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jueves, 27 de junio de 2024

Consideraciones al ataque sobre Pearl Harbor. 2ª parte.

 

Proviene de Consideraciones al ataque sobre Pearl Harbor. 1ª parte.

Plan de ataque sobre Pearl Harbor

Contrariamente a los elogios de la mayoría de los cronistas, la planificación y ejecución del ataque de Pearl Harbor fue imperfecta; en muchos sentidos no fue una operación vanguardista.

La planificación fue inflexible. Los a priori destructores de acorazados, los B5N Kate, los únicos bombarderos de ataque de portaaviones japoneses que podían llevar pesadas bombas que perforaban corazas o torpedos, se les asignaron su carga bélica a principios del proceso de planificación. Esta asignación no se ajustó para tener en cuenta los resultados del entrenamiento y las pruebas, o los informes de inteligencia con respecto a la presencia o ausencia de redes de torpedos en Pearl Harbor. Los problemas asociados con el lanzamiento de torpedos en aguas poco profundas se resolvieron literalmente solo dos semanas antes de que la expedición partiera de sus aguas.

Los planificadores debían ejecutar el ataque incluso si el problema de la eficacia del uso de torpedos no se había resuelto o si los acorazados estaban protegidos por redes de torpedos. Esto contribuyó a la decisión de sobreasignar Kate B5N al rol de bombardeo a gran altitud. Aunque los bombarderos de nivel excedieron las expectativas de precisión, un número vergonzoso de sus bombas perforantes no explotó correctamente.

martes, 5 de marzo de 2024

Consideraciones al ataque sobre Pearl Harbor. 1ª parte.

 

Consideraciones al ataque sobre Pearl Harbor. 1ª parte.


Insatntes previos al ataque japonés sobre Pearl Harbor 

Durante los años anteriores a la guerra, la Armada japonesa había preparado minuciosamente su flota para una estrategia particular: la denominada "batalla decisiva". Esta ación se llevaría a cabo en sus aguas territoriales, después de que la flota de los EE. UU. hubiera sido diezmada por aviones y submarinos durante su largo tránsito desde Pearl Harbor hasta las aguas japonesas. La flota fue diseñada para esta tarea, y así el combustible mínimo necesario, la habitabilidad y en algunos casos la estabilidad de los barcos se sacrificó por la velocidad y la potencia de fuego. Los buques de logística, los buques nodriza, los buques de reparación y el desarrollo de las bases de apoyo avanzadas no eran necesarios en esta estrategia. Las bases debían recibir un desarrollo mínimo, suficiente para acoger aviones de reconocimiento y bombarderos de largo alcance así como una guarnición dispuesta al sacrificio. Solo eran obstáculos en el camino de la flota estadounidense y probablemente se perderían con el avance del adversario. No se necesitaban flotas auxiliares, porque se esperaba que el combate más intenso se produjera cerca de la patria japonesa en una batalla decisiva.

Cuando el gobierno japonés decidió llevar a cabo una guerra de conquista, la estrategia debía reajustarse. En ese momento, se requeriría que la Armada tomara y mantuviera las islas periféricas como una forma de evitar que los Aliados recuperaran las vitales áreas de recursos naturales que los japoneses conquistarían para mantener su máquina de guerra. El lugar previsto para la batalla decisiva se trasladó cada vez más lejos de las aguas del Imperio hasta que finalmente estuvo cerca de las Islas Marshall, a 4250 km de Japón. Por esta razón se necesitarían bases y se encargarían fuerzas auxiliares para atender a la flota situada lejos de sus puertos de origen, pero la falta de recursos que obligaría a Japón a entrar en la guerra también le impediría establecer las bases y las fuerzas auxiliares necesarias.

miércoles, 27 de diciembre de 2023

Doctrina submarina japonesa al principio de la guerra.


Doctrina submarina japonesa al principio de la guerra.


I-53

En el periodo de entreguerras, la estrategia naval japonesa para el futuro inmediato se hallaba mediatizada completamente por la convicción de que la guerra con los Estados Unidos era inevitable. Cuando finalmente la guerra estallara, se esperaba una ofensiva por parte de la flota de combate de la Marina estadounidense que culminaría en un decisivo enfrentamiento con la flota nipona en el Pacífico occidental, o al menos ese era el planteamiento por parte de los estrategas navales japoneses. Como la marina de guerra de los Estados Unidos era de mayor tamaño y consecuentemente mayor potencia que la del Japón, de conformidad con lo dispuesto por los tratados navales de Washington y Londres, la Armada Imperial necesitaba el desarrollo de una doctrina y de unos planes operativos específicos para enfrentarse a un enemigo superior.

martes, 23 de mayo de 2017

El papel de los acorazados y su doctrina en la estrategia naval italiana

El papel de los acorazados y su doctrina en la estrategia naval italiana.



Acorazado italiano "Roma"

En el periodo de entreguerras la Regia Marina consideró a la armada francesa como su más probable oponente en el caso de guerra, sin embargo tal y como avanzaba la década de los años 30 y tal como iba convirtiéndose en expansionista la política exterior italiana, el conflicto con Gran Bretaña también se observaba con inevitable. En el momento que Italia entró en conflicto en junio de 1940 declarando la guerra a Francia y Gran Bretaña, la Regia Marina no estaba preparada para la guerra. Esta circunstancia de poco le importó al dictador italiano Benito Mussolini, quien juzgó que la entrada en el conflicto se producía en las etapas finales de un breve conflicto en el Italia debía posicionarse en el bando ganador y así conseguir algún rédito. Dada esta percepción, los italianos estaban reacios a arriesgar su flota. Los estrategas navales italianos generalmente cautelosos, estaban muy preocupados por las posibles pérdidas de la flota de guerra, especialmente en referencia a los acorazados, pues eran consciente que cualquier baja no se podría substituir fácilmente debido a la exigua capacidad de la industria naval italiana. Así, en esencia, el Alto Mando naval italiano no deseaba bajo ningún motivo arriesgar su flota en una guerra supuestamente corta.

Con el comienzo de la guerra, a  la Regia Marina se ele encomendaron varias misiones principales. En primer lugar debía mantener abiertas las comunicaciones entre la metrópoli y sus posesiones de ultramar tanto en África del Norte concretamente Libia  como con los Balcanes mediante el flujo asegurado de convoyes regulares a esas áreas. Otra tarea importante era el control del Mediterráneo Central, negando por contrapartida su uso a los británicos. Este fue un factor estratégico clave durante la guerra, ya que drásticamente obligaba a los británicos a aumentar los requisitos de envío necesario para mantener sus fuerzas en Oriente Medio. Incapaces de utilizar las rutas marítimas a través del Mediterráneo, los británicos se vieron forzados a utilizar la ruta del Cabo de Buena Esperanza en Sudáfrica, trayecto total de 12.000 millas. Esta circunstancia cuadriplicaba la distancia del trayecto con respecto a la ruta mediterránea y el tiempo necesario para cubrir esa distancia y por consiguiente también creaba implicaciones estratégicas importantes para los planes aliados por todo el mundo. Por esta razón, la flota de guerra italiana debía mantener bajo a toda costa el Mediterráneo cerrado a la navegación aliada.



Formación de acorazados italianos

Sin embargo, incluso dentro de esta estrategia defensiva, la Regia Marina se anticipó en el uso de la flota de superficie antes de sus oponentes británicos. Incluso en una guerra corta, esta circunstancia debía producirse lo antes posible, pero sólo si fuese cerca de las bases italianas en el Mediterráneo central. Los italianos no previeron operaciones para sus unidades pesadas en el Mediterráneo oriental u occidental. A medida que la guerra se alargaba, la Regia Marina nunca abandonó estas primeras e intenciones genéricas, a excepción de una única incursión en el Mediterráneo oriental con resultados desastrosos. Mientras que estratégicamente la armada naval italiana actuaba esencialmente a la defensiva, paradójicamente emplearon sus acorazados a nivel operacional de forma agresiva para alcanzar sus objetivos antes de que la previsible escasez de combustible imposibilitase operaciones para este tipo de grandes navíos. Sin embargo, esa intención bastante agresiva por parte de los acorazados a nivel operativo no se tradujo en una visión ofensiva comparable a nivel táctico, pero en general no se puede decirse que la Regia Marina se quedase acobardada en los puertos durante la guerra.

La Regia Marina pretendía llevar a cabo las batallas navales desde largas distancias; de hecho, la mayoría de las batallas en el Mediterráneo se libraron a la luz del día con buena visibilidad, circunstancia que facilitaba esa doctrina. Varios factores indujeron el deseo italiano de combatir desde grandes distancias. En primer lugar se hallaba el superior alcance de los cañones italianos con la lógica consecuencia. Otro factor clave era la superior velocidad  de todos los acorazados italianos sobre sus homólogos británicos. Teóricamente, este hecho permitía a los italianos mantener el combate a su favor desde largas distancias. También permitía la capacidad de elegir retirarse o no del combate y sobre todo cuándo. Finalmente, con excepción de sus naves más modernas, los acorazados italianos reconstruidos disponían de un blindaje inferior en comparación con los acorazados británicos por lo que es compresible que la Regia Marina fuese renuente en disminuir la distancia de tiro ya que era más probable que las pesadas unidades pudiesen ocasionar daños considerables.


  
Littorio y Vittorio Veneto en acción

Tal y como se ha comentado la doctrina italiana hacia la flota de superficie se basaba en intentar que las acciones de combate se llevasen a cabo desde largas distancias. Deliberadamente todo lo referente al fuego de artillería giraba en torno a este concepto Tras cada salva se ajustaba el tiro y una vez que se encontraba el rango apropiado, se atacaba el objetivo con fuego rápido para infligir el máximo daño. Después de que la fuerza enemiga hubiera sido bloqueada, se produciría el decisivo combate a corta distancia. Obviamente esta doctrina se basaba en la precisión a larga distancia. En la época anterior al radar, era difícil para cualquier armada de la Segunda Guerra Mundial mostrar una precisión adecuada a largas distancias, no obstante la Regia Marina era tan buena como cualquier otra armada a este respecto.

Los italianos apenas tenían preparación para el combate nocturno y, si se les daba opción, preferían poner fin a las acciones navales cuando la oscuridad caía. Esta circunstancia también se aplicaba al uso de los acorazados, que no bajo ningún motivo debían ser puestos en riesgo por la noche. Este hecho fue una desventaja para la Regia Marina pues los británicos, sabedores de tal debilidad, buscaron con frecuencia la posibilidad de combates nocturnos.

viernes, 24 de junio de 2016

Portaaviones alemanes e italianos.II


El Aquila ya estaba preparado para sus pruebas en alta mar cuando Italia firmó el armisticio en septiembre de 1943 y su componente aéreo lo hubiese estado nueve meses más tarde. El Falco, rebautizado como Sparviero, apenas había progresado su construcción mas allá de los trabajos de las etapas iniciales cuando se firmó el armisticio. Los alemanes tomaron el control de ambos buques pero la falta de combustible y de tripulación impidió su uso activo en operación alguna.

Mientras, Hitler ordenó a la Kriegsmarine retomar los trabajos sobre el Graf Zeppelin en agosto de 1942. Aparte de esto, se propuso la construcción de dos nuevos portaaviones y un crucero que ya estaba en los astilleros también paso a estudio de reconversión en portaaviones. Como los italianos, los alemanes consideraron la opción de transformar dos buques de pasajeros en portaaviones, mientras, la Luftwaffe retomaba el diseño de una versión naval del Ju-87 y se preparaba para la producción del Messerschmidt Bf-109 embarcado. Ninguno de estos planes alcanzó la luz ya que las prioridades del tejido productivo de Alemania estaban encaminadas a hacer frente a las consecuencias que el bombardeo estratégico aliado estaba produciendo, es decir, la mayoría de la producción industrial fue para la construcción de cazas que defendieran los cielos de Alemania y para reponer las perdidas en material que sufría el ejercito en el frente del este.



Planos y fotografía del Ju-87 adaptado para ser embarcado.

También existían problemas más focalizados sobre la misma construcción de los portaaviones alemanes. El diseño de construcción del Graf Zeppelin estaba basado en un balance defectuoso y debía ser reconstruido añadiendo 9000 tn. de desplazamiento extra y por ello se retrasaría su finalización aun más en el tiempo. La fecha límite se demoró incluso a finales de 1943. Esta circunstancia y la escasez de combustible fueron un obstáculo tan grande que se dieron muy pocas probabilidades a que el buque fuese algún día operativo, incluso contado que el componente aéreo pudiese estar en condiciones de uso. El plan alemán de construcción y empleo de portaaviones fue cancelado de nuevo con la misma rapidez con la que fue retomado.

Es interesante reseñar la intensa cooperación existente entre Alemania e Italia en referencia al diseño, construcción y equipamiento de sus respectivos portaaviones. Los ascensores, las catapultas y las técnicas de apontaje eran de diseño alemán. Así tanto el Graf Zeppelin como el Aquila fueron equipados con dos elevadores y dos catapultas. La catapulta estaba diseñada para ser accionada mediante aire comprimido y podía lanzar un avión de cinco toneladas cada treinta segundos. Sin embargo los depósitos de aire necesitaban recargarse, operación que duraba 50 minutos, necesariamente tras solo nueve lanzamientos. Aun peor, los buques carecían de radar y además los cañones estaban emplazados a lo largo de los laterales de los hangares, reduciendo el número de aviones que el portaaviones podía transportar y mantener al mismo tiempo. Ante esta circunstancia, que fue vista como un fallo de estabilidad por  parte italiana, se aligeró el peso de los montajes de artillería mientras que los alemanes decidieron expandir el volumen del casco para así conservar la batería de cañones. Sin embargo, ningún diseño fue optimizado buscando un rendimiento alto para las operaciones  aéreas y por ello es acertado pensar que los dos portaaviones hubiesen estado muy limitados si alguna vez hubiesen entrado en combate, tanto defensivamente como en tareas ofensivas.


Ju-87 catapultado.


De todas formas, es justo indicar que aun con portaaviones bien diseñados el resultado para alemanes e italianos también hubiese sido negativo. En 1943, la situación en el Atlántico y en el Mediterráneo donde los aliados disfrutaban de la ventaja proporcionada por el conocimiento de los códigos navales enemigos mas la escasez de combustible aseguraban de antemano la casi total destrucción de cualquier portaaviones que hubiese podido salir  a alta mar. Los portaaviones del Eje hubiesen podido realizar un impacto significativo en la guerra en 1941 pero su uso en fechas posteriores más que beneficios es casi seguro que hubiese sido perjudicial, debido ala pérdida tanto en recursos humanos, materiales y tecnológicos. El componente aéreo de un portaaviones requiere constante práctica para ser efectivo y ninguna nación europea del Eje disponía de suministro de fuel suficiente para mantener dicha efectividad. Más aun, ninguna fuerza aérea tenia los recursos o la disposición necesaria para proporcionar aviones de reemplazo o modernizar su flota aérea naval tal y como avanzaba la contienda y las propias armadas situaban el desarrollo aéreo naval al final de la cola de prioridades. Los portaaviones son una amalgama de tecnología naval y aérea que requiere una fuente de recursos constante y comprometida. Ni Alemania ni Italia disfrutaron en ningún momento de ese compromiso en referencia a la aviación embarcada.

miércoles, 22 de junio de 2016

Portaaviones alemanes e italianos.I

Portaaviones alemanes e italianos.

Las dos naciones europeas del Eje, Alemania e Italia, fueron incapaces de proporcionar durante toda la guerra cobertura aérea embarcada a sus flotas simplemente por el hecho de no tener portaaviones. Esta circunstancia originó una merma táctica importante que supuso tanto la imposibilidad de usar la flota a plena capacidad como la perdida de buques de guerra. Irónicamente, ambas Marinas de Guerra reconocieron la necesidad de portaaviones antes de la guerra pero tal exigencia fue relegada a un segundo término a favor de la construcción de acorazados que gozaban de mayor prioridad. 

La Luftwaffe realmente desarrolló aviones específicos para su uso desde portaaviones mientras la fuerza aérea italiana rehusó desarrollar cualquier proyecto de aviación embarcada hasta que en 1941 Mussolini dio órdenes para ello. Demasiado tarde y por esta causa ni portaaviones ni sus dotaciones aéreas estuvieron preparados antes de que Italia firmase el armisticio con los aliados en septiembre de 1943. Por parte alemana, fue el propio estado mayor naval quien pospuso y después canceló la puesta en servicio de portaaviones.

Los alemanes comenzaron la construcción de portaaviones en primer lugar. El programa de construcción naval de 1934 incluía tres buques de este tipo. A los dos primeros, denominados Portaaviones A y B, se pusieron en quilla respectivamente el 28 de diciembre de 1935 y 30 de septiembre de 1936. Se programaron para su entrada en servicio como muy tarde en 1939 pero retrasos en la entrega del equipamiento y otros programas de construcción naval dificultaron desde un principio todo el proceso. En 1938, a once meses  de la entrega prevista, ambos buques estaban retrasados y la carestía de soldadura amenazaba con adicionales periodos de retraso. La limitada mano de obra fue asignada a los prioritarios programas de construcción de acorazados y submarinos. Como consecuencia, el Portaaviones A, posteriormente denominado Graf Zeppelin, no fue botado hasta diciembre de 1938 y su fecha de entrega llevada hasta mayo de 1940, trece meses más tarde. La fecha del Portaaviones B, cuyo nombre previsto seria Peter Strasser fue retrasada a julio de 1940.




El estallido de la guerra exacerbó aun más el gran problema de la escasez de mano de obra de tal forma que los trabajadores disponibles en los astilleros fueron concentrados en la construcción del Bismark, Prinz Eugen, Seydlitz y los submarinos cuya construcción ya estaba comenzada para en un esfuerzo completarla lo más pronto posible. El rechazo de Adolf Hitler en reducir la distribución de acero al sector civil implicaba el racionamiento del acero restante entre los distintos servicios de la Wehrmacht. En mayo de 1940, el almirante Erich Raeder decidió desguazar el Portaaviones B y suspender la construcción del Graf Zeppelin. Este último se hallaba completado al 85% y con el componente aéreo creado y asignado. Sin embargo, Raeder distribuyó el "acero naval" entre submarinos, acorazados de la nueva clase H, cruceros y destructores. De todos, solo submarinos y destructores acabaron construyéndose. Mientras la flota aérea de la Luftwaffe dirigida a ser utilizada en los portaaviones cambió de destino y fue utilizada en la campaña contra Francia.


La Marina de Guerra italiana ya consideró convertir dos buques de pasajeros oceánicos en portaaviones a principios de los años 30 pero se encontró de cara con la resistencia por parte de la Regia Aeronautica. En 1923 un real decreto asignó todos los aviones a las fuerzas Aéreas y Mussolini apoyó en un primer momento el rechazo de las autoridades aéreas a desarrollar aviones destinados a ser embarcados. La armada utilizo el presupuesto "extra" en modernizar los viejos acorazados. Ante esta situación ni Alemania ni Italia disponían de portaaviones ni en servicio ni en construcción en el segundo año de guerra. Sin embargo, los acontecimientos harían cambiar rápidamente esta situación, al menos en teoría.



 Aquila

Hitler y Mussolini cambiaron su criterio ante los éxitos de la aviación embarcada de los aliados y japoneses en los años 1940 y 1941. Los italianos retomaron sus planes de preguerra y requisaron los buques de pasajeros, SS Roma y SS Augustus, para su reconversión renombrándolos respectivamente  Aquila y Falco. Desafortunadamente, copiaron casi al pie de la letra a los alemanes y adoptaron la idea de emplazar en pesadas torretas acorazadas una batería de 8 cañones de superficie de 150 mm. Este hecho aumentaba de forma considerable el peso del buque por lo que fueron instalados en su lugar cañones de 130 mm. en montajes abiertos. En relación a la estabilidad y la protección interna también se produjeron modificaciones como la adición de un cinturón de 60 cm. en la línea de flotación. Este adicional aumento de peso y manga redujo la velocidad de los barcos en dos nudos pero en contraposición se ganó en estabilidad y supervivencia. También se añadió blindaje en otras áreas al añadir una cubierta blindada de 8 cm. sobre los depósitos de combustible y las bodegas. El componente aéreo previsto para  estos barcos estaba compuesto por un numero entre 36 y 51 cazas Re.2001, dependiendo si el mecanismo de pliegue de las alas de los aviones pudiese ser desarrollado o no. En su última configuración, los portaviones de la Regia Marina tendrían un desplazamiento cercano a las 32.000 tn. y una velocidad máxima de 29-30 nudos.

lunes, 24 de noviembre de 2014

La Regia Marina en 1940

La Regia Marina en 1940


Emblema de la Regia Marina

El 10 de junio de 1940, fecha de entrada de Italia en la guerra mundial, la Marina italiana, la rama de las fuerzas armadas transalpinas menos politizada, disponía de 576 unidades de todos los tipos excepto uno; los portaaviones. Esta circunstancia tendría una consecuencia fundamental durante el transcurso del conflicto.

El desplazamiento total de la flota llegaba a las 620.000 toneladas lo que representaba ser la 5ª flota en el computo mundial por detrás de Gran Bretaña con 2.100.000 toneladas, EEUU con 1.700.000 tn, Japón 1.150.00 toneladas y la vecina Francia que llegaba a las 800.000 toneladas, siendo esta ultima junto con la flota británica del Mediterráneo a priori el enemigo a batir. Sin embargo, la derrota francesa a manos de los clamorosos éxitos alemanes que indujeron a Mussolini participar en el conflicto supuso la retirada, al menos nominalmente de la flota gala como posible amenaza, quedando tan solo la Mediterranean Fleet como única antagonista.

Esta circunstancia planteaba una posición equilibrada entre ambas flotas, con la matización importante de la concentración de fuerzas. En el Mediterráneo, la Royal Navy debía dividirse entre las dos imponentes bases  navales ubicadas en ambos extremos marítimos, Gibraltar y Alejandría, mientras que la flota italiana podría siempre estar concentrada en un único punto, aumentando de esta manera la potencia de fuego.

Compensando esta deficiencia por parte Británica, dos aspectos interrelacionados se tienen que tener en cuenta. Ambos se refieren al apoyo aeronaval y se concretan el primero, en la presencia casi ininterrumpida de portaaviones en el Mediterráneo y el segundo, en la posición estratégica de la isla de Malta , justo en el centro del Mediterráneo y que fue durante la guerra un escollo difícil de superar por la Marina Italiana.

La Regio Marina como ya se ha comentado disponía de 576 unidades, pero lógicamente no todas operitas ni tan siquiera de primera linea. Así 226 de estos navíos se podrían clasificar como auxiliares, es  decir, barcos de apoyo, barcos escuela, cisternas, remolcadores... y 55 unidades más si bien eran de combate, apenas podrían considerarse como tales al ser navíos muy anticuados. Dentro de este último grupo cabe destacar el vetusto crucero San Giorgio, botado en 1905 y que estaba destinado en África como batería flotante; dos cruceros ligeros, Bari y Tarento; además de 16 cañoneros y 33 torpederos de la Primera Guerra Mundial.

Descontando las unidades no operativas, existían pues al inicio de la Segunda Guerra Mundial 295 navíos en condiciones de prestar batalla con un total de 388.000 tn de desplazamiento. La distribución es la siguiente, Dos acorazados, el Cesare y el Cavour de 25.000 tn y botados en 1910 pero modernizados por completo antes del inicio de las hostilidades con un armamento considerable; 10 cañones de 320 mm y una velocidad de 27 nudos. Dos acorazados mas también modernizados el Andrea Doria y el Duilio y si bien el 10 de mayo aun no estaban listos para entrar en combate sí que lo hicieron el septiembre del mismo año, las dos joyas de la Regia Marina, los acorazados Littorio y Vittorio Veneto; naves de bella factura con un armamento impresionante de 9 piezas de 381 mm, desplazamiento de 35.000 tn y sobretodo la nada despreciable velocidad de 30 nudos. 


Acorazda Vittorio Véneto en accion.

Entraron también en liza, 7 cruceros pesados, Zara, Fiume, Pola, Gorizia, Trieste, Trento y Bolzano, siendo los cuatro primeros de la Clase Zara y considerados como los mejores cruceros pesados de la época, en relación, armamento / blindaje / velocidad e incluso presencia visual. Desplazaban 11.000 tn, 33 nudos de velocidad y estaban armados con 8 cañones de 203 mm. Aparte, 12 cruceros ligeros mas, con desplazamientos entre las 8.000 tn y las 5.000, con 8 o 10 cañones de 152 mm y velocidad altas, propias de la clase a la que pertenecen.

Como unidades  de escolta se podría considerar la cifra de 94 navíos, entre destructores y torpederos, los primeros con 4 piezas de 120 mm y 1.600 tn y los segundos desplazando 700 tn y cañones de menor calibre; 100-102 mm.

117 submarinos estaban en condiciones  de actuar el día de la entrada de Italia en la guerra, 75 costeros y 42 oceánicos. Algunos de estos últimos si pudieron atravesar el estrecho de Gibraltar llegando al Atlántico, donde al unirse a los U-boote alemanes disfrutaron de una mayor libertad de acción. 

Cabe destacar, más que nada , por su eficaz y productivo rendimiento, las 65 lanchas torpederas MAS de 20 toneladas y una velocidad que rondaba los 50 nudos, así como, muchos y distintos tipos de embarcaciones destinadas a violar de forma furtiva la seguridad d puertos enemigos, con el fin de conseguir la máxima destrucción posible con el mínimo de medios empleados.


Motoscafo Armato Silurante.MAS

Se podría concluir que en 1940, la Regia Marina, con un espacio de acción reducido como era el Mediterráneo, y  con una flota modernizada, al menos en sus unidades de mayor tonelaje, estaba en condiciones de enfrentarse a la flota británica, aunque tuviese superioridad numérica, ya que esta ultima debía repartir sus navíos en todos los océanos. Otras cuestiones son cómo se llevo a cabo la guerra naval en el Mediterráneo por parte del estado mayor de la marina; puntos importantes como la descoordinación entre la Marina y las fuerzas aéreas, aspectos logísticos como la falta de combustible a partir de 1942 y la no presencia de portaviones en la flota, llevaron a que la flota italiana en combate, casi siempre, fuese superada por la británica.


Acorazados
Clase / nombre
Desplazamiento
Armamento principal

Cavour
25.000 tn
10 x 320 mm

Cesare
25.000 tn
10 x 320 mm

Duilio
25.000 tn


Andrea Doria
25.000 tn


Littorio
35.000 tn
9 x 381 mm

Vittorio Véneto
35.000 tn
9 x 381 mm
Cruceros
4 Clase Zara
11.000 tn
8 x 203 mm

2 Clase Trento
13.000 tn
8 x 203 mm

1 Clase Bolzano
10.000 tn
8 x 203 mm

1 Clase San Giorgio
9.232 tn


12 Clase Condottieri
Entre 9.000 - 5.008 tn


1 Clase Bari
4.600 tn


1 Clase Tarento
5.100 tn

Destructores
59 unidades
Entre 2.283 - 935 tn

Torpederos
69 unidades
Entre 1.076 tn - 182 tn

Submarinos oceánicos
42 unidades
+/- 1.300 tn

Submarinos costeros
75 unidades
+/- 350 tn