Los hombres que iniciaron la
guerra.
Aunque sabía que nadie lo
creería, Hitler debía de intentar engañar a la opinión pública mundial
provocando un incidente falso que le diese un “casus belli” necesario para
iniciar las hostilidades contra Polonia.
Para un estado totalitario, con
una policía secreta potente y altamente entrenada como era el caso del Tercer
Reich, la orquestación de una farsa de este tipo era coser y cantar.
La última fase de la acción de
engaño empezó con la frase “La abuela ha muerto”, orden en clave emitida por el
jefe del servicio de seguridad del Reich, el Sicherheitsdienst o SD, Reynhard
Heydrich el 31 de agosto de 1939 a las 20:00 horas. Pero en cierta manera todo
había comenzado una semanas antes cuando Hitler ordeno al comandante en jefe de
las SS, Heinrich Himmler, la organización y preparación de un “incidente” que
diese la excusa necesaria para que la Whermacht pudise intervenir en territorio
polaco.
Himmler se reunió con Heydrich
quien se hizo cargo personalmente de la asunción de todos los pormenores de la
operación. Dicha misión consistiría en el ataque de supuestos soldados polacos
a la estación de radio alemana de Gleiwitz, a escasos kilómetros de la
frontera. Con el más absoluto de los secretos unas decenas de escogidos hombres
de las SS fueron enviados a la zona de Gleiwitz, con equipo y armamento
reglamentario del ejército polaco, con el propósito de actuar cuando fuese
necesario.
Al frente de esta fuerza de engaño
se hallaba Alfred Helmut Naujocks, un ex estudiante de filosofía. Miembro de
las SS, por supuesto fanático de la ideología nazi, Naujocks era además un
personaje audaz y aventurero que con posterioridad realizó ” trabajos” de
índole parecida al de la estación fronteriza, como por ejemplo en los casos de
inicio de las hostilidades contra Holanda y Bélgica.
Alferd Helmut Naujocks
La misión del comando nazi era
realmente sencilla, simular el cruce de la frontera, atacar la emisora de radio
y una vez allí leer en polaco un comunicado ofensivo contra Alemania. Escondidos
en su madriguera, los hombres de Naujocks esperaron la orden de fallecimiento
de su antecesora para iniciar el ataque, dicha orden llego directa de Heydrich
en la tarde del 31 de agosto.
La ejecución del plan se realizó
sin ningún inconveniente; la emisora fue atacada por los falsos soldados
polacos que incluso no dudaron en disparar contra el propio personal de la
estación matando algunos ciudadanos alemanes con la finalidad de dar mayor
verisimilitud a la operación, asi como, algunos cuerpos de "soldados polacos" que no eran mas que prisioneros de campos de concentracion. Fueron las primeras víctimas colaterales
“necesarias” del conflicto. Una vez conquistada la emisora los soldados polacos
radiaron el mensaje y regresaron supuestamente hacia la frontera.
Original antena de radio de la emisora de Gleiwitz. Totografia actual.
Varias horas después del
incidente un Hitler eufórico desde la capital del Tercer Reich utilizando el
mismo medio de comunicación implicado en la falsa incursión, es decir, por
medio de las ondas radiofónicas pudo anunciar al mundo que:
“Esta noche, tropas regulares
polacas han abierto fuego contra nuestro territorio. Desde las 4:45, nuestras
fuerzas armadas han pasado al contraataque”
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