La masacre de Novi Sad o masacre
de Újvidék fue en realidad una serie de
ataques llevados a cabo en enero de 1942 por tropas húngaras contra civiles en
la región de Bačka, territorio de la antigua Yugoeslavia anexionado a Hungría
tras la invasión y posterior partición
del país balcánico. Se produjeron diferentes masacres en varios lugares de la
región de Bačka meridional como, Novi Sad, pueblos y ciudades de Šajkaška, así
como las ciudades de Kecskemet, Srbobran y Bečej. Un número estimado de 3.000 a
4.000 rehenes civiles, sobre todo serbios y judíos, fueron acorralados y
posteriormente asesinados.
La causa de las incursiones es
discutida. Los húngaros justifican el ataque como represalia por las
actividades de resistencia, aunque existe la posibilidad que el objetivo real
fuese la liquidación de "elementos
no deseados".
Usando la escasa actividad
partisana local como excusa, fuerzas húngaras montaron 240 patrullas en la zona
sureste de Bačka, alrededor de Novi Sad, para llevar a cabo incursiones contra
los partisanos. Las patrullas rodearon y ejecutaron a civiles supuestamente
sospechosos de ayudar a los combatientes locales de la resistencia. A finales
de 1941 la resistencia en Bačka había sido derrotada en gran parte por lo que
algunos historiadores creen que el verdadero objetivo de las incursiones fue la
limpieza étnica contra grupos minoritarios, su asesinato y el robo de su
propiedad. En 1941, unos 2.500 serbios habían sido asesinados y unos 65.000
expulsado de la región de Bačka por las autoridades húngaras.
La incursión comenzó el 6 de
enero en la ciudad de Čurug con la detención de los presuntos partisanos,
incluyendo mujeres y niños, que posteriormente fueron masacrados en graneros,
almacenes y edificios municipales. Si bien algunos detenidos fueron liberados,
murieron entre 500 y 1000 personas. Sus cuerpos fueron despojados de los
objetos de valor. Las persecuciones se trasladaron a otras localidades como
Gospođinci, el mismo día y en Titel al día siguiente. Durante los tres días
siguientes, del 7 al 9 de enero, también se produjeron asesinatos en masa en
Kecskemet y Žabalj.
El 23 de enero, gendarmes y
tropas húngaras rodearon la ciudad de Novi Sad, conocida por su nombre húngaro
de Újvidék Tras cortar las
comunicaciones exteriores, es decir, las líneas telefónicas y el telégrafo,
tomaron rehenes entre la población civil para posteriormente interrogarlos
sobre la actividad partisana. Muchos murieron durante su interrogatorio. Los
húngaros condujeron 550 judíos y 292 serbios sobre el congelado río Danubio y
bombardearon el hielo hasta que se rompió, así las víctimas cayeron a las
gélidas aguas y se ahogaron. Sus cuerpos aparecieron en las orillas del río
meses después, tras el deshielo. Otras víctimas fueron directamente arrojadas a
los agujeros en el hielo o alineadas y fusiladas. La masacre dejó sólo acabo
cuatro días más tarde cuando el alcalde, Leó Deák, ante la magnitud de los
hechos se quejó a sus superiores.
Cadáveres abandonados en la calle.
Según el historiador Zvonimir
Golubović, se estima que el número total de civiles muertos en la incursión
alcanzó la cifra de 3.809. Otras fuentes estiman el número de muertos en 4.116
(2.842 serbios, 1.250 judíos, 11 húngaros y 13 rusos) o 4.211. Las víctimas fueron asesinadas en Novi
Sad y en varias localidades cercanas, incluyendo Bečej, Vilovo, Gardinovci,
Gospođinci, Đurđevo, Žabalj, Lok, Mošorin, Srbobran, Kecskemet, Titel, Čurug y
Šajkaš. ] Sea la cifra que sea, todas las víctimas eran civiles, que tras
acorralarlos y elegirlos al azar fueron sustraídos de sus hogares y trabajos o
incluso de sus momentos de ocio cotidianos, como parece ser que fue en una boda
y simplemente ejecutados.
Como se ha comentado
anteriormente, una posible explicación de la masacre viene dada por la
represalia ante las acciones de la resistencia partisana. Por ello, las
persecuciones y posteriores masacres parece ser que se realizaron cuando el 4
de enero de 1942, unos 40 resistentes yugoslavos, del destacamento partisano
Šajkaška, fueron encontrados escondidos en la granja de Gavra Pustajić cerca de
la ciudad de Žabalj por una patrulla húngara. Debido a la débil condición del
movimiento de resistencia en Bačka a finales de 1941, se supone que esa era la única partida de partisanos en
Bačka y también se sabe que recientemente no había realizado ninguna acción.
Durante el enfrentamiento entre los partisanos y la patrulla húngaro, murieron
10 soldados y 7 partisanos.
El resto del destacamento
partisano fue eliminado en los próximos días. Por lo tanto, desde el punto de
vista de la seguridad estatal y militar, la actividad partisana en la zona
terminó el mismo día que comenzó la masacre y, por ello, no había ninguna razón
legítima para las persecuciones. Según Golubović, todo fue planeado mucho antes y el ataque a los
partisanos de Šajkaška fue sólo un pretexto para la ejecución de un genocidio
planificado.
Las persecuciones fueron ordenadas por el teniente general
Ferenc Feketehalmy-Czeydner, el general de división József Grassy, el coronel
László Deák y el capitán de la gendarmería Márton Zöldy, pero, según el
historiador Zvonimir Golubović, fueron planeadas por funcionarios civiles y
militares de más alto nivel en Hungría,
como el jefe de estado mayor Ferenc Szombathelyi, el ministro de
interior Ferenc Keresztes-Fischer, de defensa Károly Bartha y hasta el propio presidente del gobierno
húngaro László Bárdossy y el regente Miklós Horthy.
Tras la masacre se plantearon
cuestiones en el Parlamento Húngaro y el primer ministro László Bárdossy envió
una comisión de investigación. Esta investigación apoyó la historia que el
ejército había estado luchando contra los partidarios. Otra investigación ordenada
por el sucesor de Bárdossy, Miklós Kállay llegó a conclusiones similares. Sin
embargo, en 1943 el líder húngaro, almirante Horthy, ordenó una investigación
sobre las masacres y presentó cargos contra algunos de los implicados emitiendo
al final cuatro condenas a muerte. Los acusados huyeron a la Alemania Nazi y
volvieron sólo después de que las fuerzas alemanas ocuparon Hungría en 1944.
Después de la guerra, algunos de
los responsables de los ataques, los que escaparon, fueron juzgados nuevamente
por el nuevo gobierno comunista de Hungría que condenó a muerte o a cadena
perpetua y otra vez en Yugoslavia, donde fueron condenados a muerte otra vez y
ejecutados. Horthy utilizó la investigación como un ejemplo claro de distinción
entre el régimen húngaro y la Alemania nazi. Sin embargo, algunos historiadores
serbios afirman que Horthy era
consciente de las persecuciones e
incluso las aprobó. Horthy declaró como testigo en los juicios de Nuremberg
tras la finalización de la Segunda guerra Mundial, sin embargo, a pesar de las
fuertes demandas por parte de Yugoslavia, americanos y soviéticos estuvieron de
acuerdo en exonerarlo de cualquier cargo.
En el otoño y el invierno de
1944-1945 los partisanos yugoslavos bajo dirección de Josip Broz Tito tomaron
represalias contra la población civil de Vojvodina como parte de las purgas
comunistas en Serbia de 1944-45 y tal vez como ajuste de cuentas de la masacre
de Novi Sad de enero de 1942. En 2009, el gobierno de Serbia formó una Comisión
de Estado para investigar la localización de las tumbas secretas y el número
exacto de víctimas que se produjeron después del 12 de septiembre de 1944 y
hasta el momento han podido identificarse
a 40.655 víctimas en Vojvodina.
Monumento actual a las victimas de la masacre de Novi Sad
Fuente; Wikipedia.
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