tal vez encontrar al chivo expiatorio que cargase
con los errores cometidos por sus propias autoridades navales.
Ya para terminar una última reflexión sobre
el tema, pero aplicable también a casi todos los hechos militares sucedidos a
lo largo de la Historia. “la verdad es
la primera víctima de la guerra”, máxima que me hace, y creo que nos debe
hacer, como aficionados a la Historia Militar, a ser críticos con la
información que llegue a nuestras manos, a buscar y rebuscar si pudiesen
existir interés ocultos a la forma en la que se presentan los hechos y así
aunque la verdad absoluta nadie la tiene ni la tendrá, sí que creo, que si
caemos en errores serán mínimos y como se dice ajenos a nuestra voluntad.
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