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miércoles, 11 de mayo de 2016

Campaña del sendero de Kokoda 3ª parte

La batalla del sendero de Kokoda




A mediados de noviembre, las fuerzas armadas de los Estados Unidos y Australia habían empujado a los japoneses hasta la costa norte de Nueva Guinea creando diversas bolsas entre Buna y Gona. Para gran perjuicio y frustración de MacArthur, la llegada de la 32ª División no supuso aceleración alguna en la conclusión de la campaña. Esta unidad avanzó muy lentamente entre los pantanos cercanos a Buna y sufrió un gran desgaste por el calor y las enfermedades. El terreno y sus condiciones, combinadas con las muy bien preparadas defensas niponas, obligaron a realizar pequeños asaltos que solían acababan en costosos ataques frontales, que desaceleraron el avance hasta convertirlo en una marcha a paso de tortuga.

El enfado, incluso cabreo, de MacArthur aumentó cuando observo que los australianos avanzaban más rápidamente que las tropas norteamericanas, a pesar de aventajarles numéricamente en una proporción de 3:1. Los aliados encontraron en esos momentos grandes dificultades para acabar con el enemigo, por lo que se produjo gestos de gran impaciencia, y así,  MacArthur destituyó al comandante de la 32ª División y puso, el 1 de diciembre, al general de división Robert Eichelberger al mando de dicha unidad, eso si comentándole "o toma Buna o mejor no vuelva vivo". Los australianos tomaron Gona el 9 de diciembre y Buna caería finalmente el día 13. Sin embargo, se tuvo que combatir duramente un mes más contra los focos de resistencia japonesa  mostrada en las ultimas posiciones enemigas existentes entre Gona y Buna. Las tropas aliadas fueron testigos en primera persona y por primera vez de la forma de combatir tan fanática de los japoneses. Conforme al código Bushido, los japoneses  iban a luchar hasta la muerte en lugar de deshonrase a sí mismos rindiéndose. Este iba a ser un oscuro presagio de las futuras batallas libradas en el Pacífico.

Los enfrentamientos en Nueva Guinea han sido considerados por algunos historiadores militares como de los combates más duros de la guerra. La campaña supuso 5698 bajas entre las tropas australianas; 2.165 muertos y 3.533 heridos. Las bajas totales norteamericanas ascendieron a  2.848; 864 muertos, 66 desaparecidos y 1.918 heridos. Los japoneses tuvieron 12.000 muertos de las 17.000 tropas finalmente comprometidas con la campaña. Un ejemplo claro de las miserables condiciones que sufrieron los soldados fue el número de bajas ocasionadas por enfermedad durante la campaña. Sólo más o menos mil australianos acabaron  la campaña sin enfermedad alguna cuando fueron 15.575 los casos médicos totales a finales de 1942, incluyendo 9.249 casos de malaria, 3.643 casos de disentería, 1.186 casos de dengue y 186 casos de tifus. A los americanos les fue un poco mejor debido a que estuvieron menos meses expuestos a las condiciones de la selva siendo un total de 8.659 casos de enfermedades infecciosas sobre las 14.646 tropas involucradas en la campaña. A pesar del alto costo en víctimas, los aliados habían asegurado Papúa-Nueva Guinea  e impidieron una más que probable invasión japonesa de Australia. MacArthur también tenía una base avanzada desde donde lanzar futuras operaciones a lo largo de la costa norte de Nueva Guinea hacia su objetivo final; las Filipinas.


Soldado australiano proporcionando cuidados sanitarios a un  prisionero japones enfermo 

De esta campaña, los aliados aprendieron algunas lecciones muy valiosas. Se desarrollaron tácticas, en ese momento y también para ser desplegadas en un futuro, indispensables para hacer frente a la estrategia japonesa de una defensa en profundidad, basada en la presencia de bunkers, fortines y demás posiciones defensivas experimentada durante la batalla de Buna-Gona, cerca del final de la campaña. Artillería, napalm, cargas de demolición, granadas lanzadas desde el fusil y los lanzallamas se convertirían en armas esenciales en la guerra contra los japoneses durante la campaña de Pacífico, ya que era la única forma de erradicar a fanáticos defensores atrincherados que se negaban a rendirse. El uso de medicamentos contra la malaria fue una necesidad médica primordial. Esta enfermedad causó tantas bajas como las propias armas de fuego del enemigo. También quedo manifiesto la conveniencia de enviar al combate tropas debidamente mentalizadas y entrenadas  ante el medio ambiente al que se iban  a enfrentar. También se necesitaba un arma más ligera y menos complicada que el fusil M-1, como la carabina M-1.


Tropas australianas recapturando el pueblo de Kokoda.

Sin embargo, la lección más importante de esta campaña, tal vez fuese la logística. Los japoneses fueron detenidos debido a su incapacidad de transportar por la pista de Kokoda los suministros en cantidad suficiente para mantener su avance hacia Port Moresby y por ello fueron derrotados y forzados a retirarse. Esta circunstancia  no pasó desapercibida por el General MacArthur. Se dio cuenta que podía derrotar a los japoneses aislando sus guarniciones, y por ello no tuvo ningún inconveniente en avanzar dejando incomunicado cualquier posición enemiga, pero siempre destruyendo cualquier fuerza aérea  con el fin d eliminar cualquier amenaza sobre sus propias líneas de abastecimiento. Lógicamente con esta acción también  descartaba la posibilidad al enemigo de recibir refuerzos y suministros por aire, ya que el reabastecimiento o evacuación por mar cada vez se fue dificultando más por la superioridad marítima aliada. Esta estrategia tenía la ventaja de evitar un avance lento y el gran número de víctimas, como se observó en Buna-Gona. La campaña de la pista de Kokoda también mostró dos aspectos reseñables, la equivocada creencia por parte de los aliados de la imbatibilidad del soldado japonés en la jungla y su superioridad de adaptación al entorno selvático, percepción que quedó completamente desechada, pero en cambio, si que se confirmó plenamente, el fanatismo con el que los japoneses lucharon y lucharían durante el resto de la guerra.

jueves, 5 de mayo de 2016

Campaña del sendero de Kokoda 2ª parte.

La batalla de la pista de Kokoda.

Proviene de Campaña del sendero de Kokoda 1ª parte.


 General Tomitaro Horii



Sin embargo, los japoneses estaban decididos realizar el avance a través de la pista de Kokoda. Inicialmente frente a japoneses, en Papúa-Nueva Guinea tan solo se hallaba el desperdigado 39º Batallón de la milicia, con 533 hombres bajo el mando del teniente coronel William Owen. Cuando los japoneses desembarcaron en Buna, Owen tenía sólo una compañía de 120 hombres al norte la cordillera Owen Stanley, en una posición expresamente situada para bloquear o como mínimo retrasar el avance de cualquier unidad enemiga.  En este caso fue una fuerza compuesta por un batallón procedente del 144º Regimiento de infantería apoyado por una compañía de infantería de marina de la Fuerzas Navales Especiales del distrito de Sabebo, en total más de 500 hombres enviados a realizar un reconocimiento en fuerza sobre Kokoda y la pista.

Superados en número y armamento, sobre todo cuando los japoneses emplazaron ametralladoras pesadas y morteros sobre la pista, y con un casi inexistente suministro de municiones y víveres, los australianos se vieron obligados a abandonar Kokoda pero lucharon con tal fiereza que los japoneses creyeron enfrentarse ante una fuerza enemiga muy superior, incluso pensaron que el enemigo podía sumar hasta un numero aproximado de 6.000 soldados. En un ejemplo típico de la que sería en el futuro la táctica japonesa de combate en la jungla, los japoneses enviaron parte de su fuerza a través de la densa jungla, flanqueando los defensores y forzando de esta manera la retirada durante la cual murió el comandante australiano, Owen. El 29 de julio los japoneses habían tomado Kokoda y su pista de aterrizaje. General Horii ahora comenzó a enviar elementos adicionales de su Fuerza de Mares del Sur hasta la pista de Kokoda para prepararse  para el asalto a gran escala sobre Port Moresby.



Los australianos también empezaron a enviar refuerzos, desde Port Moresby y por supuesto a través de la pista. Los batallones restantes de la 30ª Brigada (milicia), así como los batallones Nº 49 y Nº55, fueron enviados a la cordillera Owen Stanley y allí unirse al 39º Batallón con el fin de negar el paso a las tropas japonesas. La 7ª División de infantería australiana también fue embarcada en Australia y transportada hasta Port Moresby para entrar en batalla, fue entonces cuando MacArthur lentamente se dio cuenta de la grave amenaza que japoneses ejercían sobre Port Moresby.

Mientras tanto, la situación del abastecimiento de los suministros necesarios para las fuerzas australianas en el lado norte de la cordillera era muy crítica, más con la pérdida de la pista de aterrizaje de Kokoda, circunstancia que obligó a que todos los materiales suministrados  tuvieran que ser llevados a las montañas a mano. Los porteadores papúes denominados por los "diggers" australianos "Fuzzy Wuzzies" debido a sus largos y rizados peinados llevaron a cabo esta tarea. También llevaron a los heridos sobre sus espolsad a la retaguardia por la pista y tras las montañas por lo que se ganaron una ligera modificación al original apodo, "Fuzzy Wuzzie Angels".


Fuzzy Wuzzies

Sin embargo, antes que los importantes refuerzos australianos llegasen, Horii atacó a los atrincherados 400 soldados australianos en Isurava, un pueblo sobre el sendero justo al sur de Kokoda pero todavía situado en el lado norte de la cordillera. La subsiguiente batalla que se produjo y que duró cuatro días fue costosa para los japoneses ya que los australianos fueron capaces de infligir fuertes bajas y retardar el avance japonés. Ambos bandos enviaron al combate los refuerzos tal y como llegaban a la batalla. Finalmente los 5.000 soldados japoneses mediante de nuevo otra maniobra de flanqueo sobre los 1000 australianos, obligaron  a estos últimos a retirarse, esta vez sobre la parte más elevada de la cordillera, mientras montaban acciones dilatorias para asegurar la retirada. Finalmente los australianos se detuvieron cerca de la aldea de Ioribaiwa en el lado sur de las montañas y se atrincheraron en Imita Ridge.

A pesar de haber tomado Ioribaiwa y tener casi  a la vista Port Moresby, el General Horii detuvo su avance el 17 de septiembre, después de dos semanas de tratar de atravesar y superar las reforzadas posiciones australianas reforzadas en Imita Ridge. La situación logística japonesa estaba en esos momentos desesperada mientras que los australianos se aprovecharon de las líneas de suministro más cortas y pronto fueron reforzados con tropas adicionales. Los suministros no llegaban a las fuerzas japonesas en el lado sur de las montañas de Stanley Owen. Los hombres de Horii estaban agotados, muriéndose de hambre y sufriendo de disentería y paludismo. Con escasos alimentos, municiones y suministros médicos, Horii juzgó correctamente que no podía continuar la ofensiva japonesa. Sus hombres sufriendo penurias tan calamitosas que incluso se dieron casos de canibalismo.




La ofensiva de Horii se estancó al no recibir ningún refuerzo adicional o apoyo a diferencia de la batalla que en esos momentos se libraba en la no muy lejana isla de Guadalcanal. La campaña de las Islas Salomón  comenzó el 7 de agosto, y acabó llevándose todas las prioridades japonesas en el área del Pacifico sur. Guadalcanal desvío los hombres y suministros que desesperadamente Horii necesitaba para continuar su avance y tomar Port Moresby. El 18 de septiembre, Horii comenzó a retirarse a desde las montañas hacia Buna seguido muy por la 7ª División australiana. Esta unidad retomó Kokoda el 28 de octubre permaneciendo en posición estática sólo hasta el 10 de noviembre para finalmente desalojar a los japoneses desde su posición en las estribaciones en Oivi justo al sur del río Kumusi, llegando a la corriente fluvial el 18 de noviembre. Horii murió ahogado durante la retirada japonesa cuando fue arrastrado por la rápida corriente del río Kumusi. Para acelerar la toma de Buna, MacArthur envió en apoyo a la 32ª División norteamericana  mediante un desembarco aéreo de dos de sus regimientos sobre la propia cordillera Owen Stanley.

Continúa en Campaña del sendero de Kokoda 3ª parte.

lunes, 2 de mayo de 2016

Campaña del sendero de Kokoda. 1ª parte

La batalla de la pista de Kokoda.


 Vista aérea de la cordillera Owen Stanley.

A principios de 1942, el resultado de la Segunda Guerra mundial estaba muy en duda para los aliados. En el Pacífico, las fuerzas armadas estadounidenses, británicas, holandesas y australianas había intentado desesperadamente detener el avance japonés con muy poco éxito. Malasia, Filipinas, Hong Kong, Singapur y Birmania fueron ocupadas por los japoneses. Sin embargo, 1942 también resultó ser para Armada Imperial un año difícil en el Pacífico, ya que  la flota japonesa sufrió reveses importantes en las batallas del Mar de Coral y sobre todo en Midway, donde perdieron cinco portaaviones y aun mas importante, a sus experimentados pilotos.

Después de estos contratiempos, el mando nipón decidió redirigir sus esfuerzos militares hacia el establecimiento de un perímetro defensivo a lo largo del anillo de islas del Pacifico para posteriormente y dentro de las posibilidades invadir Australia siempre con la premisa inicial de completar la ocupación de Nueva Guinea. Este nuevo avance japonés en el Pacífico Sur ocasionaría que dos espacios geográficos apenas conocidos pasasen a la posterioridad. El primero adquirió una gran notoriedad y fue la isla de Guadalcanal y el segundo fue un pequeño y aparentemente insignificante sendero situado en la selva de Nueva Guinea y que atraviesa la cordillera de Owen Stanley denominado Kokoda Trak o pista de Kokoda, también denominado por las tropas australianas que allí combatieron como el "camino sangriento".

La estrategia japonesa en el Pacífico Sur pasaba por la toma de la ciudad de Port Moresby, situada en la costa sur de Papúa-Nueva Guinea, australiana en esa época, y su importante puerto y campo de aviación. El mando japonés había intentado previamente realizar esta acción mediante un asalto anfibio. Sin embargo, la fuerza de invasión, tuvo que retirarse tras la batalla del Mar de Coral. Si bien se logró una victoria táctica, infligiendo pérdidas más importantes a la flota estadounidense, los japoneses, sorprendidos y conmocionados por la presencia de portaaviones americanos en zona, decidieron retirarse y de esta manera proporcionar una victoria estratégica a los aliados pues detuvieron temporalmente el avance nipón sobre Port Moresby.

A pesar de este revés, los japoneses seguían estando decididos a tomar Port Moresby. Sin embargo, las posteriores pérdidas navales en Midway eliminaron de la mente de los estrategas del alto mando japonés cualquier opción  de volver a intentar una operación anfibia sobre Port Moresby. Sin embargo, esta posibilidad volvería a estar presente cuando tras las etapas iniciales de la campaña de Guadalcanal, la flota japonesa creyó ver muestras de superioridad, aumentadas por la no disposición por parte de los americanos de arriesgar sus portaaviones en un encuentro naval decisivo.


Soldados australianos intentando descansar.

Al final esta opción también fue rechazada, pero en cambio, el ejército japonés desarrolló un plan terrestre que partiendo de la costa norte de Nueva Guinea atacase Port Moresby, tras atravesar la aparentemente corta distancia de 160 kilómetros existente entre el punto de partida y el punto final, siempre bajo la cobertura proporcionada por los aviones basados en Rabaul y otros aeródromos. Los japoneses enseguida desembarcaron una fuerza de más de 13.000 hombres entre los cuales se encontraban 10.000 experimentados soldados del general Tomitaro Horii pertenecientes a la 4ª flota o Fuerza de los Mares del Sur. Aunque sorprendido por el desembarco, MacArthur, comandante supremo aliado en el área del Pacífico Suroeste, no parecía en un principio muy preocupado por la presencia de dichas tropas niponas en la costa norte de Nueva Guinea ya que creía que los japoneses sólo pretendían construir un aeródromo avanzado. MacArthur también creía que un avance a través de la cordillera Owen Stanley era imposible.

Los estrategas japoneses realmente habían subestimado el reto que entrañaba atravesar Owen Stanley tal y como se supo posteriormente al tener acceso a sus planes, así como observar las carencias importantes presentes en los mapas geográficos donde ni siquiera estaban reseñados las dificultades montañosas, todo ello sin contar con las propias complicaciones  y las duras condiciones de combate presentes en terreno selvático.

El sendero, de 160 kilómetros de longitud, y desde su inicio en Buna, en la costa norte, serpenteaba a través de la jungla, sobre los riscos de la cordillera Owen Stanley, que se elevaba a los 2100 metros para descender otra vez en la jungla hasta llegar a los Port Moresby en la costa sur. La pista era estrecha, a menudo sólo permitía el paso de un hombre y con frecuencia flanqueada por hojas de Kunai de más de 2 metros afiladas lo suficiente para cortar brazos y piernas y aun mas importante volviendo casi impracticable el transito. Los empinados escarpados de la montaña ocasionaban avances difíciles y lentos. Tenían tanta pendiente que inclusa las mulas de carga no podían subir.

Mapa de operaciones.


La precipitación media anual en la zona es de 2600 mm o l/m2  con solo dos o tres meses, de febrero a abril un poco menos lluviosos, a ello hay que añadir una temperatura media de 25°C casi constante, sin apenas variación entre el día y la noche. La lluvia se convertiría el terreno ya difícil en casi impasible. El sendero se transformaba en un lodazal de resbaladizo y en algunos casos hasta profundo barro. Todos los suministros tenían que ser transportados por mulas y hombres a excepción de aquellos que llegaban a una pequeña pista de aterrizaje en Kokoda, situada en una pequeña meseta en el lado norte de las montañas y que permitiría un limitado abastecimiento aéreo.

Continúa en Campaña del sendero de Kokoda. 2ª parte

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Lockheed Hudson en la RAAF.

Lockheed Hudson en la RAAF.


 Locheed Hudson de la RAAF

La Royal Australian Air Force RAAF fue el segundo servicio aéreo en utilizar el avión bombardero ligero Lockheed Hudson y el más importante operador de dicha aeronave después de la Royal Air Force. Durante los dos primeros años de la guerra en el Pacífico el Hudson fue el avión de bombardeo más importante de la RAAF, y al igual que todos los aviones aliados en el Pacífico en 1942 sufrió graves pérdidas a manos de los japoneses. 

El gobierno australiano ordenó la utilización de sus primeros Hudsons poco tiempo después de la Royal Air Force, pero decidió utilizar motores diferentes - Pratt & Whitney Twin Wasps en lugar de los motores Wright que equipaban los aviones de la RAF. A pesar de esto la RAAF originalmente designó a sus aviones como Mk I y Mk II al igual que la Royal Air Force. Finalmente la RAF otorgó al Hudson australiano la denominacion Mk IV, mientras que el avión de préstamo y arriendo se convirtió en el Mk IV A.


Tripulación australiana de un Hudson estudiando un mapa

En diciembre de 1941 ocho escuadrones de la RAAF se hallaban totalmente o parcialmente equipados con Lockheed Hudson. Entre todos los escuadrones podrían reunir un total de 77 Hudsons, 24 de las cuales estaban basados en Malasia y Singapur englobados en los escuadrones Nº1 y Nº8, mientras que los restantes 53 bombarderos estaban distribuidos entre las bases de Australia, Nueva Bretaña y las Indias Orientales Holandesas.

El 6 de diciembre de 1941, un  Hudson del Escuadrón Nº 1 se convirtió en el primer avión de la Commonwealth que encontró la flota de invasión japonesa dirigiéndose hacia Malasia. Cuando los japoneses empezaron a desembarcar en el norte de Malasia el 8 de diciembre, el Escuadrón Nº 1 envió seis Hudsons en misión de ataque contra las playas de desembarco llegando a hundir una nave de transporte de 9.700 toneladas y por el contrario la pérdida de dos aviones. Tras los primeros días de lucha,  los dos escuadrones se vieron obligados a retirarse a través de la península malaya, perdiendo 18 de sus aviones a finales de diciembre. Ocho nuevos aviones llegaron el día de Navidad para suplir las perdidas, seguidos de un pequeño número de aviones de la Royal Air Force procedentes del Mando de Oriente Medio, pero las dos escuadrillas pronto se vieron obligadas a retirarse a Sumatra. Una vez allí, el Escuadrón Nº1 se reequipó con 16 aviones y el Escuadrón Nº 8 con 6 Hudson procedentes de la RAF, los dos escuadrones reanudaron sus misiones ofensivas contra los invasores japoneses, pero el 1 de marzo de 1942 el escuadrón Nº1 había perdido todos sus aparatos salvo un solitario avión, y ambos escuadrones fueron retirados a Australia.


Emblema del Escuadrón Nº1

Más al sur, el Escuadrón Nº 13  basado en Ambon, en las Indias Orientales Holandesas, también estaba operando con sus Hudsons, pero las fuertes bajas forzaron al escuadrón su retirada hasta Darwin el 31 de enero de 1942. El Escuadrón Nº 24 era una unidad mixta, recibió cuatro aviones Hudson en octubre de 1940, que operaron junto a aparatos de reconocimiento Wirraways. La unidad tenía su base en  Rabaul desde el 21 de diciembre de 1941, donde operaba como Fuerza de Ataque Avanzado hasta el 20 de enero de 1942, cuando Rabaul fue atacado por más de 100 aviones japoneses. Al final del día el Escuadrón Nº 24 contaba con tan solo dos Wirraways y un Hudson, por ello el personal superviviente fue evacuado de la isla. El escuadrón no recibió  ningún Hudsons más.


Como todos los aviones aliados en el lejano Oriente durante el primer año de guerra, los Hudsons de la RAAF fueron  abrumados masivamente por la superioridad numérica japonesa, sin embargo y a pesar de sus limitaciones permanecieron en primera línea de frente durante los años 1942 y 1943, llevando a cabo acciones contra los japoneses en Timor desde Darwin, luchando en Nueva Guinea y realizando patrullas antisubmarinas de Nueva Gales del Sur.  Poco a poco y sobre todo partir de la segunda mitad de 1943 los Hudson de los diversos escuadrones de la RAAF fueron sustituidos por una amplia gama de aviones más modernos y adecuados para el combate. 

Los Hudson también fueron utilizados por el Escuadrón Nº 459 de la RAAF en el Oriente Medio, concretamente este escuadrón se formó en Egipto en febrero de 1942 y tras un período de vuelos de patrulla frente a la costa egipcia, tomó parte en ataques contra los convoyes de suministro del eje que trataban de llegar al ejército de Rommel en África del Norte. El escuadrón sustituyó los Hudson por Lockheed Ventura a principios de 1944.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Batalla de la isla de Savo III

Proviene de Batalla de la isla de Savo I
                   Batalla de la isla de Savo II

Isla de Savo: consecuencias.



La retirada japonesa fue el aspecto más controvertido de la batalla. Habiendo destruido la fuerza de cobertura de Turner, Mikawa tuvo la oportunidad de convertir una victoria táctica en una estratégica. Poco se interponía entre él y los transportes americanos. En Tulagi, cinco transportes estaban defendidos por dos destructores y tres transportes-destructores, y en Guadalcanal se hallaban 13 transportes más, escoltados por otros tres destructores y cinco anticuados dragaminas-destructores. A las 02:16 h.  Mikawa analizó la situación con su estado mayor. Como ya se mencionó, la fuerza japonesa se había dividido en dos grupos con el destructor Yunagi operando por separado. El vicealmirante japonés creía que tardaría dos horas para volver a reunir su fuerza y revertir el rumbo hacia el este para atacar a los transportes. Sólo quedaba una hora de noche y estaba seguro que la flota sería vulnerable a los ataques aéreos cuando llegara la luz diurna. Si Mikawa seguía el rumbo hacia el noroeste, los japoneses se encontrarían unos 120 km de Iron Bottom Sound y así tendría una buena oportunidad de evitar el ataque aéreo de los portaaviones que según las evaluaciones de Mikawa evaluado se efectuaría por la mañana. En el lado positivo de Mikawa, tras el encuentro con los cruceros aliados, la flota japonesa aun disponía del 60 por ciento de su munición de artillería y del 50 por ciento de sus torpedos. Después de considerar brevemente sus opciones, Mikawa decidió a las 02.20 h. interrumpir la acción y volver a Rabaul.

Mikawa no lo sabía en ese momento, pero él sólo había derrochado la mejor oportunidad de la IJN de asestar un golpe definitivo a la primera ofensiva norteamericana en el Pacífico. Es difícil imaginar que los americanos aferrándose a su exigua posición en Guadalcanal tras la destrucción de su flota de transporte y los suministros. Por la posible destrucción de los transportes estadounidenses habría valido la pena el sacrificio de toda la fuerza de Mikawa.

Aunque la victoria de Mikawa fue un triunfo incompleto, la batalla de la isla de Savo seguía siendo la peor derrota de la US Navy había sufrido en el mar. Cuando el Canberra se hundió a las 08.00 h. después de ser hundido por los destructores americanos, llevo como recuento total cuatro cruceros pesados hundidos y un quinto dañado. Dos destructores también resultaron dañados. Las pérdidas de personal fueron muy elevadas, ascendiendo a 1.077 marineros muertos y 709 heridos.
Las pérdidas japonesas fueron menores. El Chokai sufrió tres impactos que causaron la muerte de 34 marineros y 48 heridos.  El Aoba tuvo daños en la cubierta pero no sufrió bajas entre la tripulación. El Kinugasa tuvo un muerto y un herido por dos impactos. La única explosión causada por un proyectil de 5 pulgadas en el Tenryu mató 23 marineros e hirió a otros 21. La pérdida más grave se produjo después de la batalla, el 10 de agosto, cuando el submarino americano S-44 hundió el Kako camino a Kavieng. La falta de una adecuada pantalla de destructores le costó a Mikawa esta baja. Cuando se hundió el Kako, perecieron 71 tripulantes y 15 resultaron heridos.

La batalla de la isla de Savo confirmó varios hechos claves. La Armada Imperial Japonesa demostró ser la dueña del combate nocturno y estableció la dominación en las aguas alrededor de Guadalcanal durante la noche. La doctrina japonesa en la lucha durante la noche había sido probada bajo condiciones reales de combate y demostró el uso superior de los instrumentos ópticos nocturnos, el excelente torpedo tipo 93 y la dependencia de una artillería rápida y precisa. A pesar de la fama de los torpedos tipo 93, no todos los barcos en la batalla de la isla de Savo llevaron esta arma, y tal vez sea más importante señalar que fueron los proyectiles de la artillería naval japonesa los principales agentes de destrucción en la batalla de la isla de Savo.


Para los estadounidenses, había poco que ve favorablemente. Descubrieron que la doctrina americana referente al ataque durante la noche era defectuosa y que los buques de guerra americanos simplemente no estaban preparados para dicho combate nocturno. El factor más importante que condujo a la debacle de la isla de Savo fue la total sorpresa total obtenida por los japoneses. Esto fue debido a los problemas de mando y control en todos los niveles, a la evaluación de Turner de las intenciones japonesas y el despliegue defectuoso resultante. La potencial ventaja tecnológica ofrecida por radar se desaprovechó totalmente ya que los comandantes no entendieron las capacidades y limitaciones de los nuevos equipos.

Los grandes derrotados.


Contralmirante Victor Crutchley



Contralmirante Richmond Turner


domingo, 1 de diciembre de 2013

Batalla de la isla de Savo II

Batalla de la Isla de Savo: fase I

Proviene de Batalla de la isla de Savo I



Mikawa tuvo gran suerte cuando se acercó a la isla de Savo. A las 23:12 h., envió cuatro hidroaviones con el fin de proporcionar información sobre el despliegue aliado y también para iluminar los blancos en el momento oportuno. Si bien la presencia de estos aviones por encima de las naves aliadas, fue identificada correctamente como hidroaviones de crucero, fracasó a la hora de a los comandantes aliados. A Las 24:00 h., Mikawa ordenó situar los buques en sus puestos de combate y aumentar la velocidad hasta los 26 nudos. La primera nave aliada que se avistó fue el destructor de piquete Blue navegando al sudoeste de la isla de Savo. Vigías en la proa de la nave japonesa, Chokai, divisaron el barco americano a más de cinco millas a las 00:50 h. No era la primera vez que las habilidades ópticas japonesas resultarían superiores a las ventajas electrónicas americanas. Mikawa hábilmente disminuyó su velocidad para reducir su estela y el Blue navegó más lejos, hacia al sur.

Los observadores del Chokai permanecieron alerta cuando a las 01:34 h. observaron al destructor Jarvis tal y como salía de la zona tras haber sido dañado por los ataques aéreos anteriores. Sólo dos minutos más tarde, los mismos vigías avistaron tres "cruceros" a unas seis millas. Eran las confiadas naves del Grupo Sur. La batalla comenzó a las 01:38 h. cuando el Chokai disparó cuatro torpedos hacia el Canberra; todos fallaron. Chokai abrió fuego sobre el Canberra a las 01:43 h. En pocos minutos, los cruceros Furutaka, Aoba y Kako se unió al ataque del Chokai; en esos momentos el Grupo Sur de cruceros aliados se hallaba iluminado por las bengalas lanzadas por los hidroaviones japoneses.



El Canberra quedó fuera de combate por los 24 impactos que recibió en pocos minutos de batalla. Su capitán fue mortalmente herido, y rápidamente perdió velocidad, y un impacto por debajo de la línea de flotación produjo que el barco escorase a estribor de forma severa. Afortunadamente para los aliados, todos los 11 torpedos disparados contra el crucero australiano fallaron. El otro crucero pesado del Grupo Sur, el Chicago, respondió al ataque de forma ineficaz. Su tripulación fue incapaz de comprender que la maniobra repentina del Canberra significaba que ya estaba siendo atacado. A las 01:47 h., un torpedo del Kako golpeó al crucero en su proa por estribor. Un segundo torpedo impactó a popa en la sala de máquinas, pero no explotó. El Chicago no pudo encontrar ningún objetivo para ser bombardeado desde su batería principal, pero se enfrentó al Tenryu con sus cañones de 5 pulgadas, probablemente anotando un impacto que causó muchas bajas en la nave nipona. El Chicago continuó su rumbo hacia el oeste y pronto salió del combate. Inexplicablemente, su capitán no envió ningún informe de esta acción. También se negó a dar órdenes a sus dos destructores. El destructor Patterson estaba enfrentándose por lo menos con tres cruceros japoneses con disparos de artillería, pero fue dañado por los disparos de respuesta y le fue ordenado salir del combate a las 02:10 h. De todas las naves aliadas presentes, el destructor Patterson fue la que estuvo más alerta y también la que mejor .se enfrentó al enemigo. El destructor Bagley lanzó un ineficaz ataque con torpedos para luego dirigirse al oeste. En tan sólo siete minutos, los cruceros de Mikawa habían neutralizado el grupo meridional. Ninguna de las naves del Grupo Sur tuvo la molestia de informar sobre los acontecimientos.

Batalla de la Isla de Savo: fase II

El Grupo Norte, bajo el mando del capitán del crucero Vincennes, permaneció ajeno a la presencia de la fuerza de Mikawa. Durante el enfrentamiento con el Grupo Sur, las fuerzas japonesas se habían dividido en dos columnas separadas. Mas hacia el este estaba el Chokai al frente más el Aoba, Kako y Kinugasa; la columna occidental incluía al Yubari, Tenryu y Furutaka. El único japonés destructor, Yunagi, estaba afanosamente involucrado en un duelo de artillería esporádico con el Jarvis al sur de la isla de Savo.

Previamente, los magníficos vigías del Chokai habían descubierto a las 01:38 h. uno de los cruceros del Grupo Norte, el Vincennes, a la impresionante distancia de nueve millas. Siguiendo el plan de batalla, Mikawa giró hacia el norte para atacar el segundo grupo de naves enemigas. Utilizando la misma táctica que había diezmando el Grupo Sur, los cruceros japoneses atacaron primero con torpedos y acabaron después con fuego de cañón. A las 01:48 h., el Chokai lanzó cuatro torpedos sobre el Vincennes a unas seis millas. Una vez más, las naves americanas fueron sorprendidas completamente. A las 01:50 h., los tres cruceros del Grupo Norte fueron iluminados por potentes reflectores japoneses. Con esta iluminación, los cruceros japoneses encontraron rápidamente sus objetivos. El Chokai iluminó el Astoria a 7.700 yardas; el Aoba encontró al Quincy a 9.200 yardas y el Kako resaltó en la oscuridad al Vincennes a 10.500 yardas. Las naves americanas quedaron atrapadas con sus armas principales apuntando a proa y popa y los japoneses podrían ver las tripulaciones enemigas corriendo sobre sus cubiertas.

La habilidad y el entrenamiento de los artilleros de los cruceros japoneses fueron exhibidas una vez más minuciosamente. El Aoba y el Kako se anotaron éxitos en su tercera salva y el Chokai aceró en su quinto intento. El crucero pesado Quincy rápidamente quedó inmóvil., pero la nave estadounidense murió peleando. Las primeras salvas del Aoba causaron incendios agravados por los propios hidroaviones del Quincy que ardieron rápidamente así como los impactos sobre el puente de la nave. Pronto, Aoba, Furutaka y Tenryu estaban arrojando fuego sobre el Quincy. El crucero norteamericano pudo salir del enfrentamiento con las tres naves niponas antes de ser obligado a quedarse fuera de combate. El Aoba y el Tenryu atacaron al Quincy con tres torpedos mas que se añadieron a la carnicería. Todo ello, combinado con los 54 impactos de granadas de distinto calibre fue suficiente para asegurar la destrucción de Quincy, con la pérdida de 370 integrantes de la tripulación. El crucero fue la primera nave hundirse durante la batalla, a las 02:38 h, convirtiéndose en la primera nave en desaparecer dentro del Iron Bottom Sound.  A cambio, el Quincy infligió el único daño significativo a los japoneses durante la batalla cuando impactó dos rondas de proyectiles de 8 pulgadas en la sala de mapas del puente del Chokai, donde por suerte para los japoneses no se encontraban ni Mikawa ni su Estado Mayor. Se produjeron treinta y seis hombres bajas entre muertos y heridos.
Aun estando bajo el fuego del Kako, el crucero Vincennes rápidamente encontró en el Kinugasa un blanco para sus cañones de 8 pulgadas impactándolo en su segunda salva. El crucero Kako rápidamente comenzó a cañonear con acierto el Vincennes gracias a los fogonazos del propio crucero estadounidense así como los incendios otra vez de sus hidroaviones de observación. Tal y como el capitán de Vincennes intentó maniobrar radicalmente, sufrió un impacto de un torpedo lanzado por el Chokai a las 01:55 h. Otro torpedo, esta vez proveniente del Yubari, explotó a las 02.03 h. El Chokai continuó cañoneando al crucero inmóvil y aproximadamente 74 proyectiles cayeron sobre el buque. La nave fue abandonada a las 02:30 h. para hundirse posteriormente a las 02:58 h. Un total de 332 tripulantes murieron.

La reacción del Astoria ante el repentino ataque japonés refleja la confusión general de todo el Grupo Norte. El oficial de artillería de la nave ordenó rápidamente que sus cañones de 8 pulgadas se enfrentasen al enemigo después de que su barco fuese atacado por el  Chokai, en cambio el capitán de la nave ordenó a cesar el fuego después de llegar al puente y pensar que estaba siendo atacado por naves aliadas. El certero fuego del Chokai puso fuera de servicio dos de las tres torres de 8 pulgadas del Astoria, pero el crucero de la US Navy fue capaz de disparar 53 proyectiles de 8 pulgadas antes que todos sus cañones fueran destruidos. Los disparos del Aoba, Kinugasa y Kako remataron al Astoria ya que fue alcanzado entre 34 y 63 impactos. Se hundió con 216 de su tripulación.




La última acción de la noche ocurrió cuando la fuerza japonesa se retiraba al norte de la isla de Savo. A las 02:16 h., el Tenryu y Furutaka se enfrentaron con el destructor Ralph Talbot que seguía patrullando al norte de la isla de Savo. En el primer intercambio, los japoneses solo impactaron una única vez. Minutos más tarde, el Yubari había iluminado el destructor y rápidamente cayeron sobre él cinco proyectiles. El Ralph Talbot se salvó por un vendaval de lluvia que obligó a la fuerza japonesa continuar su trayecto hacia el noroeste.

Continúa en Batalla de la isla de Savo III

martes, 26 de noviembre de 2013

Batalla de la isla de Savo I

Batalla de la Isla de Savo

Antecedentes y primeros movimientos

La campaña naval más larga de la guerra del Pacífico comenzó el 07 de agosto de 1942 cuando los Estados Unidos lanzaron su primera ofensiva de la Segunda Guerra Mundial. El objetivo era   el inacabado aeródromo japonés situado en la isla de Guadalcanal dentro del archipiélago de  las Islas Salomón. Fueron enviado cinco batallones de marines  contra la débil resistencia por lo que rápidamente tuvieron éxito en la captura de la pista de aterrizaje, circunstancia que se produjo en la tarde del 8 de agosto.

La sorprendida guarnición japonesa de la isla estaba compuesta por tropas de construcción y fue incapaz de evitar el avance americano hacia el aeródromo. Sin embargo, las advertidas fuerzas japonesas presentes en el área de Rabaul respondieron rápidamente. La primera reacción llegó en forma de un ataque aéreo con 27 bombarderos G4M1 escoltados por 18 cazas A6M2 modelo 21. Un grupo de nueve bombarderos en picado D3A también fue enviado a Guadalcanal que se hallaba a 565 km, aunque carecían del alcance suficiente para regresar a Rabaul. Uno de los cazas regresó, dejando 53 aviones disponibles para el ataque a las unidades navales que se hallaban en la cabeza de playa norteamericana. El ataque fue un completo fracaso que costó la perdida de cinco bombarderos, dos ceros y todos  bombarderos en picado  a cambio de un solo impacto de bomba sobre un destructor norteamericano. Los cazas  estadounidenses que defendían a sus compatriotas también sufrieron importantes bajas. Se perdieron nueve aviones, pero el objetivo de desbaratar el desembarco no se consiguió.

Al día siguiente, 8 de agosto, los ataques aéreos japoneses continuaron. Esta vez, 27 bombarderos cargados con torpedos y escoltados por 15 cazas se dirigieron a Guadalcanal. Incapaces de encontrar su principal objetivo, los portaaviones estadounidenses, volvieron a atacar la cabeza de playa. En realidad el ataque fue llevado a cabo por 23 bombarderos. Gracias a los cazas norteamericanos y al fuego antiaéreo, 18 de los bombarderos fueron destruidos, junto con dos cazas. En el bando contrario, un destructor fue alcanzado por un torpedo y finalmente se hundió en el trayecto de regreso a los Estados Unidos para ser reparado y un bombardero se estrelló en un transporte, circunstancia que provocó un grave incendio que obligó al final a su hundimiento por su propia tripulación.

Los ineficaces ataques aéreos no fueron las únicas reacciones previstas por los japoneses. Tan pronto como el vicealmirante Mikawa se enteró del desembarco norteamericano en  Guadalcanal, decidió ejecutar un ataque naval  nocturno con las unidades de superficie que estaban disponibles. A las 08:30 h. del 7 de agosto, ordenó a sus cinco cruceros pesados disponibles reunirse en Simpson Harbor en Rabaul. Estaban incluidos aparte de su nave insignia, el crucero pesado Chokai, las cuatro naves del Sentai 6 que estaban ancladas en Kavieng fuera del alcance de cualquier ataque aéreo aliado. También se añadieron a la fuerza de Mikawa dos viejos cruceros ligeros del Sentai 18 y tan solo un anticuado destructor disponible. Salvo las cuatro naves  del Sentai 6, ninguno de esos barcos nunca había trabajado con el resto. A las  14:30 h. la fuerza de ataque había recibido sus órdenes y, bajo el propio mando de Mikawa, zarpó de Simpson Harbor.


Vicealmirante Mikawa Gunichi

Mikawa disponía de muy poca información sobre el tamaño  de las fuerzas estadounidenses alrededor de Guadalcanal y, un aspecto aun más importante aún, la ubicación de la fuerza de portaaviones americanos. Los aviones de largo alcance que despegaron de Rabaul fueron incapaces de encontrar los portaaviones, pero Mikawa eventualmente sí que recibió información sobre la ubicación y el número de naves aliadas presentes en las aguas de Guadalcanal. Un informe proporcionado por un hidroavión lanzado desde un crucero indicaba que la fuerza americana era más grande que la suya propia, pero estaba seguro de que la superioridad japonesa en tácticas de combate nocturno aumenta las probabilidades de éxito. A las 13:00 h. puso rumbo desde la isla de Bougainville hacia el sur, más concretamente hacia la zona de las islas Salomón que pronto sería conocida como "la ranura". Su intención era atacar a la fuerza de desembarco estadounidense durante la noche del 8 al 9 de agosto. La fuerza naval japonesa navegaría por el sur de la isla de Savo y entraría en las aguas de Guadalcanal que pronto sería conocida como “Iron Bottom". Una vez dentro, los cruceros japoneses podrían dedicarse a hundir en primer lugar las unidades enemigas situadas frente a Guadalcanal antes de girar hacia el norte y atacar los buques situados frente a Tulagi. Hay que tener en cuenta que en las instrucciones de Mikawa no se hace mención de atacar la flota de transporte.

El plan japonés contaba con la sorpresa.. Si la fuerza de Mikawa fuese detectada previamente, podría ser atacada por aviones estadounidenses de los tres portaviones que operaban al sur de Guadalcanal o, incluso si su fuerza no fuese atacada desde el aire, se enfrentaría a una superior fuerza de superficie aliada una vez llegase a aguas de Guadalcanal. El inminente desastre para los aliados estaba directamente relacionado con su incapacidad para descubrir la aproximación de Mikawa. Hubo ciertamente muchas oportunidades para asegurar que las naves aliadas estuviesen preparadas  y esperando a Mikawa en Guadalcanal. A las 20:00 h. la flota japonesa fue descubierta el 7 de agosto al sur del canal de St George por el  submarino S-38. A la mañana siguiente, en 10.26 h. un avión Hudson de la Royal Australian Air Force (RAAF) avistó la fuerza naval de Mikawa al este de Bougainville. La tripulación RAAF informó dicha flota estaba compuesta por "tres cruceros y tres destructores, dos portahidroaviones  o lanchas cañoneras" con rumbo sureste  y con una velocidad de 15 nudos. Un segundo Hudson volvió a detectar la flota japonesa a las 11:01 h. e informó que incluía dos cruceros pesados, dos cruceros ligeros y una nave desconocida.

La fuerza naval aliada de Guadalcanal estaba bajo el mando general del contraalmirante Richmond Turner. Turner había nombrado al contraalmirante británico Victor Crutchley como su suplente. Turner tenía buenas razones para creer que sus naves de Guadalcanal recibiría el aviso adecuado de un contraataque japonés. Además de los aviones americanos y australianos volando desde Nueva Guinea que cubrían las aguas al sur y al este de Rabaul, hidroaviones norteamericanos PBY y bombarderos B-17 patrullaban toda la zona de las Islas Salomón contra cualquier movimiento enemigo hacia el sur desde la base japonesa del Pacifico central situada en Truk. Incluso después del informe por parte del submarino  S-38 de la flota japonesa avanzando  hacia el sur a gran velocidad el 7 de agosto, Turner preveía que si los japoneses continuaban en esa dirección serian detectados de nuevo por las patrullas aéreas. Sin embargo, el plan de búsqueda estadounidense creado apresuradamente contenía varios agujeros, que se exacerbaron por problemas meteorológicos. Los sectores más propensos a contactar con los japoneses fueron obviados debido a las condiciones climáticas, y una solicitud para una búsqueda por la tarde en la zona más peligrosa fue ignorada. Mikawa cronometró su aproximación cuidadosamente a fin de no entrar en la zona de peligro de ser avistado hasta el final de la tarde, mucho después de los vuelos de la mañana habían alcanzado los límites más alejados de sus alcances. El hecho de que no se habían realizado las patrullas en el sector más probable de avistamiento de la flota enemiga sólo se le comunicó a  Turner a las 23:33 h. del 8 de agosto.


Crucero pesado Chokai, buque insignia de la flota japonesa.

Los dos Hudsons que avistaron las fuerzas japonesas durante la mañana tenían órdenes de mantener el contacto hasta que llegase otro avión a la zona sin embargo no cumplieron tal cometido. Además de eso, sus habilidades para identificar los tipos de buque enemigos fueron muy deficientes. Lo peor fue que dichos informes de contacto no llegaron a  Turner hasta bastante tiempo después; a las 19:00 h. para el primer contacto y a las 21:30 h. para el segundo caso.

Dada la falta de datos de contacto después de las 11:01 h. y la identificación errónea de la fuerza japonesa, que incluía  dos portahidroaviones que no planteaban ninguna amenaza para la cabeza de playa del desembarco, Turner no hizo nada para aumentar el estado de alerta de sus naves en Guadalcanal. Debido a estas erróneas informaciones dedujo razonablemente que la intención de la flota japonesa era la creación de una base para hidroaviones la isla de Santa Isabel, al noroeste de Guadalcanal. Turner fue culpable de intentar discernir las intenciones japonesas, sin tener en cuenta el peligro existente y sin prepararse para el curso de las acciones navales que podrían ser peligrosas. Su incapacidad para alertar de la posibilidad de un ataque japonés tendría consecuencias trágicas.

Orden de batalla

Armada de los Estados Unidos



Task Force 62
Contraalmirante Richmond K. Turner


Grupo sur
Contraalmirante Victor Crutchley RN
Cruceros pesados
Australia RAN, Canberra RAN, Chicago
Destructores
Baggley, Patterson


Grupo norte
Capitán Frederick Riefkohl
Cruceros pesados
Astoria Quincy, Vincennes
Destructores
Helm, Wilson


Grupo este
Contralmirante Norman Scott
Cruceros ligeros
San Juan, Hobart RAN
Destructores
Monssen, Buchanan


Barcos patrulla

Destructores
Blue, Ralph Talbot.

Armada Imperial Japonesa



8ª Flota de Ataque


Buque insignia
Crucero pesado
Chokai


Sentai 6
Contraalmirante Goto Aritomo
Cruceros pesados
Aoba, Kinugasa, Kako, Furutaka
Sentai 18

Cruceros ligeros
Tenryu, Yubari
Destructor
Yunagi

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