La retirada japonesa fue el
aspecto más controvertido de la batalla. Habiendo destruido la fuerza de cobertura
de Turner, Mikawa tuvo la oportunidad de convertir una victoria táctica en una
estratégica. Poco se interponía entre él y los transportes americanos. En
Tulagi, cinco transportes estaban defendidos por dos destructores y tres
transportes-destructores, y en Guadalcanal se hallaban 13 transportes más,
escoltados por otros tres destructores y cinco anticuados
dragaminas-destructores. A las 02:16 h.
Mikawa analizó la situación con su estado mayor. Como ya se mencionó, la
fuerza japonesa se había dividido en dos grupos con el destructor Yunagi
operando por separado. El vicealmirante japonés creía que tardaría dos horas
para volver a reunir su fuerza y revertir el rumbo hacia el este para atacar a
los transportes. Sólo quedaba una hora de noche y estaba seguro que la flota
sería vulnerable a los ataques aéreos cuando llegara la luz diurna. Si Mikawa
seguía el rumbo hacia el noroeste, los japoneses se encontrarían unos 120 km de
Iron Bottom Sound y así tendría una buena oportunidad de evitar el ataque aéreo
de los portaaviones que según las evaluaciones de Mikawa evaluado se efectuaría
por la mañana. En el lado positivo de Mikawa, tras el encuentro con los
cruceros aliados, la flota japonesa aun disponía del 60 por ciento de su
munición de artillería y del 50 por ciento de sus torpedos. Después de
considerar brevemente sus opciones, Mikawa decidió a las 02.20 h. interrumpir
la acción y volver a Rabaul.
Mikawa no lo sabía en ese
momento, pero él sólo había derrochado la mejor oportunidad de la IJN de
asestar un golpe definitivo a la primera ofensiva norteamericana en el
Pacífico. Es difícil imaginar que los americanos aferrándose a su exigua
posición en Guadalcanal tras la destrucción de su flota de transporte y los
suministros. Por la posible destrucción de los transportes estadounidenses
habría valido la pena el sacrificio de toda la fuerza de Mikawa.
Aunque la victoria de Mikawa fue
un triunfo incompleto, la batalla de la isla de Savo seguía siendo la peor
derrota de la US Navy había sufrido en el mar. Cuando el Canberra se hundió a las 08.00 h. después de ser hundido por los
destructores americanos, llevo como recuento total cuatro cruceros pesados
hundidos y un quinto dañado. Dos destructores también resultaron dañados. Las
pérdidas de personal fueron muy elevadas, ascendiendo a 1.077 marineros muertos
y 709 heridos.
Las pérdidas japonesas fueron
menores. El Chokai sufrió tres
impactos que causaron la muerte de 34 marineros y 48 heridos. El Aoba
tuvo daños en la cubierta pero no sufrió bajas entre la tripulación. El Kinugasa tuvo un muerto y un herido por
dos impactos. La única explosión causada por un proyectil de 5 pulgadas en el Tenryu mató 23 marineros e hirió a otros
21. La pérdida más grave se produjo después de la batalla, el 10 de agosto,
cuando el submarino americano S-44 hundió el Kako camino a Kavieng. La falta de una adecuada pantalla de
destructores le costó a Mikawa esta baja. Cuando se hundió el Kako, perecieron 71 tripulantes y 15
resultaron heridos.
La batalla de la isla de Savo
confirmó varios hechos claves. La Armada Imperial Japonesa demostró ser la
dueña del combate nocturno y estableció la dominación en las aguas alrededor de
Guadalcanal durante la noche. La doctrina japonesa en la lucha durante la noche
había sido probada bajo condiciones reales de combate y demostró el uso
superior de los instrumentos ópticos nocturnos, el excelente torpedo tipo 93 y
la dependencia de una artillería rápida y precisa. A pesar de la fama de los
torpedos tipo 93, no todos los barcos en la batalla de la isla de Savo llevaron
esta arma, y tal vez sea más importante señalar que fueron los proyectiles de
la artillería naval japonesa los principales agentes de destrucción en la
batalla de la isla de Savo.
Para los estadounidenses, había
poco que ve favorablemente. Descubrieron que la doctrina americana referente al
ataque durante la noche era defectuosa y que los buques de guerra americanos
simplemente no estaban preparados para dicho combate nocturno. El factor más
importante que condujo a la debacle de la isla de Savo fue la total sorpresa
total obtenida por los japoneses. Esto fue debido a los problemas de mando y
control en todos los niveles, a la evaluación de Turner de las intenciones
japonesas y el despliegue defectuoso resultante. La potencial ventaja
tecnológica ofrecida por radar se desaprovechó totalmente ya que los
comandantes no entendieron las capacidades y limitaciones de los nuevos
equipos.
Los grandes derrotados.
Contralmirante Victor Crutchley
Contralmirante Richmond Turner