Raid de Makin
El ataque japonés a Pearl Harbor
y las siguientes conquistas japonesas de grandes territorios del sudeste
asiático e islas del Pacifico Central, ocasionaron dentro del sistema militar
estadounidense una gran inquietud. Durante los primeros 8 meses de 1942, los
estados mayores estuvieron planificando la estrategia a seguir a medio y largo
plazo hasta que la gran capacidad industrial y humana de los EEUU pudiese arrancar
y ponerse en movimiento. Dos acciones muy destacables se produjeron en estos primeros
meses. En primer lugar, el bombardeo de Tokio por el entonces teniente coronel
Doolittle. Acción que se convirtió en una demostración ofensiva de audacia
enorme, donde tal vez los resultados puramente militares fueron de poca
importancia pero la trascendencia sobre la moral, propia y ajena, y sobre las
consideraciones estratégicas futuras fueron muy significativas. Pocas semanas
mas tarde, la destrucción de gran parte de la fuerza aeronaval japonesa en la batalla “defensiva” de Midway suponía el
punto de inflexión para iniciar la reconquista del territorio perdido y la
victoria sobre el Japón.
Esa ofensiva que paso a paso
llevó al triunfo final bien podría considerarse que comenzó a una escala media-grande
con la campaña de Guadalcanal en agosto de 1942, pero anteriormente y al mismo
tiempo que las grandes operaciones militares, pequeños pero no por ello
insignificantes episodios bélicos se iban produciendo en la inmensidad del océano
Pacifico. El 17 de agosto de 1942 se realizó en el atolón de Makin, en las
islas Gilbert uno de esos episodios.
El denominado raid de Makin fue
llevado a cabo por el 2º batallón de los Marines Raiders. Esta unidad, creada
en febrero de 1942 y por supuesto dentro del USMC como infantería de marina
ligera estaba destinada a operaciones asiladas detrás de la líneas enemigas o bien
a operaciones de apoyo a unidades de marines en desembarcos de magnitud
considerable en los días iniciales de desembarco. Durante 1942, los dos
primeros batallones de Marine Raiders lograron relevancia militar; el 1º al
mando del teniente coronel Edson en Guadalcanal y el 2º bajo el también
teniente coronel Evans Carlson en el raid de Makin.
Geográficamente, el denominado
raid de Makin tuvo lugar sobre dos islas pertenecientes al archipiélago de las
Islas Gilbert en el Pacifico Central, la isla más grande es un atolón
denominado Butaritari y la isla más pequeña se conoce como Little Makin. Los
objetivos de la operación eran destruir las instalaciones, capturar
prisioneros, conseguir información del área en las islas Gilbert y sobre todo
desviar la atención de los japoneses de la campaña de Guadalcanal que se había
iniciado 10 días antes, retrasando cualquier envío de refuerzos.
Las compañías A y B del 2º
batallón de Marine Raiders fueron las elegidas para intervenir en la operación.
Las tropas fueron embarcadas hacia su objetivo el 8 de agosto en dos
submarinos-minadores, el Argonaut y el Nautilus. La travesía hacia Makin fue realmente
difícil, con mar gruesa y fuertes lluvias, debido a estas circunstancias
Carlson alteró su plan inicial. En lugar de desembarcar desde sus botes
neumáticos en lugares diferentes, las dos compañías desembarcarían juntas y en
el mismo sitio. El teniente Oscar F. Peatross al mando de una sección no
comprendió la nueva orden y quedó aislado al desembarcar. Hubo mucha confusión
y disparos accidentales, por lo que la esperanza de atacar con sorpresa
desapareció al instante.
Raiders entrenandose a bordo del Nautilus
La compañía A del teniente Mervyn
C. Plumley cruzó rápidamente el estrecho banco de arena y giró al suroeste
hacia las posiciones enemigas, seguida por la compañía B del capitán Ralph H.
Coyt. Fueron recibidos por intenso fuego de armas automáticas del enemigo. El
sargento Clyde Thomason murió en este intercambio pero no sin antes dar
muestras de gran valor y coraje al proteger a su pelotón, por este
comportamiento fue condecorado póstumamente con la Medalla al Honor, convirtiéndose
de esta forma el primer marine de la SGM
en recibir tal condecoración. Los Raiders apenas habían avanzado cuando los
japoneses lanzaron dos ataques banzais que fueron relativamente fáciles de
rechazar, ocasionando grandes pérdidas a los atacantes. Sin saberlo, los
norteamericanos casi habían acabado con la fuerza enemiga gracias a la acción
valerosa pero contraproducente de los japoneses.
A las 11:30 dos aviones japoneses
sobrevolaron la isla, Carlson había dado órdenes de no disparar a cualquier
avión enemigo y así se hizo. No viendo señales de sus propios soldados, los
aviones lanzaron sus bombas pero ninguna de ellas alcanzó a ningún soldado
estadounidense. Dos horas más tarde un grupo de 12 aviones llego al atolón, dos
hidroaviones amerizaron en el lago interior y fueron atacados por fuego de
ametralladora y de fusiles Boys. Uno de ellos enseguida se incendió y el otro
se estrelló al intentar despegar. El resto de los aviones estuvieron atacando a
los raiders durante una hora que se hizo eterna pero sin resultados
significativos.
Los últimos informes sugerían que
los hidroaviones habían reforzado al enemigo con nuevas tropas, así como, la
presencia de dos pequeñas embarcaciones en el lago interior. Basado en estas
informaciones, Carlson estaba convencido de la presencia de una fuerza
considerable en la isla. A las 17:00 reunió
a sus oficiales para discutir las órdenes futuras. James Roosevelt, hijo
del presidente y segundo de Carlson, y el oficial de operaciones argumentaron
que la mejor opción era retroceder a la orilla y tal y como estaba planeado de
antemano, preparar el desembarco en Little Makin. Preocupado Carlson por si al
avanzar hacia el interior de la isla se encontrase con una fuerte resistencia,
decidió seguir esta última recomendación.
La fuerza atacante se dividió en
dos grupos. Un pequeño grupo de 20 hombres se quedo en misiones de cobertura
mientras el resto de sus compañeros subían a los botes de goma con vistas a
desembarcar en Little Makin. Carlson incluso llego a olvidarse de ese pequeño
grupo que los cubría cuando entro en el agua a las 19:30. Los problemas
llegaron cuando una gran ola inutilizó
los motores fuera borda de la lanchas, obligando a los raiders a remar hacia la
orilla hasta caer exhaustos. Muchos botes zozobraron y volcaron, perdiéndose
todo el material pesado, incluyendo las armas. Algunas barcas llegaron a los
submarinos pero Carlson y 120 de sus hombres terminaron nuevamente tirados en
la arena de la orilla de la isla que originalmente partieron. Solamente el
grupo que se quedo como cobertura y algún puñado de hombres conservaban su
armamento. A medianoche, una patrulla japonesa se acercó al perímetro hiriendo
al centinela antes de que éste acabase con tres soldados enemigos.
Creyendo que el enemigo aun
conservaba todas sus fuerzas y con sus raiders desorganizados y debilitados,
Carlson convocó otra reunión. Sin tener más información decidió rendirse al
enemigo, ya que había que ocuparse de los heridos y sobretodo del destino del
hijo del presidente de la nación que no estuvo presente en la reunión. A las
03:30 Carlson envió a su oficial de operaciones acompañado por un marine a
contactar con los japoneses. Hallaron a un soldado nipón y le dieron la nota de
rendición. Carlson también autorizó la posibilidad de que cada hombre pudiese
alcanzar los submarinos siempre que fuese por su cuenta y riesgo. A la mañana
siguiente mas botes neumáticos llegaron, incluyendo el tripulado por el
comandante Roosevelt, mientras que algunos raiders en misión de exploración
eliminaron varios soldados japoneses, incluyendo probablemente al portador de
la nota de rendición.
Con el amanecer, la situación mejoró
notablemente. El oficial de inteligencia y el marine acompañante informaron que
ninguna fuerza enemiga organizada quedaba en la isla. Carlson tenía 70 Raiders disponibles y armados en tierra firme.
Organizó patrullas en busca de alimentos y del enemigo. Eliminaron dos
japoneses más y confirmaron la ausencia de oposición. El mismo Carlson lideró
una patrulla que pudo ver la destrucción del campamento e instalaciones
enemigas. Se contabilizaron 83 japoneses muertos por 14 de sus hombres caídos
en acción. Basado en informes de los nativos, la fuerza inicial japonés
rondaría los 160 hombres. Aviones enemigos realizaron cuatro ataques aislados durante
el día, sin infligir bajas en los marines desembarcados.
Los marines contactaron con los
submarinos y fijaron el punto de reunión para la tarde en la entrada de la
laguna, donde no existía el inconveniente del oleaje en la operación de
evacuación. Se utilizó para tal tarea cuatro bates neumáticos y una embarcación
nativa. A las 23:00 horas la fuerza de ataque fue reembarcada en los submarinos
Nautilus y Argonaut. Debido a la desorganizada evacuación, las dos compañías de
raiders fueron mezcladas y no fue hasta el regreso a Pearl Harbor cuando
pudieron contabilizarse las bajas. El cómputo official asciende a 18 muertos y 12 desaparecidos.
Solo después de la Guerra, el Cuerpo
de Marines supo que nueve de los desaparecidos fueron abandonados vivos en la
isla. Estos hombres se separaron durante algún momento de la fuerza principal y
pudieron evitar su captura durante algunos días pero al final, el 30 de agosto
se rindieron a las fuerzas enemigas que habían regresado a la isla. Algunas
semanas después fueron trasladados a la isla de Kwajalein.
En si mismo el raid de Makin tuvo
resultados positivos y negativos al mismo tiempo. Los informes de la época
describieron la operación como una gran victoria que elevó la moral y la
opinión pública en casa. Se creyó en un principio que había conseguido el
objetivo original de derivar tropas de Guadalcanal hacia las islas Gilbert,
pero los japoneses comprendieron el tamaño y propósito de la operación y no
modificaron sus planes de operaciones concernientes a las islas Salomón. Sin embargo,
si que produjo en el enemigo mucha preocupación sobre la posibilidad de
cualquier ataque en las instalaciones de retaguardia por lo general peor
defendidas. Por parte negativa, esta misma inquietud originó la fortificación
de posiciones que tarde o temprano deberían ser tomadas por fuerzas americanas,
como sucedió un año más tarde en el atolón de Tarawa con grandes pérdidas aliadas.
A nivel táctico, el 2º de Raiders probó su capacidad de combate con el enemigo.
Las grandes dificultades se hallaron en las condiciones del mar y su equipo más
bien escaso, circunstancias que no podían ser superadas por el coraje y el
valor demostrado por los marines. Como muestra palpable y a pesar del éxito
pregonado de la operación, la Marina no intentó nunca más utilizar submarinos
para dirigir incursiones detrás de las
líneas enemigas.
Teniente coronel Evans Carlson Mayor James Roosevelt
Carlson recibió la Cruz Naval por
la incursión de Makin convirtiéndose para la opinión pública en héroe. Algunos
de los marines que estuvieron bajos sus ordenes no tuvieron la misma opinión.
No se cuestionó su valentía demostrada bajo el fuego enemigo pero algunos
oficiales si fueron críticos en su liderazgo, especialmente con la posibilidad
de rendirse a un inexistente enemigo. El propio Carlson anotó que alcanzó “un
nivel espiritual bajo” durante la noche del 17 de agosto. De nuevo durante la
tarde del día siguiente, el comandante del batallón se quedo intentado
organizar la resistencia entre los nativos mientras otros oficiales se
encargaban de la tarea de la evacuación, mucho más importante. Algunos
subordinados pensaron que Carlson había perdido su agresividad y capacidad de
pensar de forma clara. No obstante Carlson y sus Raiders tendrían otra
oportunidad de ponerse en acción frente al enemigo en un futuro no muy
distante.
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