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lunes, 1 de mayo de 2017

El Ejercito Rojo durante y tras la Guerra de Invierno

 El Ejercito Rojo durante y tras la Guerra de Invierno


Columna sovietica destruida por los finlandeses

La ofensiva soviética contra Finlandia fue llevada a cabo desde el Distrito Militar de Leningrado bajo el mando de Meretskov, un antiguo trabajador de una fabrica y comisario político que se había distinguido por su servicio en el contingente soviético que ayudo a la República durante la guerra civil española. Esta fuerza, compuesta por 25 divisiones con un contingente blindado considerable, sobrepasaba numérica y materialmente a las fuerzas finlandesas desplegadas en contra. La Fuerza Aérea Soviética también disfrutaba de una notable superioridad.

La ofensiva del Ejército Rojo no solo se desarrolló en el área de Leningrado y el lago Ladoga sino que también se produjeron combates en Uktha, Finlandia Central y en el zona de Petsamo, en el Ártico. Las tropas finesas, a pesar de hallarse en inferioridad numérica y con escaso apoyo de artillería y acorazado, estaban mejor entrenadas y de lejos mejor dirigidas que el enemigo soviético. Las jornadas con pocas horas de luz diurna y las amplías y espesas zonas boscosas restringieron y privaron al Ejército Rojo del beneficio de su apoyo aéreo, artillero y acorazado. Las condiciones climáticas fueron particularmente más duras de lo normal y las columnas soviéticas realizaron exiguos progresos, sufriendo derrotas que casi llegaron a la aniquilación por parte de un número insignificante de soldados finlandeses. El pobre rendimiento del Ejército Rojo no paso desapercibido en Berlín.

A finales de diciembre de 1939, el Alto Mando del Ejército Rojo fue reorganizado en un intento de remediar la situación desastrosa que se avecinaba. Meretskov fue "degradado" a un destino inferior como jefe de ejército. Una nueva unidad denominada Frente Noroccidental fue creada para el control operacional y bajo el mando global de Timoshenko. Se desplazaron más tropas a la frontera finesa hasta llegar a la suma de un millón de hombres aproximadamente.

Tras un periodo de reorganización y entrenamiento, se reanudo la ofensiva a principios de febrero con intensos y bien coordinados apoyos de artillería. Después de un mes de duros combates las exhaustas tropas finesas, provenientes de un país de tan solo cuatro millones de habitantes, se vieron obligadas a entablar negociaciones para la firma de un armisticio.


 Semion Timoshenko, el gran beneficiado de la Guerra Ruso-Finesa

Las derrotas iniciales del Ejército Rojo en Finlandia fueron ampliamente malinterpretadas en el extranjero. Las duras condiciones del terreno y climáticas no fueron correctamente consideradas, ni su efecto sobre las tropas ucranianas, la mayoría no acostumbradas a los bosques ni montañas. El liderazgo militar del Ejército Rojo, aprisionado por su propia escasa experiencia de la Guerra Civil, fue admitido como poco efectivo. Sin embargo muy pocos observadores extranjeros fueron conscientes del excelente entrenamiento y las altas cualidades de combate y moral de las tropas finlandesas. Operando en sus propios bosques, montañas y pantanos, fueron muy superiores a los rusos y también, como se demostró en acciones posteriores, a los mismos alemanes.

Sin embargo, en Moscú las lecciones no fueron ignoradas. Se llevo a cabo una investigación tras la finalización de la guerra de invierno para determinar las deficiencias mostradas y un número de importantes reformas fueron introducidas. Voroshilov perdió el puesto de Comisario de Defensa, destino ocupado durante más de cinco años sin gran distinción, a favor de Timoshenko. Se hizo un intento de aumentar el estatus, y presumiblemente la moral de los altos comandantes del Ejército Rojo y de la Armada restaurando los rangos zaristas del generalato y almirantazgo. Hubo posteriores mejoras en el sueldo y las condiciones de los comandantes de alta graduación y los comisarios políticos fueron degradados a posiciones subordinadas a los comandantes militares. Timoshenko, junto con Shaposhnikov, Jefe de Estado Mayor, y Kulik, un viejo revolucionario, mediocre oficial de artillería y antiguo miembro del grupo de Tsaritsyn y por lo tanto de máxima confianza de Stalin, fueron ascendidos a Mariscales de la Unión Soviética ocupando los huecos de los "desaparecidos" Tukhachevsky, Egorov y Blukher.

La consecuencia directa de la guerra ruso-finesa fue una reorganización, en algunos casos positiva y en otros no, de oficiales de alto mando que mantuvieron sus destinos hasta el inicio de la guerra con Alemania. Meretskov reemplazó a Shaposhnikov como Jefe de Estado Mayor cuando la salud de este ultimo empeoró; Vatutin fue nombrado Vicejefe de Estado Mayor y Golikov al mando de la GRU, la inteligencia militar. Zhukov reemplazó a Timoshenko como Comandante del Distrito Militar de Kiev. Dos oficiales que se distinguieron en la guerra contra Finlandia, Kirponos y Pavlov, ascendieron rápidamente; el primero al mando del Distrito de Leningrado y Pavlov al Distrito Militar Occidental de Bielorrusia.  Si bien Meretskov fue reemplazado como Jefe de Estado Mayor en febrero de 1941 tras probar su ineficacia en dicho puesto, por Zhukov que dejó su destino a Kirponos. Algunos de estos oficiales alcanzarían posteriormente fama y fortuna, otros en cambio morirían en el campo de batalla o serían "eliminados" por la NKVD tras caer en desgracia a los ojos de Stalin.




miércoles, 8 de junio de 2016

La recuperacion sovietica de 1942. II

La recuperacion sovietica de 1942. II





General Yeremenko en una reunión del Stavka 

Ante la insistencia de Voronov, general experto en artillería, el componente de apoyo artillero en las divisiones de fusileros también fue reducido a un regimiento de artillería, el restante fue retirado para su uso en formaciones de "artillería estratégica", a nivel de cuerpo o de ejército. La mayoría de los cambios organizativos a niveles superiores en el Ejército Rojo fueron obligados en cierta manera por la crónica escasez de comandantes experimentados o capacitados de alta graduación. La escasez era debida en parte a las purgas de Stalin, pero las pérdidas en el frente y la rápida expansión del Ejército Rojo con la formación de decenas de nuevas divisiones y brigadas lógicamente también fueron factores contribuyentes d estos cambios. Como resultado, los Frentes se vieron ante la necesidad de crear formaciones más fácilmente manejables por inexpertos comandantes de rango medio. Esto exigencia se logró mediante la disolución constante de los Cuerpos de Ejército y así a finales de 1941 solo quedaban seis de estas formaciones frente a las 62 de un primer momento. Los Ejércitos, reasignados como "Ejércitos de Fusileros", fueron reducidos en tamaño a cinco o seis divisiones con alguna brigada acorazada agregada y el apoyo de la artillería de reserva estratégica.

Por debajo del nivel del ejército, la falta de comandantes experimentados o capacitados y el largo plazo de tiempo necesario para crear nuevas divisiones de infantería llevaron a la necesidad de crear pequeñas unidades de combate autónomas. La solución, que persistió durante el año 1943, fue la brigada de fusileros. Inicialmente fue una formación creada ad-hoc, basada en un regimiento de fusileros con la adición de unidades de artillería agregadas. 250 brigadas de fusileros fueron creadas el primer año de la guerra y ya en el verano de 1942 su estructura había sido formalizada a cuatro batallones del fusileros, un batallón de artillería con doce cañones regimentales de 76mm, un batallón antitanque con doce cañones de 45mm, un batallón con ocho morteros pesados de 120 mm y una compañía independiente de subfusiles. Con un poco más de 5.000 efectivos, estas brigadas se habían convertido de facto en equilibradas "medias divisiones", con un estado mayor provisto de unidades de transmisiones, reconocimiento, ingenieros y transporte orgánico.

En un esfuerzo para compensar la destrucción casi total de la fuerza acorazada soviético en los primeros meses de la guerra, el Ejército Rojo aumentó de forma considerable las fuerzas de caballería durante este período. Basada en una estructura casi minimalista de división de caballería de tan sólo 2.600 hombres estas fuerzas, utilizadas en combate como infantería ligera móvil, ofrecieron a los comandantes soviéticos un grado de movilidad operacional que simplemente no estaba disponible al desaparecer casi por completo las formaciones mecanizadas. El resultado del conjunto de estos cambios estructurales introducidos durante la segunda mitad de 1941 dio un Ejército Rojo donde tanto grandes unidades como el Ejército como sus unidades subordinadas podrían ser más eficientes bajo el mando de un pequeño número de comandantes obligados a trabajar con el personal de los estados mayores de inexpertos cuarteles generales.

Durante el primer período de la guerra, el Ejército soviético estaba en una curva de aprendizaje y por desgracia las lecciones fueron asimiladas pagando un precio elevado. Sin embargo, de forma constante, por medio de la experiencia, adoptando y adaptando las distintas circunstancias acaecidas en el día a día de cada batalla, la efectividad de las unidades de combate soviéticas comenzó a ir in crescendo. A su favor, Stalin incluso estuvo dispuesto a aprender de sus propios errores. Después de "colocar" a una serie de agentes de NKVD, políticamente leales, en posiciones de mando de combate y demostrar ser una práctica realmente desastrosa, se produjo una evolución hacia un sistema más meritocrático de promoción que premiaba la perceptiva estratégica y la eficacia táctica, por lo que la frecuencia de cambios a nivel de mando de unidades superiores comenzó a ser cada vez menos frecuente, llevando en consecuencia un aumento de las probabilidades de victoria.


 Mariscal Zhukov

Las capacidades de mando de comandantes como Zhukov y Vatutin, Voronov, Vasilevsky, fue reconocido desde el principio. Otros generales como Rokossovsky, Tolbukhin y Konev y Malinovsky, considerados a priori competentes para mandos moderadamente altos antes del estallido de las hostilidades, debían demostrar dicha teórica capacidad excepcional para el comando al más alto nivel. Otros, como Cherniakhovsky, Katukov, Grechko y Pliev, a través de su capacidad demostrada en el campo de batalla, surgieron de la relativa oscuridad de antes de la guerra para convertirse en destacados altos mandos. Hubo muchos otros, como el general de división M T Romanov cuya 172ª División de Fusileros llevó a cabo una defensa hábil y decidida en Mogilev en julio de 1941, cuyo potencial pudo ser visualizado antes de que fueron muertos o capturados en los primeros meses de la guerra. El propio Stalin finalmente y de forma gradual llegó a reconocer que sus generales a menudo sabían mejor que él lo que se necesita para ganar una campaña, y pasó cada vez más a confiar en el juicio de su estado mayor que en el suyo propio.


 Resultado final; victoria en Berlin


En resumen, la URSS comenzó las hostilidades con un ejército descomunal en número de  efectivos y equipo pero mal dirigido en términos operacionales y estratégicos. Las purgas del año 1937 del alto mando lastraron de forma contundente las capacidades de combate de las fuerzas armadas soviéticas. Solo con la asimilación de las experiencias de combate, eso sí pagando un precio elevadísimo en ingentes pérdidas de material y por supuesto humanas con centenares de muertos, heridos y prisioneros, pudieron revertir la situación. La introducción y/o mejor empleo del nuevo armamento, la reestructuración de las unidades y la decisión de dejar tomar las decisiones militares a las mentes más capacitadas junto con la inmensa reserva de hombres y la considerable capacidad industrial del país llevó a la Unión Soviética a la victoria final. De todas formas, debe tenerse en cuenta que incluso después de la recuperación soviética y la toma de la iniciativa tras Stalingrado y Kursk, el Ejército Rojo si bien no perdió nunca el empuje de la victoria siguió empleando tácticas de combate muy discutibles, al enviar al ataque miles y miles de soldados, sufriendo un ratio de bajas que en cualquier otro país serian inaceptables salvo en la URSS,  donde la abrumadora superioridad numérica y el sistema de gobierno autoritario si lo permitió.

lunes, 6 de junio de 2016

La recuperación soviética de 1942. I

La recuperación soviética de 1942. I



Si bien la operación Barbarossa puede considerarse como un fracaso a nivel estratégico pues realmente las fuerzas armadas alemanas no  consiguieron alcanzar los objetivos previstos, no hay duda alguna de las impresionantes victorias operacionales conseguidas. En las diversas operaciones de cerco, centenares de miles de soldados soviéticos fueron puestos fuera de combate durante el verano y principios de otoño de 1941. Cualquier otra nación ante esas pérdidas hubiese capitulado pero La URSS no lo hizo. Se recuperó y al final venció al invasor. Sin embargo, y teniendo en cuenta que en 1942, concretamente en el periodo de primavera y verano el Ejército Rojo aun sufrió grandes perdidas, fue en ese mismo año cuando se produjeron acciones que indicaban la recuperación soviética. Por si mismo, la magnitud del Ejército Rojo, numéricamente hablando, no pudo únicamente salvar a la Unión Soviética de una derrota frente a los nazis. Ya a principios de 1941 el Ejército Rojo disponía en su arsenal de una serie de equipamiento que en cierta manera igualaba al de la Wehrmacht. Solo era necesario que el tiempo y las lecciones aprendidas con el paso de los combates indiciasen a las autoridades rusas la manera más eficaz de usar dicho armamento y conseguir revertir la situación.

Con la invasión germana de la "Madre Patria" es más que seguro afirmar que los alemanes se hallaron con una de sus peores sorpresas al enfrentarse con dos excelentes carros de combate soviéticos, el tanque pesado KV1 y el soberbio tanque medio T-34. Con cada mes que pasaba mejoraba la fiabilidad del T-34 y también aumentaba la destreza de los propios comandantes de carro en el uso de sus vehículos en sus enfrentamientos con el enemigo. En el verano de 1941 el Ejército Rojo también adquirió un nuevo cañón antitanque, de muy alta eficacia; concretamente el cañón Zis-2 de 57 mm de tubo largo. De esta pieza de artillería podría fácilmente decirse que era fácilmente capaz de destruir cualquier tanque que el Ostheer podría situar en el campo de batalla. Desafortunadamente para las fuerzas soviéticas, el elevado coste de producción produjo que su entrega fuese discontinuada hasta finales de noviembre de 1941, circunstancia también apoyada por la creencia errónea que el cañón antitanque estándar de 45mm era suficiente para los propósitos actuales y futuros.



La infantería Soviética también disponía en su arsenal de excelente nuevo armamento. Para combates a corta distancia y lucha urbana, el sobresaliente subfusil PPSh se introdujo en 1940 y, tras el propio desarrollo del arma, permaneció en servicio durante toda la guerra. Es posible que en algunos aspectos el PPSh fuese superado por su equivalente alemán, el subfusil MP40, pero a diferencia del MP40 el subfusil soviético tenía un proceso de fabricación simple, barato y sobre todo rápido; gracias a ello fue producido y entregado a las fuerzas soviéticas en cantidades realmente astronómicas.

Otra arma de infantería de gran rendimiento introducida en 1940 fue el mortero pesado de 120 mm. Este mortero fue tan eficaz que los alemanes lo copiaron casi en su totalidad. En 1941 se introdujeron dos tipos de fusil anticarro de 14,5 mm de calibre, el PTRS y el más común PTRD. Estas armas, de las que casi se fabricaron medio millón de unidades durante la guerra, eran razonablemente eficaces contra tanques ligeros y contra los tanques medios alemanes si los valientes soldados de infantería eran capaces de impactar sobre los lados y la parte posterior. Con el estallido de la guerra, la artillería de campaña soviética también se actualizó y mejoró con el caño divisional F-22 USV de 76 mm, el obús M-30 de 122 mm y el cañon-obús ML-20 de 152 mm desplegado a nivel de cuerpo. Todas estas piezas prontamente se hallaron en plena producción.

La disponibilidad continua de estas armas dependía totalmente de la capacidad de la industria soviética para mantener su producción. Esta circunstancia se vio amenazada rápidamente tan solo en unas semanas de la invasión tras el imparable avance alemán. Tanto Ucrania y como grandes territorios de la Rusia Occidental tenían grandes probabilidades de caer bajo dominio alemán incluyendo por supuesto sus centros industriales. Desmantelar las industrias y trasladarlas a la seguridad de zonas más allá del Volga e incluso de los Urales fue tal vez uno de los mayores logros de la URSS durante la guerra. A pesar de estas vicisitudes, ya durante la segunda mitad de 1941 la industria soviética produjo 4.177 tanques, cifra que superó los 3.796 tanques y cañones autopropulsados producidos en Alemania en el total de ese año. A finales de marzo de 1942 la producción soviética mensual de carros ascendía a casi 2.000 unidades, un ritmo de producción que Alemania no pudo igualar nunca.



Otro factor clave en la supervivencia de la Unión Soviética en 1941 fue la velocidad con la que el ejército rojo adaptó su estructura en respuesta a las realidades de los conflictos con la Wehrmacht. En fecha tan temprana como fue el 15 de julio de 1941, tan solo veintitrés días del inicio de la invasión alemana, Zhukov emitió la primera de lo que sería una serie de directivas relativas a la revisión de la estructura orgánica de las unidades soviéticas. Los cuerpos de ejército mecanizados fueron disueltos, y las divisiones de infantería motorizadas  pasaron a convertirse en divisiones convencionales. Las divisiones acorazadas y posteriormente las divisiones de infantería fueron reducidas en tamaño hasta un número aproximado de 10.000 efectivos, si bien en la batalla de Moscú una división estándar disponía de la mitad  de esa cifra. Sólo unas pocas de las nuevas divisiones acorazadas se regían bajo el nuevo organigrama  ya que las nuevas formaciones seguían estando basadas en la pequeña brigada acorazada de nueve compañías, seis de las cuales disponían de tanques ligeros, y el tamaño de una compañía acorazada, particularmente la compañía "media" estaba estandarizado a 10 tanques. Todo este proceso se formalizó en la orden del 23 de agosto de 1942.

Continúa en La recuperación soviética de 1942. II