Doctrina aeronaval norteamericana
en 1942.
USS Enterprise, único superviviente de los portaaviones iniciales de la US Navy
Después de la Primera Guerra
Mundial, contienda en la que la Royal Navy británica había demostrado la
utilidad de embarcar aviones en buques, incluyendo portaaviones, la Marina de
los Estados Unidos se dio cuenta de que la aviación naval era una parte instrumental
de las operaciones navales modernas sobre todo en un futuro no muy lejano.
Temiendo quedarse por detrás de los británicos, la US Navy recibió en julio de
1919 fondos para la conversión de un barco carbonero en un portaaviones. Este primer
portaaviones en cierta manera experimental fue seguido por la construcción en
1927 de los primeros portaaviones de flota. Al entrar en servicio por primera
vez, la tarea principal de los portaaviones de la Armada de los Estados Unidos
era apoyar a la flota de batalla. Los aviones de este tipo de buques
proporcionarían reconocimiento y detección de la flota de batalla enemiga, al
tiempo que impedían esa misma ventaja al adversario. Descubrir el enemigo fue tomado
en consideración como un factor especialmente importante, ya que los aviones
podían observar la evolución de las correcciones de fuego y transmitir los
resultados por radio. También se esperaba que los portaaviones protegieran el
espacio aéreo sobre su propia flota, negando así al enemigo las ventajas de la
detección y exploración de largo alcance.