Doctrina submarina japonesa al
principio de la guerra.
I-53
En el periodo de entreguerras, la estrategia naval japonesa para el futuro inmediato se hallaba mediatizada completamente por la convicción de que la guerra con los Estados Unidos era inevitable. Cuando finalmente la guerra estallara, se esperaba una ofensiva por parte de la flota de combate de la Marina estadounidense que culminaría en un decisivo enfrentamiento con la flota nipona en el Pacífico occidental, o al menos ese era el planteamiento por parte de los estrategas navales japoneses. Como la marina de guerra de los Estados Unidos era de mayor tamaño y consecuentemente mayor potencia que la del Japón, de conformidad con lo dispuesto por los tratados navales de Washington y Londres, la Armada Imperial necesitaba el desarrollo de una doctrina y de unos planes operativos específicos para enfrentarse a un enemigo superior.
Un aspecto importante de la
planificación japonesa con vistas a destruir la flota de Estados Unidos era el
concepto de reducción paulatina de la fuerza de la flota de batalla
estadounidense, en transitó por el Pacífico antes del enfrentamiento final. El
papel a desarrollar por parte de la fuerza de submarinos de la Armada Imperial
se convirtió en una parte importante de esta estrategia. En consecuencia, Japón
se convirtió en la principal potencia naval en desarrollar y producir los
submarinos oceánicos mas grandes, Con el fin de contribuir al concepto de
batalla decisiva de la Armada Imperial, los submarinos serian los encargados de
realizar un extendido reconocimiento de la flota de batalla enemiga (incluyendo
sus puertos), ser la sombra del enemigo, perseguirlo y, lo más importante,
atacar y desgastar la flota adversaria antes del esperado encuentro. En los
años 30, esta estrategia se había convertido en dogma.
A principios de 1938, la Armada
Imperial finalmente decidió probar cómo su fuerza de submarinos era capaz de
ejecutar los diversos aspectos tácticos de esta misión. Los resultados de
diversos ejercicios prácticos revelaron como de impracticable era en realidad
la doctrina submarina japonesa. Se mostraron dos lecciones clave casi
imposibles de realizar con eficacia; la dificultad en la realización de la
vigilancia de unidades de una flota bien defendida por la vulnerabilidad de los
submarinos grandes en tareas de detección y la dificultad de realización y
control de submarinos actuando en conjunción con la flota de batalla fue
también ampliamente puesta en valor. Otro aspecto negativo descubierto en las
maniobras fue la más extrema limitación
en la ejecución de la fase de ataque dentro de los parámetros doctrinales. Los
estrategas navales japoneses pensaban que la mejor posición para un ataque con
torpedo estaba a una distancia de unos 1.500 yardas (1, 372m) sobre la proa del
objetivo. Para lograr esta posición, el submarino tendría que contactar con el
enemigo y a continuación usar su alta
velocidad superficial para colocarse en la trayectoria del navío. A menos que la
línea de avance del enemigo se conociera a priori era necesario desplegar un
piquete de submarinos a través de las posibles trayectorias de la flota
enemiga. Durante los ejercicios llevados a cabo en 1939 y 1940 se vio que la
fuerza enemiga generalmente transitaba por el área de operaciones de los
submarinos saliendo más o menos ilesa ya que si era bastante difícil mantener
tan sólo el contacto con dicha fuerza enemiga, mucho mas era adelantarla y
esperar sumergidos a la espera del ataque. Los ataques de torpedo en la
superficie fueron considerados impracticables debido a la escasa probabilidad
de detección.
Todas las lecciones reveladas de
estos ejercicios de preguerra tuvieron gran impacto en las operaciones futuras;
por ejemplo, el énfasis en la ocultación se tradujo durante la guerra en
extrema precaución. En general, los ejercicios de antes de la guerra
demostraron la inadecuación fundamental de la doctrina submarina japonesa; sin
embargo, los japoneses eligieron aprender esta lección durante la guerra bajo
la pena de sufrir fuertes pérdidas. La doctrina submarina japonesa estaba
claramente centrada en atacar expresamente la flota de superficie enemiga a
expensas del desarrollo de la estrategia y la táctica necesaria para atacar el
comercio del adversario y sus líneas de comunicación marítimas. Curiosamente,
cuando los submarinos japoneses fueron ejercitados contra objetivos mercantes,
demostraron ser muy eficaces. Sin embargo, no sólo fue esta lección no tenida
en cuenta en relación con el empleo de submarinos japoneses, sino que tampoco
se pensó en la posibilidad de que la acción de los submarinos enemigos pudiera
paralizar el vital comercio marítimo de Japón, indispensable por el déficit de
materias primas, como realmente así sucedió. El japonés consideraron los
ataques al comercio de los Estados Unidos como una parte importante de la
guerra del Pacífico, pero sólo si estas operaciones no interfirieran con la
misión principal de atacar a la flota de combate del enemigo.
Fuentes:
Stille, M. (2007) Imperial Japanese Navy Submarines 1941-1945. Osprey
https://www.silverhawkauthor.com/post/japan-submarines-of-the-second-world-war
https://madmonarchist.blogspot.com/2016/12/japanese-submarine-campaign-of-world.html
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